Desde que los suecos les dieron el gran empujón, los dramas policiales que incluyen escenarios montañosos y nevados, crímenes truculentos y secretos ominosos de pueblo chico se suceden a una velocidad que hasta se vuelve difícil, pasados algunos meses, diferenciarlos en la memoria. El género se volvió un cliché, pero hasta los clichés pueden ser llevados adelante con mayor o menor destreza, y hay que reconocer que Francia no se destaca por la calidad de los suyos. El último estreno de Netflix en esta materia es El bosque (La forêt, 2017), una miniserie de seis episodios que transcurre en Montfaucon, un pueblo de las Ardenas al que acaba de llegar un nuevo capitán de Policía (Samuel Labarthe), aparentemente soltero o viudo y padre de una adolescente. El primer día de clases de la hija del capitán en la escuela coincide con el de la desaparición de Jennifer (Isis Guillaume), una estudiante de 16 años que no demorará mucho en aparecer muerta en el bosque. Pero Jennifer estaba algo extraña desde hacía días, y el asunto no había pasado desapercibido para Eve (Alexia Barlier), la joven profesora que, como descubriremos rápidamente, tiene también un pasado misterioso que la vincula con el bosque.

Al misterio de la muerte de Jennifer se agrega inmediatamente la desaparición de sus dos amigas, Oceane y Maya. La primera es hija de un hombre con antecedentes penales, bebedor y violento; la segunda, en cambio, es la hija mayor de un matrimonio bien avenido, compuesto por un padre hogareño y amoroso y una madre algo estresada pero buena, que, además, es oficial de Policía.

Es difícil entender por qué no se separa inmediatamente a Virginie (Suzanne Clément) del caso de la desaparición de su propia hija, pero tendemos a justificar ese y otros errores evidentes de la investigación porque, a fin de cuentas, se trata de un pueblo pequeño y el comisario es un recién llegado. Para no seguir develando misterios, digamos que lo bueno de esta serie –además de su brevedad– es el escenario, aunque hasta eso es un tanto inverosímil, porque se trata de un bosque peligrosísimo por el que, sin embargo, pasa todo el mundo. Sobre el guion, los personajes o la anécdota, lo mejor es no decir nada, aunque conviene advertir desde ya a quienes se preparen a verla que no se van a encontrar con una pieza memorable.

Frío, frío

Bastante más al sur se ubica la acción de Glacé (2016), otra miniserie francesa de seis episodios con pareja de policías y crímenes truculentos en una población aislada. Ambientada en los Pirineos, arranca con el descubrimiento del cuerpo decapitado de un caballo en la estación superior del teleférico, y rápidamente se va orientando hacia la revisión de algunos casos criminales especialmente horribles que involucran a un psicópata recluido en un hospital psiquiátrico. No faltan los problemas de alcoholismo del policía, las habilidades manipuladoras del psicópata ni las complicidades corruptas que hacen posible el ocultamiento y la venganza. Una vez más, en esta serie no se lucen los guionistas ni los actores, pero para compensar hay un buen número de tomas cenitales que permiten disfrutar del esplendor de las montañas nevadas y cobijarse con ganas cerca de la estufa.

Más prometedora era La Mantis (La Mante, 2017), siquiera porque Carole Bouquet se encargó de darle cuerpo a la protagonista, Jeanne Deber, una asesina serial cuyo apodo da nombre a la ficción y que lleva 25 años encerrada en una prisión de máxima seguridad en algún lugar remoto de la campiña francesa. La historia empieza con una serie de crímenes que imitan a los cometidos por la Mantis, así que la Policía decide consultarla. Ella acepta, con una sola condición: que su interlocutor sea su hijo, al que no ha visto desde que fue detenida y que, ya adulto, es detective de homicidios. Son, como en los casos anteriores, seis episodios, pero el guion, sin ser especialmente original –de hecho, el tópico del detenido que resuelve casos policiales ya era viejo cuando Hannibal Lecter lo popularizó–, es menos lineal que los de El bosque y Glacé. La atracción de la historia, sin embargo, no está en los crímenes, sino en el teleteatro: todos queremos saber qué pasa entre la Mantis y su hijo y, sobre todo, queremos perdonarla a ella, tan distante, tan gélida y tan hermosa.

Tres opciones policiales con violencia sexual y homicidios imaginativos, paisajes boscosos y de montaña e historias simples sin prensiones de creatividad y cuidadosamente despojadas del costado de crítica política que suelen cargar las ficciones nórdicas. No son buenas, pero son lindas.

El bosque, Carma Films, 2017 | Glacé, M6, 2017 | La Mantis, TF1, 2017. Las tres disponibles en Netflix.