Esta es una de esas novelas, como Rabia (Sergio Bizzio, 2004) o Ave del Paraíso (Joyce Carol Oates, 2010), en las que se cruzan dos vidas que nunca tendrían que haberse cruzado. Y claro, las consecuencias son trágicas.

Todo empieza cuando Mark Breakstone, un soltero de cara rechoncha con un buen empleo, conoce a Karen, una muchacha de casi 40 años, más bien apocada pero con buen físico. Ninguno de los dos había llegado soltero a esas alturas por casualidad: podría decirse que las habilidades sociales no eran su fuerte, así que el empujón dado por algunos amigos en común hizo por ellos más de lo que habrían podido hacer librados a su suerte. Nadie diría que se apasionaron, pero se cayeron bien y asumieron que podrían casarse. Eso es, finalmente, lo que se espera de una mujer y un hombre sanos y fuertes que no enfrentan problemas económicos. Y si los primeros años de vida en común fueron emocionantes y divertidos, la gloria habría de llegar con Heather, la hija, el producto mejor logrado de un emprendimiento exitoso.

La historia tiene sólo cuatro personajes: por un lado, los tres Breakstone (Mark, Karen y Heather) y por el otro Bobby, el error, el desvío en una trayectoria limpia y destinada a brillar. Los demás humanos cumplen apenas papeles operativos secundarios, y, por lo tanto, no necesitan tener nombre. Se los identifica según su función, siempre relativa y satelital respecto de los protagonistas: el Padre, la Madre, el Novio, el Trabajador. Por cierto, los protagonistas tampoco hablan entre sí: todo lo que sabemos de ellos, su aspecto y su carácter, sus preferencias y sus sentimientos, sus anhelos y hasta sus conversaciones llegan a nosotros mediados por el narrador, que los conoce como nadie y que sabe en todo momento hacia dónde van. Nosotros, en cambio, sabemos que no van a buen puerto, pero no somos capaces –no se nos ha revelado lo suficiente– de imaginar de qué forma, en qué orden y a manos de quién se precipitará la tragedia. Punto para el narrador.

Absolutamente Heather (una traducción que no hace justicia al título original: Heather, the Totality) es la primera novela de Matthew Weiner (Baltimore, 1965), creador, guionista y productor ejecutivo de la exitosa serie Mad Men (AMC, 2007-2015) –y también guionista y productor ejecutivo de Los Soprano– y director de la mucho menos exitosa comedia Are You Here? (2013), y se ha dicho que muestra la influencia de autores como Richard Yates, Patricia Highsmith y John Cheever. Es verdad, en parte. La pareja Breakstone podría haber sido imaginada por Yates, y el clima de amenaza y peligro que tensa las poco más de cien páginas recuerda a Highsmith. Pero hay algo de ominoso y melodramático que se derrama de la anécdota y que evoca también a Oates. Algo que se desprende de la coyuntura de clase de los personajes, de la manifiesta imposibilidad de que sus caminos lleguen a cruzarse, y de la certeza de que se cruzarán.

Bobby es una bala perdida. Hijo de una madre adicta y de padre desconocido, cometió crímenes de los que salió inexplicablemente impune y llegó por azar a la camioneta que lleva a obreros ocasionales a trabajar en las obras de refacción de un lujoso edificio de Manhattan.

Weiner no le dedica a Bobby tanto espacio narrativo como a los Breakstone, porque no es necesario: lo único que hay que decir es que sufrió abusos y privaciones, que nadie se ocupó de él, y que es apenas un manojo de instinto y desesperación. De Heather, en cambio, aunque se nos dice poco, lo sabemos todo. Acompañamos la evolución del matrimonio de sus padres, supimos que Karen se consagró a su crianza y que Mark aceptó de mala gana pero con resignación el lugar secundario al que fue desterrado; entendimos que Heather no sólo era el mayor tesoro de esa familia, sino que era, además, objetivamente hermosa, encantadora y buena. Sentimos el miedo de saber que una criatura así, celestial, perfecta, sólo podía atraer lo peor.

Eficaz guionista, Weiner introduce el asunto de las reformas en el edificio para que esas dos fuerzas contrarias de la naturaleza puedan cruzarse en algún punto del vasto universo. Una vez producido el encuentro, sólo había que sentarse a esperar que explotara la bomba.

“Su código postal se situaba casi en el número uno de los más ricos del país y su Padre no producía nada y su Madre no hacía nada y su apartamento no era gigante pero sí innecesariamente lujoso y repleto de terciopelo, y gastaban demasiado y tiraban demasiado, y lo peor de todo es que les daba igual. ¿Cuántas islas tropicales iban a visitar antes de percatarse de la pobreza galopante justo al otro lado de la verja del resort? Sus padres no eran malas personas, pero vivían en el bienpensante delirio de que se merecían todo lo que tenían”. A los 14 años, Heather ya sabe que es una privilegiada, y sabe también que sus padres no lo saben, porque no les importa. Porque ella, Heather, es suficiente para justificar su matrimonio y sus vidas ajenas a toda incomodidad, a todo riesgo. Pero la autoconciencia, como es sabido, puede destruir a los héroes y causar su desgracia.

Como obra debut, esta primera novela de Weiner no pasa vergüenza. Breve, concisa y con un manejo hábil de la tensión narrativa, no se propone más de lo que puede dar y resuelve con destreza y economía las necesidades del relato. Se lee rápido y se queda un buen tiempo en la cabeza. No se puede pedir más.

Absolutamente Heather | De Matthew Weiner. Montevideo, Editorial Planeta, 2018.