Mientras que los museos suelen observarse como estáticas cajas blancas, ir de uno a otro en bicicleta se presenta como una alternativa que les agrega algo de acción. Hace seis años se implementó un sistema mediante el cual Bike Tours acompaña el Mes de los Museos. En coordinación con las instituciones adheridas, se diseña un programa específico en distintas fechas para que en cada museo el visitante sea recibido por un guía apenas pone un pie en el suelo. Los interesados deben llevar su bicicleta y por 350 pesos conocerán los museos desde otra perspectiva.

Mañana el encuentro será a las 10.30 en la explanada del Solís. La visita comienza en el histórico teatro para dirigirse luego al Cabildo y a la vuelta de la manzana, prácticamente, al Museo Andes 1972, que recuerda la tragedia en la cordillera. Más tarde se irá pedaleando hasta Al Pie de la Muralla, después al Museo de las Migraciones y al Espacio de Arte Contemporáneo. Al día siguiente, el sábado 19, los ciclistas se darán cita a las 13.00 en el Museo de Historia del Arte (Ejido 1326), pegado a la Intendencia, para trasladarse a continuación al Parque Rodó y conocer el acervo del Museo Nacional de Artes Visuales y desde allí ir hasta Punta Carretas, donde los esperarán en el Museo Zorrilla. El sábado 26 de mayo el tour saldrá del Museo Blanes al mediodía y pasará por el Jardín Japonés, el próximo Hotel del Prado, el monumento a los charrúas, el rosedal, la casa presidencial y el Castillo Soneira.

“Tratamos de incluir diferentes opciones, variar los recorridos”, explica Alicia Barbitta. Aficionada a la bicicleta “de toda la vida”, ya que “pasear al aire libre no tiene precio”, hace ocho años ideó Bike Tours en Punta del Este, atenta al trasiego de cruceristas que terminaban deambulando por la península. Por eso creó paseos en español, inglés y portugués, y se abocó al turista, particularmente al que llega en temporada, entre noviembre y abril. Para eso cuenta con 18 bicicletas de aluminio, con 21 cambios. El rango de edad de los extranjeros que contratan el tour es amplio –entre 30 y 70 años– y, recalca, de un nivel cultural alto. “Uno piensa que la bicicleta es un elemento menor, pero el turista valora el cuidado del ambiente. Esta es una ciudad plana, accesible; a los brasileños les fascina porque ellos tienen subidas por todos lados, y en Montevideo el ancho de la rambla da pie para que circulen peatones y bicicletas por la vereda”. Claro que los paseos para turistas tienen otro valor, aparte de otro perfil. “Esto, en cambio, es un aporte al turismo interno, para integrar de una forma lúdica al museo, porque a veces, no sé por qué, pero da una imagen de ‘entro o no entro’. Así eso se flexibiliza, además de que coordinamos y siempre nos esperan”.