El sábado 17, a las 20.00, la comunidad valdense del departamento de Colonia celebrará un nuevo aniversario de la obtención de los derechos civiles y religiosos, en una ceremonia que se realizará en el templo religioso ubicado en Rosario.
Perseguidos durante varios siglos, los valdenses conquistaron esos derechos en 1848. En efecto, en el marco de la revolución parisina, en varios países de Europa se promovió la promulgación de constituciones que otorgaron mayores libertades a los habitantes. De ese modo, el 17 de febrero de 1848 Carlos Alberto de Piamonte expidió las Cartas Patentes, también conocidas como el Edicto de Emancipación, que implicó el reconocimiento oficial de los derechos civiles y políticos de los valdenses.
Una larga historia
El movimiento religioso valdense se originó en el siglo XII en Lyon, Francia. Se trata de la comunidad más antigua de carácter cristiano no católico, que se constituyó antes de la Reforma protestante. El término valdense remite, pues, a una iglesia y también a una región de Europa. En efecto, la referencia geográfica comprende la zona de los valles del Piamonte occidental, Pellice y Chisone Germanasca, que parten desde Pinerolo, en Italia, y se internan en los Alpes, en los denominados Valles Valdenses. En esa zona surgió la comunidad religiosa fundada por Pedro Valdo, un comerciante y prestamista que antes había estado radicado en Lyon.
Casado y con dos hijas, Valdo llegó a establecer fuertes vínculos políticos y económicos con la iglesia católica. Las narrativas elaboradas por sus seguidores cuentan que Valdo sufrió una crisis espiritual al presenciar la muerte de un amigo en un banquete. Esa trágica circunstancia provocó que este hombre se preguntase acerca del destino de su alma en caso de fallecer. Preso de esas dudas, Valdo consultó a un teólogo amigo sobre qué caminos debería seguir para obtener la salvación y este le respondió con el mensaje que, según los textos bíblicos, Jesús había dado a un hombre rico: “Anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás riqueza en el cielo. Luego ven y sígueme”.
Valdo intentó leer los textos bíblicos, pero desconocía el latín, por lo que debió contratar a dos frailes para que los tradujeran a su lengua. La ortodoxia católica permitía la lectura de la Biblia solamente en latín, mientras que la predicación estaba restringida a la actividad de los sacerdotes.
Finalmente, Valdo hizo caso a ese mensaje, repartió sus bienes y comenzó a difundir los textos bíblicos. De ese modo se creó el grupo de seguidores Los pobres de Lyon o Los pobres de Cristo, quienes no aspiraban a romper con la iglesia católica, sino a llevar adelante una suerte de prédica ambulante.
Los valdenses provocaron una disrupción al leer la Biblia y comentarla en lengua popular de modo público, fuera del ámbito de los conventos y de la mirada hegemónica de los sacerdotes católicos varones. Frente a la insistencia en la predicación popular, las autoridades de la iglesia romana asumieron posturas muy duras, que derivaron en siglos de persecución.
La dispersión de los valdenses comenzó en 1176, cuando el arzobispo de Lyon les ordenó cesar la evangelización. Los valdenses rechazaron esa orden, por lo que fueron expulsados y retomaron la actividad en comarcas y ciudades vecinas. La persecución a los valdenses por parte de los católicos fue masiva desde el siglo XIII al XVI. La predicación quedó restringida al interior del hogar, al ámbito familiar.
Merced a la intervención de Inglaterra y Países Bajos, los valdenses retornaron a los valles, donde permanecieron exiliados en el marco del denominado Glorioso Retorno (1689). A lo largo del siglo XVIII y hasta mediados del XIX, habitaron en el Piamonte.
En el marco de la revolución parisina de 1848, en varios países de Europa se promovió la promulgación de constituciones que otorgaron mayores libertades a los habitantes. Así, el 17 de febrero de 1848 Carlos Alberto de Piamonte expidió las Cartas Patentes, también conocidas como el Edicto de Emancipación, que implicó el reconocimiento oficial de los derechos civiles y políticos de los valdenses.