Faltan chips. Parece algo simple y no suena como la gran cosa, pero eso ha desatado una crisis global en la que se ha dificultado el acceso a celulares y otros artículos de electrónica, se ha ralentizado la producción de vehículos, y algo similar ocurre con la fabricación de electrodomésticos, entre otras ramas de la industria.
Se la llama “la crisis de los semiconductores” y comenzó a dar sus primeras muestras en 2020, cuando se hizo notoria la falta de circuitos integrados en algunos rubros.
En la actualidad, prácticamente todo dispositivo eléctrico necesita un chip para funcionar. En pandemia, la demanda de dispositivos aumentó considerablemente, pero las empresas que se encargan de fabricar los semiconductores no tenían forma de acelerar su producción y hasta hoy llevan varios meses produciendo al límite de su capacidad. En 2020, algunas de ellas, como Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), recién empezaban a considerar la idea de construir más fábricas.
De hecho, un artículo de la agencia de noticias Reuters de diciembre de 2020 alertaba de que la inversión en las plantas de producción de chips avanzados ha sido bastante poca, al punto de que sólo Samsung, TSMC, Intel y GlobalFoundries han sido capaces de acompañar el avance tecnológico. A esto se suma la guerra comercial entre China y Estados Unidos, ya que las sanciones que se aplican en el medio dificultan el relacionamiento entre los fabricantes de semiconductores y las demás empresas.
Hay que ser minero
La demanda crece, pero no hay oferta. En el primer trimestre de 2021, según los datos de la consultora IDC, el mercado global de computadoras personales creció 55%. Los consumidores empezaron a pagar un fuerte sobreprecio por los productos. Y no sólo de las computadoras: en esta bolsa también entran las tarjetas gráficas, celulares, consolas de última generación. Y hay un aspecto más: el hardware que se utiliza para minar criptomonedas, en auge en el último año y medio, también precisa semiconductores que estén a la altura.
Pero en particular, es el rubro automotor el que está sufriendo buena parte de esta crisis. El último caso fue el de la empresa española Seat, que el 13 de diciembre anunció el cierre de una de sus fábricas hasta pasadas las fiestas porque no tiene suficientes semiconductores para satisfacer la demanda de su modelo Cupra, según informó El País de Madrid. Está previsto que recién el 10 de enero se pueda retomar la producción.
Sólo en el último tiempo se han anunciado nuevas inversiones para aumentar la producción de semiconductores. TSMC, el principal fabricante a nivel global, inició las obras para una planta de fabricación de chips en Arizona y está conversando con el gobierno alemán para abrir otra fábrica allí, según informó Bloomberg.
Samsung, por su parte, anunció el miércoles una alianza con IBM para desarrollar un nuevo diseño de chips que mejore el rendimiento y la gestión de la energía. También en Arizona, Intel invertirá más de 20.000 millones de dólares para dos nuevas fábricas. GlobalFoundries, por su parte, instalará una nueva fábrica en Nueva York, al tiempo que la también estadounidense Texas Instruments buscará acercarse a los cuatro principales fabricantes de chips con una inversión de 3.100 millones de dólares en una nueva fábrica que se instalará en Dallas.
Sin embargo, habrá que esperar a que estás fábricas estén operativas. Mientras tanto, la crisis de los semiconductores se acrecienta. Los especialistas hablan de que el comienzo del fin de la crisis puede llegar en 2023, pero para eso habrá que atravesar primero el año 2022, que se avizora como el más complicado.