Hay quienes tienen miedo y no quieren que llegue la noche. Saben que no van a poder dormir y que al otro día se van a sentir pésimo. Están los que lo dejan pasar, piensan que será algo esporádico. Entonces siguen con su vida como si nada. Buscan entretenerse con alguna pantalla que los logre cansar, aunque eso no resulta. Entonces prueban con esas pastillas que le recetaron a un conocido y que tanto resultado le dieron. También están los que se acostumbraron a no dormir más de cinco horas por día. Y dicen que funcionan, que está todo bien.
Para algunos la noche no alcanza. Para muchos otros, puede ser demasiado larga. Este escenario no es nuevo. Tampoco es producto de la pandemia, más allá de que todo lo referido al coronavirus lo haya exacerbado. En enero de 2020 la Organización Mundial de la Salud alertó que 40% de la población del planeta duerme mal. Y entre los 88 trastornos de sueño que el organismo reconoce, el más frecuente es el insomnio.
La neuróloga especializada en medicina del sueño y presidenta de la Asociación de Sueño del Uruguay, Cecilia Orellana, dice que la prevalencia de trastornos de sueño en Uruguay es “bastante elevada” y que durante la pandemia la situación empeoró. La consultada cita una encuesta que se hizo a 1.000 personas de seis a 83 años entre abril y mayo de 2020 desde el servicio de Neurología del hospital Maciel: 42% declaró tener patologías asociadas al descanso.
Antes de la cuarentena voluntaria, el insomnio (el trastorno del sueño más frecuente; el segundo tiene que ver con los roncadores) afectaba a 15,7% de los uruguayos. El año pasado esa cifra se elevó a 27%, lo que incrementó la demanda de fármacos.
Hace algunas semanas una estudiante de Psicología compartió en TikTok un truco que le enseñó un profesor para combatir el insomnio: hacer una lista mental de cosas que no tengan ninguna relación entre sí. “Papas, Tarzán, violín”, ejemplifica. En cuestión de horas, el video llegó a millones de reproducciones. Entre miles de comentarios, hay quienes le agradecen porque esa estrategia les cambió la vida. Otros cuentan que no les funcionó. Y cerca de 10.000 usuarios dejaron su “me gusta”.
Pero el insomnio no es un tema que deba tomarse a la ligera ni que siempre se solucione con un truco. Esa acumulación de noches en vela puede terminar generando un deterioro cerebral importante.
“En el corto plazo, el mal descanso afecta nuestra mente con signos de agotamiento. Luego de que el insomnio continúa por varios días empieza a alterarse el humor. Las personas suelen estar irritables y no rinden adecuadamente. Si eso persiste, esta alteración del humor puede ir en la línea de la depresión”, alerta el psiquiatra Freedy Pagnussat. En ese sentido, explica, con el insomnio prolongado el cerebro se va vaciando de sustancias fundamentales como la serotonina, que se conoce como el “neurotransmisor de la felicidad”.
A su vez, Pagnussat advierte sobre investigaciones que comprueban que quienes suelen dormir pocas horas son los primeros en padecer demencia senil. El psiquiatra no se refiere únicamente a aquellos que tienen identificado su insomnio como un problema, sino también a “los insomnes de toda la vida que suelen decir con orgullo que no duermen más de cuatro o cinco horas y están bien. Las personas que toda la vida durmieron un promedio bajo de horas son las primeras en tener un deterioro del tipo del alzheimer”.
En la misma línea, Orellana recordó que el descanso es una función fisiológica indispensable, como comer y respirar. “El sueño nos permite mantener la homeostasis del organismo, regula el humor, favorece la función cardiovascular y la consolidación de la memoria. Dormir bien ayuda a fortalecer el sistema inmune”, listó la especialista, y agregó que, al dormir, segregamos neurohormonas claves como la del crecimiento, la prolactina, la leptina y, fundamentalmente, la melatonina.
Entre la diversidad de casos, Orellana diferenció el insomnio crónico, que prevalece por más de tres meses, del de comienzo reciente. Pagnussat también separó al insomnio que suele estar asociado a la ansiedad del que se relaciona con casos de depresión.
El llamado insomnio de conciliación es aquel bajo el cual se presentan dificultades para conciliar el sueño una vez que la persona se acuesta. Quienes padecen este trastorno suelen dar vueltas en la cama y giran la almohada para lograr descansar. Varios de estos pacientes pueden mejorar llevando a cabo medidas de higiene del sueño.
Por otro lado, el insomnio de mantenimiento es aquel en que la persona se duerme con facilidad pero se desvela en repetidas ocasiones y no se puede volver a dormir. “Este caso es más típico de los estados depresivos: quien lo padece se muestra con un ánimo decaído y un humor triste, pero con una depresión que a veces no es muy evidente ni para sí mismo ni para los que están cerca”, explicó Pagnussat.
Ambos médicos señalaron tratamientos que no necesariamente implican medicación. Se pueden seguir recomendaciones que tienen que ver con mantener horarios regulares para acostarse y levantarse y evitar estímulos significativos en la hora previa a dormir. Orellana también indicó que en Uruguay se hacen tratamientos de somnología comportamental, llevados adelante por psicólogos, que imparten técnicas de relajación y mindfulness para disminuir la ansiedad.
No obstante, ocurre con frecuencia que personas con insomnio recurran a fármacos sin recetas. “Automedicarse es muy habitual, pero esto suele despertar otros problemas: el acostumbramiento, la adicción y el aumento de la tolerancia, porque suelen usarse benzodiacepinas, que tampoco resuelven el problema”, afirmó el psiquiatra, y remarcó que al haber “tantos tipos de insomnio como personas”, el tratamiento tiene que ser personalizado, apuntando a lo que provocó ese trastorno. “El insomnio no es más que un síntoma; el tema es tratar la enfermedad que lo provoca. No alcanza con mejorar la rapidez con la que se duerme”, concluyó el psiquiatra.
En el marco del Día Internacional del Sueño ‒que se celebra el 19 de marzo‒ se desarrollarán a lo largo del mes charlas virtuales a través del canal de Youtube del Colegio Médico.