Sorprendentemente, las ciencias sociales uruguayas no le han prestado suficiente atención a la Policía, y tampoco al Ejército, dos instituciones que comparten un rasgo común: el monopolio de la coacción física legítima.
Asistimos a un cambio de paradigma de seguridad, y por ende a la forma de entender el delito y sus protagonistas. Se trata de un retorno a la seguridad pública, en el que convergen varias tendencias.