Cuando Zoe Gotusso era una adolescente se dio cuenta de que cantar, aquello que hacía a todas horas porque sí, era algo que podía interesarles a los demás. Así, en su Córdoba natal formó Salvapantallas, un dúo de covers junto a Santiago Celli. Youtube los consagró en términos de popularidad, y su versión de “Fue amor”, de Fito Páez, tiene unos 24 millones de visualizaciones. El grupo no dejó un escenario sin pisar, y se largó a interpretar canciones propias. Es sabido que Dios es argentino pero atiende sólo en Capital, y Salvapantallas se fue con la música a otra parte.
Ya en Buenos Aires, el grupo lanzó SMS, un álbum breve y representativo que contó con la participación de Jorge Drexler, pero la sociedad se enfrió y Zoe se puso a componer como nunca. Dice que en ese tiempo “vomitó” canciones.
Algunos años antes, en la casa de Zoe sonaba mucha música. Mucha. Había tres discos de Drexler que le rompían la cabeza: Sea, Eco y 12 segundos de oscuridad. Cuenta que miraba los créditos y todos llevaban la firma de Juan Campodónico como productor. Tanto se enamoró de esos trabajos que le escribió a Juan para que le diera una mano con Salvapantallas. Y Juan no respondió. “Mi realidad era distinta, no estaba lista. Creo que nuestro encuentro no era en ese momento”.
Los uruguayos y sus gestas. La vuelta olímpica, el “tuya, Héctor”, Maracaná, el SUN, Julio Sosa, y los contestados dulce de leche y Carlos Gardel. Más acá, Los Shakers y Los Mockers, Forlán-Suárez-Cavani, Natalia Oreiro, el Plan Ceibal, el Oscar de Jorge Drexler. Juan Campodónico.
“Cuando dejamos Salvapantallas, yo había escrito un montón de canciones, de las que tenía que hacerme cargo, y se me ocurrió volver con Juan”, dice. Y Juan dio el sí.
Mi primer día triste se cocinó en el estudio montevideano de Campodónico, con un equipo notable. Zoe se trajo a Diego Mema, su guitarrista, y acá los esperaban Hugo Fattoruso, Martín Ibarburu, Gabriel Casacuberta, Nicolás Arnicho, Julio Berta y Pablo Bonilla. Ahora ese disco rioplatense, fresco y sordo a las modas, anda por el aire del mundo, a un clic.
En un apartamento porteño, entre La Paternal y Chacarita, Zoe Gotusso está contenta y dice que no ve la hora de salir a tocar. Este es su momento.
A los 23 años sacás tu primer disco solista, con artistas que son más que sesionistas. ¿Siempre te sentiste música?
Creo que estuvo siempre. Pero antes de música, soy persona. Digo esto porque, si mañana dejo la música, que es re loco decirlo porque siento que lo voy a hacer toda mi vida, veo mi vida de otras formas. No haciendo música, sino otras artes creativas. Soy buena como creadora de ideas. Hoy elijo la música, y creo que la voy a elegir casi toda mi vida, pero siempre dejo la puerta abierta, por si un día tengo ganas de poner pausa a los discos y hacer otra cosa. Recién comienzo, tengo mucha hambre de música. Vengo de una familia muy melómana, pero ahora me estoy descubriendo como música. Recién a los 15 años empecé a cantar, pero creo que soy música desde los tres años. Recuerdo, siendo muy chiquita, el sentimiento de felicidad que me generaba una melodía. Desde chica hay canciones que me ponía mi vieja que me tocaban alguna fibra, pero a partir de los 15 me descubro como compositora de ideas, y recién a los 17 empecé a sacar mis primeras canciones. Ahora, a los 23, hice mi primer disquito sola. Este es un paso importante, porque es mi primer disco como compositora, como solista.
Que compongas desde los 17 no quiere decir que antes no fueras música, aunque no compusieras. ¡Hacer versiones no es malo!
Para nada. Con Salvapantallas empezamos haciendo versiones, porque no teníamos temas propios. Las subimos a las redes y explotaron, y en esa explosión, que yo no vi venir, mi deseo era ser compositora. Y si mi deseo era ser compositora y las versiones estaban explotando, me empecé a sentir un poco avergonzada por vender tantos tickets. Y me pasó algo re loco, que es un detalle. Siempre admiré mucho a Mercedes Sosa. Es una cantante que me atraviesa desde su voz. Y descubrí que ella no escribía canciones, era intérprete. Es una boludez compararse, pero a mí me sirvió. Es tan valioso escribir como interpretar. Si agarro una canción, la interpreto y te hago volar la peluca, me parece genial. Esa vergüenza que yo tenía, de vender tickets, de ser un boom de versiones, la superé. En este disco hay, de hecho, una versión de Jaime Roos, y siento que hay algo muy lindo en las versiones. Me lo dijo Juan [Campodónico], que fue quien me planteó la idea de poner un tema de otro autor en el disco. Elegí “Amándote”. Yo puedo tener A, B y C de condimentos, pero quizá el D no lo tengo. En las autorías de otros aparecen cosas que uno no tiene, y eso está bueno. No hay que tener vergüenza de interpretar. Es re lindo cuando alguien interpreta algo que escribió, pero no quita que lo otro sea igual de valioso. Eso lo aprendí en el camino, porque tenía un mal preconcepto con las versiones, y estuvo bueno sacármelo de encima.
Me gusta cuando es difícil detectar las influencias de un intérprete. ¿Cuáles fueron las o los cantantes que tomaste como referencia?
Nunca me había detenido a pensar quiénes fueron mis referentes como cantante. Creo que Mercedes Sosa podría ser una. Natalia Lafourcade otra. Julieta Venegas. Y Jorge Drexler, que es alguien en el que encontré algo muy lindo. Me enamoré de su forma de cantar porque siento que canta como habla. No hace un superrango de notas. Dice cosas. Y, cuando la gente habla como canta, está diciendo verdades, o se acerca a ello. Eso me enamoró, sin pensarlo. Ahora lo pienso y es fácil. Veo atrás y me doy cuenta de que me interpelaban esos cantantes.
¿Cuáles son esas verdades?
No hay una verdad. Hace poco me preguntaron cuándo una canción es buena, y me costó responder. Creo que es buena cuando la escucho y me entra, le creo a quien la canta. ¿A qué voy con esto? A que no hay reglas. Yo te diría que hago canciones cuando tengo cosas para decir, porque nada le gana a eso. Cuando hay contenido y algo que decir es sincero. Ahora, he compuesto un montón de veces de otra forma, porque hay un punto en el que está bien dejar de lado la inspiración y ponerse a trabajar. Juntarnos con los músicos y, en tres horas de estudio, sacar un estribillo. Y por ahí sale desde la constancia, y capaz que hasta es un hit. No lo sabés. No hay reglas, entonces. Trato de encontrar los bordes y de entender cosas, pero me cuesta mucho explicar. Es verdad que sí me puedo sentir más cómoda cuando tengo cosas que decir. Y decir qué es cuando me pasan cosas. Yo elijo hacer música en mis días. Cuando Zoe, mi persona, tiene un día feliz o triste es cuando tengo cosas que decir, en la tristeza y en la felicidad. Ese es un momento para escribir. Cuando la vida se pone plana, que no pasa mucho porque vivo en movimiento, no hay cosas que decir, y también está bueno. La quietud es parte del proceso.
Nombraste a Drexler, trabajaste con Campodónico e hiciste un tema de Jaime Roos. ¿Cuál es la conexión uruguaya y por qué venir a grabar acá?
Llego por los discos uruguayos que había en casa, que eran un montón. Había tres discos de Drexler, y los di vuelta y en todos decía Juan Campodónico. Hace cinco años me pregunté quién es Juan Campodónico, le escribí y no me dio bola. El año pasado le volví a escribir, me junté con él, le mostré las canciones y se re enganchó. Estuvo buenísimo, porque llegar a Uruguay fue un delirio. Una cosa es juntarme a cenar con él acá en Argentina, contarle, mostrarle las canciones, y otra es sumergirse en un estudio, y que suceda la magia humana, que sucedió. Te lo garantizo. Pero antes de que pasara, yo no lo sabía. Me fui a Uruguay por toda esta música que vengo trayendo de la región, y esta vez elegí Uruguay porque tenía esta idea de Juan, tenía candombes, de tanto escuchar a Drexler y a otros músicos uruguayos. Tenía ese toque un poco candombero, que lo tocaba mal; recién lo aprendí bien cuando fui al estudio. Y me parecía lindo ir a Uruguay y no traerlos a Argentina. Si me quería nutrir de Juan, era mejor ir a buscarlo a su hábitat. No llevé músicos; sólo fui con un amigo, Diego [Mema], que es mi compañero en la música y me ayudó a componer, a pensar en la guitarra, y me parecía lindo que Juan hiciera jugar a sus músicos: Hugo Fattoruso, Ibarburu, Gabi Casacuberta. Unos músicos increíbles. Yo no me daba cuenta, no dimensiono las cosas cuando me pasan. Cuando pasó el tiempo dije: “¡Qué locura! Si hasta hace un año yo no sabía quién era Hugo Fattoruso”. Esa frescura de no saber me ha traído cosas lindas, de afrontar cada paso con naturalidad, sin poner a la gente en lugares irreales, porque son humanos.
Grabaste un disco, que es algo que hoy no se valora tanto como los singles, y si son feats, mejor...
Pero yo quiero hacer discos porque escuché discos. Sin pensar, vomité canciones. En el último año de Salvapantallas escupí canciones, y eran tantas... Me hago cargo de todo esto: es un disco. Si mañana hago simples, los haré. Entiendo que hoy el mundo es de los simples, pero respeto los discos, siento que tienen algo interesante. Lo dijo Juan, y es que, cuando uno hace discos, las canciones están hablando entre sí, se potencian. Este disco es una foto mía de un momento, no es una canción. Es un año de canciones, y eso es súper lindo. Me salió así, y me hago cargo. Y me hago cargo de callarme la boca, salir a tocar este disco y mostrar algo nuevo recién cuando tenga otro. Seguro, en el camino se juega. Si me cruzo en el camino con un amigo con el que quiero hacer una canción lo voy a hacer. No tengo miedo de jugar de la forma que sea, pero me di cuenta de que me encantan los discos. Empecé a entender que quiero poner mi agenda, no la del mundo. No quiero sacar una canción cada 15 días. No me parece que sea lo que me dé felicidad. Voy a sumergirme un año entero, o dos, los que pida el disco, y ver cuándo tengo algo nuevo para decir, y que sea verdad. A mí me gustan los discos, y espero que los jóvenes vuelvan a encantarse con eso. Creo que, si lo que uno hace es sincero, funciona. A mí ya me funciona. Yo estoy feliz. Para mí, ir a Uruguay a grabar con esos maestros... No había otro mapa mejor para mí. Era un sueño, no podía imaginarlo así. Es perfecto. No sabía que la podía pasar tan bien con gente más grande. Unas risas y unos momentos tan mágicos que me sorprendieron. Me llevé un acelerado de vida, también.
Y te llevaste tremendo disco.
Re. Es lo que soñaba, pero no dependía de mí, no lo sabía. Agradezco haberme ido de Argentina para grabar. Creo que es muy interesante hacer discos en viajes. Yo me nutrí de los candomberos. Ojalá mañana pueda hacer un disco en Brasil, y nutrirme de sus ritmos. No quería ir a Estados Unidos, no quería irme lejos. Me siento más cerca de lo latino.