Tres minutos fue el tiempo que le llevó a Passenger vender su primer show solista en Uruguay; a los días decidió redoblar la apuesta y poner otra función más temprano el mismo viernes 8, y el resultado fue igual: a los cuatro minutos el público uruguayo había agotado el segundo espectáculo. Mike Rosenberg, el inglés que sigue actuando con el nombre artístico de su vieja banda, se enamoró de Uruguay y fue correspondido. Su primera visita fue el 20 de febrero, cuando actuó como telonero para su compatriota Ed Sheeran ante las 20.000 personas que fueron al estadio Centenario. El coqueto empezó sin escrúpulos en esa primera cita: acompañado de su ya clásico vaso de whisky, el británico brindó con los uruguayos y se fue para avanzar con su gira por Sudamérica, que no incluía Montevideo, y prometió regresar.

Para sorpresa de muchos, una semana después Passenger hizo una pregunta en sus redes sociales: “Chicos, ¿realmente quieren otro show?” y el hashtag #PassengerBackToUy fue tendencia en todas las redes; sólo en Instagram tuvo más de 46.475 me gusta. Al día siguiente era un hecho: el concierto estaba previsto para el 8 de marzo en Montevideo Music Box, que tiene capacidad para unas mil personas; las localidades se agotaron y eso rompió el corazón de muchos de sus fans, que comenzaron un segundo round en las redes para que se agregara otra fecha. El problema fue que su agenda sudamericana ya estaba diagramada: la única opción era hacerlo ese mismo día, pero de tarde. Apostó al amor uruguayo, que no le falló: la primera función matiné de su carrera también se agotó.

Haciendo gala de la proverbial puntualidad inglesa, el viernes a las 21.00 Passenger salió a recibir al público, que ya coreaba su nombre. El escenario estaba vacío; fondo negro, un micrófono y la bota amplificada que suena cada vez que la golpea contra el piso. Guitarra en mano, el británico comenzó con lo que serían las 14 canciones de la hora y diez que duró su espectáculo. “Nunca hice algo como esto en toda mi carrera”, dijo antes de los primeros acordes de “Fairytales and Firesides”, una vieja canción de 2010 que debería ser conmovedora pero despertó risas cómplices entre él y público: “Debería ser una canción triste pero ya empezamos riéndonos”, festejó entre verso y verso. Cuando la máquina de humo llenó el escenario, dijo: “Tranquilos, no se va a prender fuego”, y se escuchó el grito: “Vos sos un fuego”. Todo el show fue así: el público gritaba y él respondía; él pedía y el público daba.

El cantautor de 34 años tiende a repetir la forma de interactuar con la gente: cuenta su historia personal y cómo se refleja en sus canciones. Como muchos, comenzó siendo un artista callejero, un poco en su país y otro poco en Australia, donde conoció a Stu Larsen, telonero de sus shows y mejor amigo, como se encargaron de definir cuando se reunieron en el escenario para interpretar “Hearts on Fire”.

Fueron varios los momentos que emocionaron al británico. Antes de empezar a cantar “To be Free”, pidió silencio: era una canción especial. “Es sobre mi familia. Los padres de mis padres fueron judíos emigrantes; huyeron de los nazis en la guerra. Fue bastante complicado. Al final de la guerra se mudaron a Estados Unidos y abrieron una granja de pollos en New Jersey, una situación difícil; no suelo hablar mucho de eso. Mi padre se fue a los 17 años a viajar por el mundo y terminó con mamá. Nunca pensé en escribir esta canción. Estaba mirando el agua y las palabras iban saliendo; hoy es una canción que dedico a los refugiados: si alguna vez estuviste en esta situación, esta canción es para vos”, dijo, y se emocionó cuando el aplauso lo abrazó.

Los uruguayos no iban a dejar que ninguna de estas funciones fuera una más en la carrera de Passenger, por eso organizaron un par de intervenciones en cada una. En la primera, cuando llegó el turno de “I Hate”, que relata todas las cosas que odia, entre ellas a los “comilones exigentes que sólo comen pizza”, haciendo referencia a su pasado como chef, a “The X Factor, por asesinar la música” y a “la cara de Donald Trump”, integrantes del público uruguayo sacaron carteles que decían las cosas que ellos odiaban. En el segundo concierto, cuando cantó “Survivors”, sencillo de su último álbum, Runaway, el mensaje fue más emotivo: todos alzaron hojas impresas que decían: “Gracias por creer en nosotros”. Al final, el músico alzó su vaso de whisky y, emocionado, dijo: “Si algo puedo decir de mis experiencias anteriores es que de verdad, de verdad, creo en ustedes, Uruguay”.

También pidió disculpas por la eventualidad de que el concierto hubiera interferido con las actividades por el Día de la Mujer y dedicó la canción “I Love Her” a todas las presentes. Casi sobre el final de la noche, llegó el turno de “Let Her Go”, la canción que lo catapultó al éxito mundial en 2012. Iluminado por cientos de linternas de celulares, Passenger terminó esta canción emocionado y, secándose las lágrimas, comentó: “Voy a agradecer siempre este viaje a Sudamérica y este lugar; creo que está pasando algo mágico, Montevideo. Quiero volver pronto, aquí fui totalmente bienvenido. Han sido muy buenos y quiero que sepan que esto es especial y único”. Y cerró con un “I’m fucking grateful for this, you are fucking perfect”.