Ya es algo anunciado, un asunto al que nos referimos cada vez que podemos, pero parece que podemos seguir con ello: bajo los pies trágicos y desolados de la historia reciente del tango montevideano ha florecido el trébol de cuatro hojas.
No es la primera nota en la que hacemos notar el trabajo tan incansable como poco visible de las nuevas agrupaciones tangueras tendientes a lo “orquestal”. En esa línea, hablamos del colectivo musical orillero SULOV, o bien de la Orquesta Escuela Bien de Abajo, que dirige el maestro Néstor Vaz, que nuclean a jóvenes que se acercan a los misterios desconocidos y bohemios del tango. Una maldición melancólica casi inevitable para los habitantes del Río de la Plata. Hay un fantasma que pareciera colarse por los intersticios del tiempo y hacerle frente de manera gallarda y valiente al espectáculo infinito de la pavada, la música y las canciones pasatistas.
Ahora estos grupos dan su segundo paso, una vez que ha crecido la impronta, la cancha, el ir de escenario en escenario construyendo las nuevas visiones del tango. El año pasado, los primeros integrantes de SULOV que grabaron las canciones elegidas para su repertorio fueron Juana y los Heladeros del Tango, que con Crema (2019) abrieron el camino a que sus compañeros coparan las horas de grabación en los estudios de la ciudad. Ahora el grupo Malbaraje presenta su primer registro fonográfico con Del mismo río, una colección de obras nuevas y clásicos reconstruidos que configuran la banda sonora de un paisaje poderoso y, al mismo tiempo, limpio y cuidado. Del mismo río tiene la delicadeza y la fuerza de un gorrión de metal.
Lluvia de estrellas
Con una lista de diez temas, el disco del grupo mantiene un virtuosismo interpretativo para cada uno de sus instrumentos, y hasta juega con la cadencia beat de una milonga tradicional como “Baldosa floja”, que, con el swing fogoso de la versión, por momentos trae la reminiscencia de una gran cuerda de tambores al servicio del canyengue sensual que el arreglo propone, y no sólo por la percusión de tambor piano que allí aparece hecha en el fueye, sino por la forma en que la revisión del tema está escrita. Ahí, como en otros temas, la voz limpia, encaradora y suelta de Paola Larrama lleva la melodía con ciertos cambios que hacen contemporánea una canción de hace más de 60 años.
Algo similar sucede con la versión de “Desde el alma”, que en el arreglo de Javier Toledo (pianista y arreglador de todo el disco) cobra una dimensión moderna entre la música de cámara contemporánea y el “vals boston” original compuesto por la uruguaya Rosita Melo.
Por momentos, al inicio, el arreglo remite a la memorable versión de Susana Rinaldi aunque sin voz, pero luego el tema va cobrando una forma propia del grupo, desde la potencia de las armonías más ásperas hasta el lirismo del violín, como si la melodía fuera al viento, natural, impredecible y espontánea. Sin duda, en términos arreglísticos, un punto alto del disco.
La selección de temas cantados tiene algunos particulares a considerar. En principio, como señalamos con “Baldosa floja”, los temas van desde los clásicos del 40, pasando por la vanguardia de los 70 en el tema “Sin piel”, de Eladia Blázquez, hasta llegar a un tema propio con música de Toledo y letra del poeta Diego Rodríguez Cubelli, quien, en este caso, se anima a la ardua tarea de la letrística. La voz de Larrama hace que se note su presencia, su particular color y su cadencia pop, que, dentro del panorama de gargantas impostadas y masculinizadas que reinó en el tango uruguayo hasta no hace demasiado, y con esa falsa creencia de que cantar como locutora es cantar bien, logra sumarse al ambiente relajado de buenas cantantes jóvenes que han florecido como milonguitas de barrio, al decir de Héctor Negro.
Los arreglos para cada canción son de fuerte marcación y cadencia, sin perder por eso la delicadeza. Así, vemos el contrabajo y el violín abriendo un robótico panorama que resulta ideal para la temática de “Sin piel” (aunque digamos que no es la primera vez que ese tema lleva a ese lugar del arreglo) y deviene en la fuerza existencial de la letra de Blázquez; incluso, una fuerza similar puede verse en el tango “Nada”, de José Dames y Horacio Sanguinetti, que, sin embargo, combina de manera justa con lo dolido de la letra, sostenido por la delicadeza de la voz de Larrama y el violín interpretado por Juan Cannavó. Respecto del vals propio del grupo, “Olvido del mismo río”, se trata de una melancólica melodía, fina, precisa, fluida como la tristeza neblinosa que construyen los versos de Cubelli.
Finalmente, los tangos instrumentales no se quedan afuera de la asombrosa forma de arreglar que presenta el grupo: además de despuntar en “Desde el alma”, hay una irrupción clara con “Ahora sí”, compuesta por Toledo, y otros dos puntos altos con “La indecisa”, también una obra propia del grupo, y con el tango-fantasía “Lluvia de estrellas”, de Osmar Maderna, que cuenta con complejas colaboraciones de cada uno de los instrumentistas, especialmente el piano, lo que también recuerda a la extraordinaria versión del Sexteto Mayor con las teclas de Oscar Palermo, pero esta vez, como sucede, haciendo que el grupo se apropie del tema.
Aportando, por otro lado, a la visibilidad y rescate del repertorio de tangos uruguayos, el grupo grabó dos temas de Oldimar El Pocho Cáceres, referente fundamental del fueye oriental. Uno de ellos, un inédito que arrea una obra descubierta que, a lo mejor, pueda ser puerta de entrada a todos los tangos uruguayos que aún faltan por rescatar.
Desde el alma
Del mismo río convoca a una serie de jóvenes músicos que enfrenta el desafío –a veces ominoso– del tango y sale victorioso de un repertorio que logra ese equilibrio necesario entre lo clásico y lo novedoso, y especialmente lo contemporáneo, teniendo en cuenta la calidad de los temas nuevos que incluye el disco.
Allí están Sergio Astengo en el bandoneón, Germán Álvarez en el contrabajo, Juan Cannavó en el violín, Javier Toledo en piano, arreglos y dirección y Paola Larrama en la voz de este quinteto.
El disco, en sus diez temas, es una tormenta orillera que, en un ramalazo de buena música y, sobre todo, cuidadosísimos arreglos, abre el año con un episodio musical de buen tango.
Del mismo río, de Malbaraje. Montevideo, 2019.