Exponerse al sol en verano sin protegerse puede, en el mejor de los casos, provocar quemaduras importantes, ardores y molestias. Pero si la exposición directa se vuelve crónica, las consecuencias pueden ser mucho peores. Se pueden generar tumores cutáneos, producto del daño que generan los rayos ultravioletas en las células que conforman la piel.

Este problema, tan divulgado para prevenir la salud en humanos, también puede tener consecuencias en las mascotas, y se conoce como dermatitis solar. Esta se origina cuando las zonas desprovistas de pelo, tanto en perros como en gatos, se exponen repetidas veces a los rayos solares, o cuando la zona expuesta es despigmentada, o sea, blanca.

Todas las razas caninas pueden padecer este fenómeno, pero se da con mayor asiduidad en aquellas cuyo color de pelo es blanco o tienen la nariz, los párpados, las orejas, entre otras zonas del cuerpo, sin pigmento, así que el dogo argentino, el bóxer blanco, el dálmata y el bull terrier blanco pican en punta.

Entre los gatos se da en razas o cruzas en cuyo manto piloso predomina el color blanco, así como en las que carecen de pigmentos en zonas como la nariz, la cara interna de las orejas, los alrededores de los ojos, la zona interna de miembros anteriores y posteriores, y el vientre.

¿Cómo se manifiesta?

  • Al comienzo se puede evidenciar enrojecimiento y descamación de la piel en las zonas mencionadas.
  • También pueden aparecer lesiones elevadas con bordes bien definidos, que pueden transformarse en heridas costrosas, difíciles de cicatrizar.
  • En esos casos, suele haber un rascado moderado o intenso, sobre todo en las zonas problemáticas.

En general la dermatitis solar no afecta a las zonas pigmentadas, o sea negras y marrones, por lo tanto veremos a un perro o un gato con lesiones sólo en algunas zonas, y no en todo el cuerpo.

Una condición sine qua non que confirma el problema es la relación directa que tienen las lesiones con la estación del año en que aparecen, ya que desaparecen en otoño e invierno, y vuelven a aparecer en primavera y verano.

En el caso específico de los gatos, que carecen de pigmento marrón o negro en su nariz, los síntomas iniciales, que pueden dar la pauta de un problema dérmico derivado de la acción solar, son la similitud que comienza a evidenciar su nariz con la de un payaso. Aumenta de tamaño y se pone bastante roja. Gracioso, pero preocupante.

Muchas veces es un problema identificar los motivos por los cuales la nariz está hinchada, ya que a veces las lesiones pueden ser tanto consecuencia de la dermatitis solar como de peleas, sobre todo en aquellos gatos que salen al exterior y se trenzan en combates con otros mininos, y más en la época de celo de las gatas.

El problema puede quedar en una simple anécdota estival, o no; de ello dependerá la predisposición individual de cada animal y, más que nada, el tiempo que lleva exponiéndose al sol.

En los casos más graves, una simple dermatitis solar puede derivar en tumores de piel, generalmente malignos, que de no actuar a tiempo pueden poner en peligro la vida del animal.

¿Se puede evitar?

Al igual que sucede con los humanos, este problema suele ser evitable, siempre y cuando se haga algo al respecto. Por ejemplo, se puede usar protector solar de uso humano resistente al agua, factor 30 o más, en aquellas áreas corporales sensibles (nariz, orejas, alrededor de los ojos, etcétera). Es recomendable hacerlo 30 minutos antes de la exposición solar, y en lo posible dos veces al día.

También es bueno mantener a la mascota en el interior de la casa o en lugares con sombra, incluso cuando esté nublado, durante las horas de mayor riesgo solar (entre las 10.00 y las 17.00).

Como última recomendación, no hay que cortarles el pelo (esquilar) a los perros de pelo largo, ya que al hacerlo se expone la piel a las radiaciones solares; el pelo, si bien puede dar calor, actúa como una barrera protectora contra los rayos ultravioletas. En su lugar, se puede disminuir el volumen de pelo para refrescar un poco al animal, y que pase así un mejor verano. Quedan exentas aquellas razas como el caniche, el maltés y otras cuya característica es que no renuevan el pelo cada año, o sea, no se les cae nunca. En estos casos sí hay que esquilarlos y tomar las medidas correspondientes para cuidarlos de la exposición al sol.

Si se constatan lesiones hay que acudir al veterinario, ya que pueden transformarse en algo más complicado en el corto plazo.