En 1968, el musicólogo Lauro Ayestarán definía una tradición musical tan uruguaya como la murga o el candombe pero con mucho menos eco en la caja de resonancia de la capital: “Desde la segunda mitad del siglo XIX existe una expresión cultural en el norte de la República Oriental del Uruguay de música bailable a base de instrumentos de fuelle (acordeón y bandoneón). Esta música tiene sus raíces en la mezcla cultural multiétnica de la región rural al norte del río Negro que divide al país, una región de confluencia y conflicto histórico entre los mundos hispanoparlante y lusófono. Los ritmos principales más antiguos como: polca, habanera, y mazurca son adaptaciones locales de música popular europea y latinoamericana del siglo XIX y principios del siglo XX introducidas al Uruguay por medio de los grandes centros urbanos de la región y las distintas oleadas de inmigrantes”.
Durante mucho tiempo, estas bandas fueron la propuesta artística que animaba fiestas y celebraciones de la campaña: raids, kermesse escolares, yerras y encuentros familiares de distinta índole. A lo largo del siglo XX, con la incorporación de nuevos instrumentos y sonoridades, como el bandoneón, el bajo eléctrico y la batería, fueron ampliando su repertorio; a las polcas, habaneras y mazurcas sumaron chamamés, tangos, baiones o sambas y hasta algún ritmo de los denominados tropicales, siempre con la intención del baile como principal motivación. De allí la expresión “pa’ levantar tierrita”, que el músico Carlos Malo, difusor rochense de la polca, describe en la canción homónima, haciendo alusión a los patios de tierra, que para evitar la polvareda eran regados antes de comenzar las danzas.
Lejos de extinguirse, este tipo de formación sigue siendo de gran arraigo popular en todo el interior del país. Conjuntos como Los Gauchos de Roldán o Los Aparceros se encargan de mantener viva la llama desde las últimas décadas del siglo pasado, a la vez que registran de manera profesional este repertorio. Ya en los primeros años 2000 surgen nuevas agrupaciones, entre las que se destaca Sinfónica de Tambores, quienes en 2004 editan su disco debut, Ofrenda Lírica, y empiezan a moldear un nuevo cancionero lleno de hits criollos. Algunos de los músicos de la Sinfónica formaron después A Puro Viento, entre ellos el dueto de fuelles Eleno Lelo Fagúndez, con su acordeón de doble hilera, y Alberto Flaco Soares de Lima en el acordeón a piano, responsables de mantener vivo el fuego de estas tradiciones con sus fuelles. Otro mojón de esta historia es el disco Baile de campaña, que A Puro Viento grabó en 2011 junto al músico Jorge Nasser y que fue galardonado como mejor disco de folclore en los Premios Graffiti.
En la última década se puede constatar una suerte de nueva ola, con la aparición de agrupaciones integradas por músicos que rondan los 20 y 30 años, que le sumaron a esta tradición el uso de las nuevas plataformas para desarrollar su música. De esta camada se destacan Puro Chamuyo, de Tacuarembó, quienes el año pasado editaron su segundo larga duración, Músico de campo, con el sello Ayuí Tacuabé; y el conjunto duraznense Meta Fuelle, ganadores del Charrúa de Oro en el Festival Nacional de Folclore de Durazno. En esta generación también se inscriben los sanduceros Sin Estribos, quienes a principio de agosto presentaron un nuevo sencillo con videoclip incluido. Se trata de una versión del clásico riograndense Gaucho doble chapa (2017), del brasileño João Sampaio y el uruguayo Heber Artigas Armua Fróis, quien es conocido como Gaúcho da Fronteira. la diaria conversó con Jorge Buñevaz, integrante del conjunto sanducero.
¿Cómo está integrado Sin Estribos y cuándo surgió?
La banda se compone por seis miembros repartidos por la Ruta 3: Jorge Buñevaz [35 años] en voz y guitarra, Felipe Basso [19] en acordeón, Lucas González [21] en bajo y coros, Javier Tessadri [21] en guitarras, Luciano Barrios [20] en batería y coros, y Jean Pierre Bentancourt [20] en percusión. Nació en 2016, con algunos integrantes que se conocían de proyectos anteriores. Las ganas de formar un espacio en el que se pudiera componer eran enormes, así como ahondar en el repertorio tradicional, juntar experiencias, recorrer el país, e incluso experimentar nuevas sonoridades, pero siempre manteniendo firmes nuestras raíces. Sumado a lo profesional o artístico, hoy Sin Estribos es una familia en la que encontramos muchísima unión, así que, compartido con excelentes personas, el espacio se potencia.
¿Qué otras actividades tienen además de la banda?
La mayoría del grupo cursa estudios terciarios en varios ámbitos, desde ingeniería hasta música, hemoterapia, etcétera. Y la gran mayoría trabaja. Sin embargo, y por suerte, este proyecto tan lindo nos consume mucho tiempo todos los días.
¿Cuáles son sus influencias?
Hay un claro mapa de las influencias que tenemos y en los géneros que abarcamos. Desde la milonga más tradicional, chamarra, chamamé, polca y vanerão. Nuestro repertorio, tanto el de nuestra autoría como el ajeno, está comprendido dentro de estos géneros. Pero además admiramos a los grandes poetas de nuestra tierra, que van desde Aníbal Sampayo, Ruben Lena y Pablo Estramín a Miguel Ángel Palomeque, Alfredo Zitarrosa o Numa Moraes. En los escenarios se da la oportunidad de compartir algún momento con íconos de nuestro folclore. Permitirnos el encuentro entre colegas es un enorme mimo de los festivales.
Además de los escenarios se los nota muy activos en las redes sociales.
Nuestra música está disponible en todas las plataformas musicales, Spotify, Youtube, Deezer, MUS, etcétera. En setiembre de 2019 fue el lanzamiento de nuestro primer álbum extended play en formato digital, llamado Andares. En las plataformas digitales también se encuentran nuestros sencillos desde 2016 hasta la actualidad. Consideramos las redes sociales como una herramienta de comunicación directa entre el público y los artistas. Para seguir a la banda, enterarse en qué andamos y visitar otro tipo de contenido un poco más distendido y elaborado por nosotros, también estamos en Instagram, Facebook, Twitter.
“Este fenómeno es un logro de los compositores que ayer marcaron una huella para que hoy el folclore se mantenga más vivo que nunca”
¿Cómo ven a la escena folclórica?
De corazón, nos alegra un montón que en la actualidad y desde hace algunos años la nueva camada de folcloristas jóvenes crezca, porque eso es una clara muestra de que algo positivo está pasando con el género. De hecho, la juventud está escuchando mucho más, y eso sin duda despierta nuevos talentos. En gran medida, este fenómeno es un logro de los compositores que ayer marcaron una huella para que hoy el folclore se mantenga más vivo que nunca.