“En algún lugar, por una autopista desierta / Ella maneja una Harley Davidson / Su largo pelo rubio volando en el viento”. Estos son los primeros versos del irresistible estribillo de “Unknown Legend”, tal vez el último de los temas de Neil Young que pasó a formar parte de su larga lista de clásicos. Asomó por primera vez en su discografía abriendo Harvest Moon (1992), pero confirmó sus privilegios recién un disco más tarde, al formar parte de su Unplugged (1993) y conservar su atracción nada menos que al lado de himnos como “Pocahontas” o “Like a Hurricane”. Es que hay algo en esos versos y esa melodía que destilan lo más accesible de la esencia Young, y ese algo tal vez esté vinculado con Pegi Young, su destinataria, la mujer que mejor supo contenerlo y también ayudarlo a abrirse al mundo, según él mismo lo explicó en Shakey (2002), la biografía firmada por Jimmy McDonough.
Por entonces, cuando le dedicó aquel tema, Neil llevaba 15 años casado con ella, en una relación que se prolongó durante más de tres décadas. Pegi es la madre de su hijo Ben y su hija Amber, y si bien Amber heredó la epilepsia de Neil, el caso de Ben fue más trágico, ya que fue su segundo hijo consecutivo en ser diagnosticado con parálisis cerebral. El primero fue Zeke, fruto de su conflictiva relación con la actriz Carrie Snodgress. Pero la de Ben fue una parálisis tan severa que ninguna escuela podía contenerlo, así que Pegi terminó poniéndose al frente de la creación de Bridge School, una institución educativa especializada en niños con esa enfermedad. Se fundó en 1986, cuando Ben cumplió ocho años, gracias al cuarto de millón de dólares recaudado en un megarecital presentado por Robin Williams y en el que participaron –ademas de Neil– Bruce Springsteen, Tom Petty y Don Henley, entre otros. El rito del concierto para recaudar fondos se repitió casi anualmente, y la lista de artistas convocados por la propuesta benéfica es amplia y ciertamente impresionante, desde David Bowie hasta Patti Smith, pasando por Lou Reed, Norah Jones, Tom Waits, R.E.M. y Willie Nelson, entre tantos otros.
Pegi no sólo se dedicó a sus hijos, sino que también supo cantar con su marido, primero como parte de las Pinkettes, las coristas de la gira en la que presentó en vivo los rockabillys del disco Everybody’s rockin’ (1983), y luego debutando en la televisión nacional nada menos que en la mismísima noche del Oscar de 1993, acompañándolo en coros durante su interpretación de “Philadelphia”, que competía por el premio a la mejor canción (que terminó llevándose Bruce Springsteen con su tema “Streets of Philadelphia”). Pero además de acompañar a Neil, Pegi también hizo sus propios discos, el último fechado casi dos años atrás, titulado simplemente Raw (2017), o sea, “crudo”. Por entonces, habían pasado dos años desde que su marido se había divorciado de ella para luego casarse con Daryl Hannah. En “Why?”, el tema que abre Raw, Pegi se pregunta desde sus primeros versos, sin vueltas: “¿Por qué tuviste que arruinar mi vida? / ¿Por qué tuviste que ser tan malvado?”. Nacida con el nombre de Margaret Morton en San Mateo, California, Pegi murió de cáncer a los 66 años, justo el 1º de enero. Llevaba cuatro años divorciada de Neil, y seguía tocando en vivo junto a su grupo, integrado por músicos que habían acompañado a su marido –entre los que estaba el legendario organista Spooner Oldham, que ayudó a componer la mayoría de las canciones–, bautizados The Survivors, o sea, “los sobrevivientes”. Para el mundo del rock, con su muerte empezó otro año que seguramente estará lleno de despedidas. El signo de los tiempos, después de todo. Y por más de una razón.
Tal vez estemos traicionando la memoria de Pegi al recordarla justamente con una canción de su marido, al que dedicó en Raw temas con títulos tan inequívocos como como “Te di lo mejor”, “Demasiado poco, demasiado tarde” o “Justo cuando más te necesitaba”. Incluyó también una versión de “Estas botas fueron hechas para caminar”, el prepotente clásico de Nancy Sinatra, en el que las botas siempre amenazan con caminar sobre el destinatario de la canción, sea quien sea que la cante. Pero igual es difícil no volver sobre los versos de aquella otra canción, la de Harvest Moon y el Unplugged, en los que Neil recuerda cuando conoció a Pegi: “Ella trabajaba en un restaurante / Nunca vi a una mujer tan elegante / Solía hacer mi pedido sólo para verla flotar sobre el piso”. Por entonces, mientras trabajaba en el restaurante, cuenta la leyenda que Pegi vivía en una carpa. “Ella estuvo huyendo durante la mitad de su vida”, cantó también Neil en “Unknown Legend”, de la que sólo cabe esperar que nos siga sonando hermosa después del repaso de todos estos recuerdos y reproches. Una leyenda desconocida, de eso se trata. El destino de casi todas las mujeres en el rock. Ojalá que, en algún lugar, Pegi pueda seguir dejando a su pelo flotar al viento, siempre al mando de su Harley Davidson.