“Apostamos al humor como herramienta que genera una mayor concentración en la tarea, creatividad e inspiración y que permite nuevas oportunidades de crecimiento en las organizaciones que promueven el bienestar de las personas”, sostienen los profesionales de la salud y de la educación que integran la Compañía de la Risa. Este grupo multidisciplinario se empezó a articular en 2005, a instancias del médico Carlos Vignone, especializado en psicoterapia corporal: “En esa época hacíamos los talleres con Mariana Ingold. Era un grupo de diez a 15 personas que venían a trabajar. Llegamos a hacer un coro de la risa como parte del taller. Ahí la música simplemente intervenía en algunos momentos; se trataba más de conectar con las emociones. Después seguí adelante y en 2009 tuve la iniciativa de salir a contagiar risa en los ómnibus”. Vignone defiende la originalidad del proyecto –más allá de que ahora se puede acceder a propuestas de tono similar, como el yoga de la risa–, ya que muchas dinámicas utilizadas fueron creadas en Uruguay en el marco de esta compañía. “Fuimos integrando juegos provocadores de risa. Por ejemplo, trabajamos sobre las preocupaciones que tiene la gente, junto con una dinámica corporal que permite verlo desde otro lado”. El objetivo es sanar mediante un cambio de perspectiva. “La idea es, justamente, crear una distancia entre lo que sucede y la capacidad de observarlo. La risa marca la descarga súbita de una contradicción, es el choque de una cosa con otra. Las cosquillas mismas son una mezcla de placer y dolor. Entonces, la risa es un instrumento que rompe la dualidad, que ayuda a romper la oposición y a entrar en una tercera opción. La risa va en esta dirección, de generar una especie de trilogía o de conciencia observadora, que hace que no te identifiques tanto con lo que te está pasando”.

Los profesionales que coordinan estas instancias confían en el poder de las carcajadas para disolver conflictos, aliviar el cuerpo y reforzar la creatividad. “Después de que te reís durante un rato te cambia la percepción de la realidad, se te enciende la inspiración. Nos ha pasado a nosotros que después de un Bus de la Risa nos quedamos varias horas charlando y se nos ocurren un montón de cosas, porque te cambian los neurotransmisores: endorfina, oxitocina, dopamina, serotonina. Empiezan a moverse y generan una sensación de vitalidad, que hace que también se te expanda la conciencia”.

Por un lado están los talleres, que son con inscripción previa y tienen un costo. Vignone los define como un espacio de juego y de encuentro: “Vienen niños de 13 años hasta personas de 90. En ese sentido parece que están buscando una especie de alivio, que quieren conectar con la niñez, entrando en contacto con esos desconocidos que pasan a ser amigos, porque la risa acorta la distancia”. Allí las búsquedas apuntan a detectar una situación ridícula. “Son propuestas verbales que implican un movimiento del cuerpo, y la risa misma es corporal. Es una danza energética y se va generando un ambiente de complicidad, incluso con gente que no conocés, porque reírse con el otro es llegar a un momento de intimidad”. ¿Importa que sea una risa auténtica? ¿Cómo son las intervenciones urbanas que hacen esporádicamente? “En el Bus de la Risa empezamos con una risa voluntaria, provocada, que no es motivada por nada, simplemente por las ganas de reírnos, y después se va retroalimentando y genera una risa espontánea que se va contagiando”. Esa tentación grupal se expande igual que los bostezos, ejemplifica. “En los talleres es distinto porque las dinámicas ya generan una risa espontánea. Lo que pasa es que en el ómnibus no hacemos más que reírnos, incluso subimos como si no nos conociéramos, como si fuera un acto anónimo. Nos dividimos en tres paradas consecutivas y cuando estamos todos arriba –sacamos un boleto de dos horas– alguno de los compañeros que subieron antes se empieza a reír despacio y se va generando una cascada. Hay mucha gente joven que se engancha, otros veteranos que nos dicen que fue una experiencia maravillosa. Hubo gente que llamó desde el celular a su familia contándole lo que estaba pasando. La otra vez subió un rapero, justo estábamos haciendo la intervención, y empezó a acompasar el contenido de lo que estaba cantando a lo que estaba sucediendo. Fue muy cómico. También hay gente que nos pregunta de qué nos reímos, que quedan despistados, porque no tenemos ningún motivo. Llega un momento en que te reís de la risa y eso provoca un estado de mucho bienestar”.

Taller de la risa: sábado 14 de setiembre de 10.00 a 12.00 en Casarrodante (Salterain 1280 esquina Guaná). Cuesta 900 pesos inscribiéndose hasta hoy a través del correo [email protected] o por el teléfono 091790409.

Bus de la Risa: el lugar de encuentro es el lago del Parque Rodó (Gonzalo Ramírez y Paullier) a las 13.00.