El artista Ulay, nacido Frank Uwe Laysiepen, murió ayer en Liubliana, Eslovenia, como consecuencia de un cáncer linfático. Tenía 76 años.

Ulay era fotógrafo (fue consultor de Polaroid entre 1968 y 1971), pero su trayectoria en el ambiente artístico desde finales de los años 60 y en la década de 1970 estuvo marcada por la realización de obras performáticas que exploraban los límites físicos del cuerpo, tanto en el sentido de las identidades sexuales como de las formas mismas de la individualidad. Muchas de estas obras fueron concebidas y realizadas junto con la que era su pareja, la artista serbia Marina Abramovic. Compartieron 12 años de trabajo y se despidieron con una célebre performance en la Gran Muralla China, que recorrieron a pie, cada uno desde un extremo, para encontrarse en el medio, tras 2.500 kilómetros caminados, y decirse adiós. Volvieron a verse brevemente en 2010, cuando Abramovic estaba presentando en el MoMa una performance titulada La artista está presente. Se sostuvieron la mirada durante un conmovedor minuto, se tomaron por un instante las manos y se despidieron sin palabras. En 2016, en una instancia menos romántica en la peripecia de esa relación artística y sentimental, una corte de Ámsterdam dio ganador a Ulay en una disputa contra Abramovic por los derechos de las obras creadas en conjunto, condenando a la artista a pagar 250.000 euros a su ex compañero y a firmar como Ulay/Abramovic todas las obras realizadas por ambos entre 1976 y 1980, y como Abramovic/Ulay a las correspondientes al período 1981-1988.

“Me he enterado de la muerte de mi amigo y ex compañero Ulay con gran tristeza. Fue un artista y un ser humano excepcional. En un día como este es reconfortante saber que su arte y su legado vivirán siempre”, expresó Abramovic en su perfil de Instagram al conocer la noticia.