“La principal voz de la música y poesía fronteriza”, escribió Fabián Severo, mientras intentaba procesar la noticia: en la madrugada de este viernes falleció el poeta, cantautor y folclorista riverense Chito de Mello (1947-2020). “Un adelantado”, reconoce Severo, y agrega: “cuando nadie soñaba con mistura, él ya portuñolaba. Era nuestro cacique [...] con el arte no se transa, meu Nego. Los poetas no mueren, quedan encantados”.
De Mello trabajó por la reivindicación del portuñol (o misturado, como él lo llamaba) y la defensa del habla asociada al bagazo o la bagacera (en Rivera, asociada a la gente pobre), como alegaba su emblemático “Soy d’el Bagazo nomás”: “Y como no soy noyento / les canto en cualquier lugar / en los clus, en los buteco / los liceu, los festival / los tablado y los quilombo”.
El primero de sus –movilizadores– siete discos se llamó Rompidioma, en respuesta a la manera como los calificaban los montevideanos. Enseguida se convirtió en símbolo de su compromiso con los sectores populares y su definida postura política libertaria, a la vez que evocaba boliches y escenarios que reunían al pobrerío.
En su virtuosa y extensa obra exploró un camino propio que reivindicó la tradición, y que lo llevó a tocar milonga, chamarrita, tango y ritmos de origen brasileño, consciente del lugar que ocupaba como artista. “Cantar ‘por cantar’ no canto / qu’el canto es ‘cosa’ muy seria / rebeldía en la miseria / y bálsamo en el quebranto”, “Por eso que pa’cantar / no hago poses ni floreos / ni ensayo lindos gorjeos”, dicen los recordados versos de “Mi canto”.