Tras permanecer varios años distanciados, el domingo 30, a media mañana, en un circuito de votación ubicado en la escuela 10 de Nueva Helvecia, se reencontraron y se fundieron en un abrazo dos referentes de la historia política reciente del departamento de Colonia y del Partido Nacional (PN): Carlos Moreira y Walter Zimmer.

La relación entre ambos es larguísima y ha estado llena de puntos de encuentro y de conflictos, en el marco de la disputa de liderazgos en el PN. Oriundos ambos de Nueva Helvecia y con una edad similar -Zimmer es un año mayor-, se conocen desde la época liceal, aunque el vínculo político entre ambos surgió a comienzos de la década de 1990, en la campaña que Moreira inició para ser electo intendente de Colonia por primera vez (1995-2000). Según recordó Zimmer en diálogo con la diaria, “yo hacía poco tiempo que me había desvinculado del Frente Amplio y ahí comencé a mantener contactos con Moreira”.

En paralelo al primer período de gobierno de Moreira, Zimmer consolidó su propia agrupación, y, según asegura, “fue clave para que Moreira lograra mantener el gobierno departamental, en la disputa contra el candidato colorado Jorge Sanguinetti, quien era favorito para todas las encuestas”.

“Moreira estaba muy preocupado y su gobierno se había visto afectado por un caso de corrupción en la Junta local de Juan Lacaze, y tenía miedo de perder las elecciones”, y “con la irrupción de nuestra agrupación en apoyo a su candidatura logramos revertir ese resultado, porque le aportamos miles de votos a Moreira”.

La buena perfomance electoral permitió que la agrupación zimmerista lograra una buena representación en la Junta Departamental y que Moreira le cediera varias direcciones departamentales, entre ellas la de Acción Social, en la cual Zimmer asumió.

En ese período comenzaron los cortocircuitos entre ambos debido a la falta de apoyos de Zimmer y de sus ediles en la Junta Departamental a algunos proyectos de Moreira, que él creyó “inconvenientes, como la privatización del hipódromo” y la “creación de un nuevo sistema de cobro del alumbrado público, que no resultaba equitativo”, recordó Zimmer.

Las diferencias se ahondaron cuando comenzó el proceso de designación del candidato del moreirismo para las elecciones de 2005. “Yo creí que debía ser el candidato, mientras que Moreira y su entorno no estaban de acuerdo, por lo cual comenzaron a aumentar las diferencias”. “En determinado momento yo hice algunas declaraciones a la prensa que a Moreira no le gustaron y terminó echándome del cargo”, recordó.

El resto de la historia es más conocida. Zimmer logró una buena votación en la elección interna de 2004, se presentó a la contienda departamental celebrada al año siguiente y obtuvo un triunfo que reeditaría en la elección siguiente. “Moreira fue crítico de mi administración. Él decía que yo derrochaba dinero porque hacía obras importantes, porque hacía carpetas asfálticas buenas, en vez de esas bituminizaciones más económicas que él ha realizado como intendente”, comentó Zimmer, sonriente. “Yo lideré el proceso de unificación de las patentes, lo cual permitió que crecieran considerablemente los recursos de la intendencia, algo [de lo] que él se ha visto muy beneficiado”, añadió.

Durante los últimos 15 años los cruces de declaraciones entre ambos fueron una constante, hasta que en 2022, en entrevista con la diaria, Zimmer comentó que “con Moreira ya no hay rencores de mi parte, a pesar de las zancadillas que me hizo”. El actual jefe comunal respondió en el mismo sentido, al ser consultado sobre esas declaraciones, y desde entonces ambos bajaron notoriamente la intensidad de un conflicto que parecería no conocer de reconciliaciones.

Si bien ambos se habían cruzado fugazmente en varias oportunidades, se habían limitado a saludos fríos o intercambios fugaces. “El domingo fui a votar acompañado por mis nietos, y cuando llego a la escuela 10 veo en el fondo del pasillo a un hombre. ¿Ese no es el Gallego [Moreira]?, dije. Moreira estaba en el mismo circuito que yo, entonces nos vimos y nos dimos un abrazo. ¿Cómo andás, Walter?, y ¿cómo andás, Gallego?, nos dijimos”, relató Zimmer.

“Ya está, ya pasaron nuestros problemas. Capaz que ahora hasta nos juntamos a conversar y a tomar un café. Es muy lindo abrazarse con alguien después de tanto tiempo, encima cuando estamos en el final de nuestras carreras y cuando ese encuentro ocurre en la misma escuela a la que fuimos siendo niños, y en la cual la madre de Moreira fue mi maestra. Fue todo muy simbólico”, resumió Zimmer.