Cada generación puede ir mejorando el entorno de acuerdo a las necesidades de los niños y puede debatir sobre los cambios que surgen, compartir soluciones. Estos ejes atravesaron el conversatorio Niñeces y ciudad, en el marco del curso de educación permanente “El juego no se detiene” (proyecto CSIC “El derecho a la ciudad de niños y niñas”, Universidad de la República, Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo-FADU, EUCD, Facultad de Psicología, grupo Reactor). Se trata del primer conversatorio de una serie que contará con invitados internacionales. “El curso es teórico-práctico y en esta primera parte vamos a hacer un trabajo de observación en los barrios, para ver si están a medida de los niños. Tomamos como piloto Ciudad Vieja. Vamos a observar si habilitan los espacios necesarios para el desarrollo lúdico, el desarrollo psicomotor. El curso está dentro de un proyecto de investigación de la FADU con la Comisión Sectorial de Investigación Científica [CSIC] y el Plan Nacional de Cuidados. La idea del proyecto es justamente definir estrategias para el codiseño de espacios urbanos junto con niños, escuelas, familias, centros de primera infancia, para dar calidad y habilitar espacios de juego en la ciudad”, detalló Adriana Goñi Mazzitelli, del departamento de Resiliencia y Sostenibilidad (FADU), coordinadora del curso junto con Rosita de Lisi (EUCD) y Analía Duarte (Facultad de Psicología).
Los conversatorios son abiertos a todo público; el segundo está previsto para fines de mayo, lo están preparando junto a Familias por la Escuela Pública con el título “Escuelas abiertas al territorio”. Goñi indicó que se busca construir maneras de que se potencien mutuamente, con aulas al aire libre, por ejemplo; que es bueno que haya tanto una exploración del territorio por parte de la educación, como contar con una red de actores y de espacios detectados para organizar en conjunto cosas que quizás ya suceden espontáneamente, como las huertas urbanas para hacer recorridos o clases de biología. En suma, tener lugares identificados y buscar la manera de dar continuidad a ciertas prácticas, o encontrar espacios que puedan suplir dificultades y que puedan estar ya trabajando en conjunto. “Otra historia interesante son los trayectos de la escuela a casa en la que tener una red de espacios sensibilizados, de comerciantes, de vecinos; les dan una mayor autonomía a los niños”, indicó Goñi. El último conversatorio tendrá lugar en junio, coincidiendo con el cierre del curso. Los interesados en recibir más información pueden escribir a [email protected]. Las charlas quedan colgadas en YouTube: ladiaria.com.uy/U9B.
Gestión colaborativa
Estas instancias abiertas, como señaló la consultada, permiten demostrar la importancia de afrontar incluso los problemas de mañana: “Es liberar a los niños de los futuros temas que van a ser desafíos urbanos a través de priorizar el estudio de los espacios aptos para ellos, tanto abiertos como cerrados, y evaluar si la ciudad los brinda. En tiempos de pandemia se hace más evidente la necesidad de tener ese tipo de espacios. Por ejemplo, qué pasa cuando el invierno empiece a llegar, qué pasa sin escuela, qué pasa sin los espacios accesibles, que hacen de soporte a precariedad habitacional y a la dificutad también de las familias de afrontar costos de servicios o actividades privadas para los niños”, se pregunta. “O sea, qué nivel de bienestar tenemos en los barrios, sobre todo pensando en niños, y nos vamos a veces hacia los adolescentes, porque es como hacer el seguimiento de la temática: estamos entre primera infancia, infancia y adolescencia. Entonces, ese es el razonamiento, dar vuelta la mirada y ver el derecho que tienen a una ciudad de cierto tipo, cuando generalmente están invisibilizados y en lo último que pensamos es en ellos. Se ve ahora, que no hay medidas alternativas o paliativas; el espacio público está abierto y hay un gran uso”.
Reconquistar la vereda
“Hay una batería de estrategias que se puede utilizar si uno trabaja con la escuela, que es como el centro de agregación de los niños y también el lugar en que los padres se conocen en un barrio, si esa red está ya conformada, y se ayuda para crear sinergias y tener un trabajo prolongado y estable en ir mejorando el territorio”, argumenta Goñi. “La clave es salir de las opciones propuestas en la sociedad contemporánea, de responsabilidades individuales, donde cada uno tiene que ocuparse de su familia y si no, lo que hay afuera son servicios pagos o cuestiones que no apuntan tanto a lo comunitario. En otras áreas de la ciudad sabemos que lo comunitario pesa muchísimo porque son estrategias de supervivencia. Pero en otras hay que reforzar esa red de escuela-territorio-padres, que sean una comunidad activa, que vayan construyendo esa ciudad más a medida de los niños y que se vaya poco a poco retomando la vereda, el espacio público, no tanto con la visión de la seguridad y el encierro, el armar lugares de juego homologados”. Goñi habla del codiseño, que tanto los niños indiquen a los adultos qué necesitan como que los adultos participen para asegurar el derecho de esos niños: “Que cuando se planifiquen las cosas esté entre las prioridades considerar las necesidades tanto físicas como psicológicas de niños y adolescentes”.