Desde mediados de la década de 1990, Rosario alberga unos 50 murales que fueron plasmados en distintas paredes que recorren las calles de esa localidad, convirtiéndola en un museo al aire libre. En los muros cargados de color están pintadas las memorias de los rosarinos en relación con eventos que se desarrollaron allí y personas que dejaron una impronta en sus vecinos.
El impulsor principal de la confección de esos murales fue el recordado docente y referente cultural local Yens Schou, Tagito, fallecido en 2023. Para todos los pichoneros, Schou fue “el ideólogo” de la existencia del Museo de Arte Mural de carácter histórico, el primero en el país.
El desarrollo del arte mural en Rosario tiene fecha de fundación: surgió el 22 de diciembre de 1994, cuando la situación económica de la ciudad era complicada, y un grupo de vecinos y artistas tuvo la iniciativa de buscar caminos para expresar lo que pasaba en ese momento, según contó Schou en una entrevista realizada por el portal La Voz de la Arena, en setiembre de 2022.
Desde ese momento, distintas organizaciones y personas vinculadas a la actividad artística y social de la ciudad han colaborado para que las paredes de las calles y avenidas de esa localidad “sigan hablando y contando la historia local”. En ese sentido, la organización no gubernamental Mirando el Colla ha participado activamente en la conservación de los distintos murales, al igual que lo han hecho la Biblioteca Varela o la Casa de la Cultura local.
Mirando el Colla se formó en 2012 por un grupo de vecinos que frecuentaba la zona del arroyo homónimo. En aquel momento “era evidente el estado de abandono del lugar”, por lo que “comenzamos a realizar la limpieza de la zona hasta la proa con el liceo y el puente de piedra”, dijo en diálogo con la diaria Mabel Collazo, presidenta de esa asociación.
En 2014 “logramos realizar convenios con la Intendencia de Colonia y el Municipio de Rosario”, y “ambas instituciones aportan un dinero que, sumado a la colaboración de los 300 socios que tenemos, nos permite mantener de manera prolija todo ese lugar”, explicó.
Con respecto a la labor que desarrolla esa organización en la conservación de los murales, Collazo comentó que desde hace unos años Mirando el Colla “viene gestionando la parte económica de dicha agrupación, siguiendo el gran trabajo que realizó Tagito, y colaborando en la restauración y creación de nuevas pinturas”.
Collazo adelantó que en próximas reuniones de esa organización “evaluaremos qué murales seguiremos conservando, ya que algunos de los muros en los cuales fueron pintados son viejos y tienen mucha humedad, y se fijarán nuevos lineamientos a seguir, siempre respetando el carácter histórico que tienen dichas paredes”. “Ellos nos cuentan la historia de la ciudad y es nuestra intención tener opiniones de personas referentes en cuanto al arte”, afirmó la presidenta.
La creación de nuevos murales
A mediados de enero, en la calle Sarandí, a pocos metros del bulevar Baltasar Brum, un nuevo mural se sumó al medio centenar de pinturas que acompañan el día a día de los rosarinos. La flamante pintura se llama Influencias y fue pintada por el artista plástico Álvaro Olivera. El mural fue plasmado en la pared de la finca donde funciona la academia de música Rockearte, en la que Germán Suárez imparte clases de música y donde también funcionan la Academia de Ballet y Danza Contemporánea Adagio, el taller de dibujo y pintura del propio Olivera y el Instituto de Educación Artística de Rosario Idea.
En ese mural, Olivera retrató a distintos músicos nacionales e internacionales, instrumentos musicales y tapas de discos reconocidos mundialmente. Suárez expresó a la diaria que se logró “sintetizar a decenas de músicos” y a “toda esa música” que lo “conmovieron desde la niñez”. El docente dijo que la obra realizada por Olivera “es de una magnitud increíble, que suma una pieza más al museo de obras urbanas que van embelleciendo e identificando” a la ciudad.
Por su parte, el autor del mural dijo a la diaria que “está buenísimo que sigan apareciendo nuevos murales en la ciudad”, y aclaró que esas pinturas “están pensadas para que no duren mucho tiempo, porque las paredes se van desgastando y esas obras se van transformando en otros murales”.
Olivera retornó hace cuatro años a Rosario y se involucró “nuevamente” en el desarrollo de esa expresión artística. “La primera obra que hice cuando volví fue el retrato de Tagito, el impulsor de todo esto que me apasiona”, señaló.
En 2025 Rosario celebrará 250 años de su fundación y los habitantes de esa localidad están preparando varios festejos. Por un lado, se han restaurado algunos murales, “aunque en realidad la restauración como tal nunca se concreta, porque el mural siempre termina cambiando”, analizó el muralista. Además, desde su rol como docente dijo que “la idea es que vayan apareciendo nuevos pintores”, por ejemplo, sus propios alumnos, y “que no se pierda esa esencia que tiene el rosarino de mostrar el arte del dibujo y la pintura”.