Cada país de América del Sur adoptó su propia estrategia para enfrentar la pandemia del coronavirus y frenar su propagación para evitar el colapso del sistema sanitario. En Argentina el camino fue el de la cuarentena total; en Paraguay y Chile, el de la restricción de eventos masivos, la suspensión de las clases y una disminución considerable de los movimientos de las personas; en Brasil la definición quedó en manos de los gobiernos de los estados, que aplicaron distintos grados de aislamiento.
Con el correr de las semanas las críticas se hicieron escuchar en todos. En Argentina se reclama desde hace días el fin de la cuarentena en la provincia y la ciudad de Buenos Aires esgrimiendo motivos económicos, a la vez que la desobediencia es cada vez más visible. En Paraguay los gobernadores de los departamentos limítrofes protagonizan protestas que exigen la reapertura de las fronteras. En Chile la oposición señala una estrategia inicial defectuosa para enfrentar la pandemia –al punto de que tuvo que dar marcha atrás e imponer la cuarentena total en algunas zonas– y una serie de errores más o menos graves en el manejo de los datos de las muertes.
En Brasil la situación desespera a propios y ajenos: dos ministros de Salud presentaron su renuncia a Jair Bolsonaro por su resistencia a las medidas preventivas, la Organización Mundial de la Salud le advirtió que debe manejar las cifras con transparencia y los países vecinos lo miran con preocupación por la posibilidad de importar casos desde su territorio.
La evolución ha sido dispar en estos países, que, a su vez, tienen sus particularidades, lo que hace difíciles las comparaciones. Según datos de Naciones Unidas, la densidad de población de Paraguay está por debajo de la de los demás países –incluso de la de Uruguay–, lo que es una ventaja en el caso de un virus que se transmite de persona a persona. Un estudio de 2018 sobre el acceso y la calidad de la salud en América del Sur colocó a Chile como el mejor país de la región, seguido por Uruguay, Argentina y Brasil, en ese orden. A su vez, el sistema sanitario argentino está mejor distribuido en el territorio que el brasileño, en el que las falencias en recursos, especialmente los humanos, hizo que los gobiernos anteriores, incluido el de Bolsonaro, recurrieran a médicos cubanos para cumplir con un mínimo de atención en todo el territorio.
Más allá de esas precisiones, si de comparar se trata, Paraguay es el país que mejores resultados consiguió hasta ahora. La semana pasada superó los 30 días desde la última de las 13 muertes por coronavirus y este domingo por primera vez no reportó ningún contagio. Con casi siete millones de habitantes, registró desde el 7 de marzo 1.379 casos positivos de covid-19, lo que equivale a 191 casos por millón de habitantes y lo coloca primero en la región (seguido de cerca por Uruguay, con 247 positivos por millón).
Argentina está tercero en ese indicador, con poco más de 900 casos por millón de habitantes, y la lista es cerrada, de lejos, por Brasil (más de 5.000) y Chile (más de 12.000). Si bien los datos de todos los países pueden generar dudas (especialmente teniendo en cuenta el alto porcentaje de pacientes asintomáticos, que impide una medición eficaz de todos los contagios), en estos últimos dos casos se deben hacer precisiones importantes.
En Brasil la aplicación del test varía en los estados y la orden nacional es la de indicarlo sólo a los pacientes que deben ser internados. Además, los estudios de varias universidades han señalado desde abril que hay entre 12 y 15 veces más casos que los reportados oficialmente, tanto por la baja cantidad de test aplicados como por un porcentaje todavía indefinido de pacientes asintomáticos.
En Chile la aplicación de test ha sido masiva (49 por millón de habitantes, seguido en la región por Uruguay, con 15 por millón), lo que ha llevado al gobierno de Sebastián Piñera a asegurar que si la relación entre el número de habitantes y los testeos aplicados fuera la misma en todos los países, sus datos no serían tan dramáticos. En ese punto Chile muestra una coincidencia: la polémica se ha debido, desde el principio, al manejo de los datos de las muertes, al punto de que es señalado como un punto clave para la destitución de quien fue el ministro de Salud hasta hace dos semanas, Jaime Mañalich. La llegada de su sucesor estuvo acompañada por la difusión de cada vez más datos, y este domingo Enrique Paris informó de la muerte de 4.075 personas diagnosticadas mediante test positivo con coronavirus y de otras 3.069 de casos sospechosos sin que se realizara un estudio.
Más allá de esas puntualizaciones, Brasil y Chile son los países de la región con el mayor número de muertes por coronavirus en comparación con la población: 235 y 225 por millón, respectivamente. El mejor vuelve a ser Paraguay, con dos, seguido por Uruguay, con siete, y Argentina, con 22.