“Siempre desde la soledad de cada uno pero a la vez compartiéndolo con todos. Fue un proceso curativo, un poco terapéutico, porque fue la forma que encontramos para seguir unidos haciendo música. Y salieron estas versiones de las que estamos muy orgullosos”, dice Gabriela Martínez, bajista de Las Pelotas. Se refiere a Versiones desde casa (2021), el último disco de la banda argentina, que contiene ocho canciones del repertorio pelotero en plan íntimo y acústico.
En los primeros meses de 2020, cuando cayó la pandemia, Las Pelotas acababa de lanzar un nuevo disco de estudio, Es así, pero como casi todo en el mundo, quedó congelado, y no pudieron presentarlo. Así las cosas, por abril de 2020 empezaron a jugar con la idea de hacer algo desde sus casas. Lanzaron un video en YouTube con una versión de “Hasta que el sol” y luego le seguirían más en ese formato, con cada músico grabando con celular su aporte hogareño.
“También fue parte de un proceso de investigación. Siempre trabajamos muy en equipo, y de repente nos encontramos aislados, tocando y grabándonos solos. Pero fue una forma de seguir trabajando en equipo, porque cada uno seguía opinando y compartiendo lo que nos parecía cada instrumento, lo mismo que hacemos en un disco cuando estamos grabando todos juntos”, cuenta la bajista.
“Es así como pudimos ser / cuando las cosas nos llevaron lejos. / Sos igual que lo mejor de aquí, / las normas viejas no nos sirven más”, canta Germán Daffunchio en la primera estrofa de “Es así”, la que abre el disco homónimo, y ese último verso, como tantos otros, parece resignificado luego de la pandemia. Gabriela recuerda que Las Pelotas tiene varias canciones en las que pintaban una situación que luego sucedió, como el reggae “Solito vas”, del disco Todo por un polvo (1999), lanzado poco antes de que asumiera la presidencia Fernando de la Rúa. “Todos nos trataban de pesimistas y después se terminó yendo en un helicóptero, más solo que...”, recuerda la bajista.
En Versiones desde casa las canciones elegidas oscilan entre el optimismo, como “Cuántas cosas”, la que abre el álbum, y “Nada es real”, y algo más melancólico, para abajo, por ejemplo, “Como una estrella”: “Hoy quisiera recordarte / cuando estabas bien, / cuando aún reías. / No, no importa dónde fuiste, / no importa cómo fue, / porque aún hoy vives”.
Gabriela tuvo su primer contacto a conciencia con el bajo en la adolescencia, cuando escuchaba The Police y lo que hacía Sting con las cuatro cuerdas le parecía “súper llamativo”, porque quizás no desplegaba muchas notas pero sí bastante melodía. La música agrega: “Me acuerdo de que no tenía auriculares, entonces, me ponía los parlantes pegados a la oreja para tratar de ir educando el oído, encontrar el bajo y seguirlo. Ese fue uno de mis primeros recuerdos de decir ‘este instrumento me interesa, me gusta’, pero no conocía a nadie que tuviera un bajo para pedirle prestado a ver qué me pasaba. Así que me llevó unos años juntar una plata para comprarme uno y agarrar un bajo por primera vez. Yo venía tocando la guitarra desde muy chiquita”.
“A Ale lo extraño un montón”
Es sabido, pero siempre hay algún distraído: Las Pelotas fue una de las dos bandas que nacieron de Sumo, luego de la muerte de su líder, el tano Luca Prodan, en diciembre de 1987 –la otra fue Divididos–, y tuvo como cantante principal a Alejandro Bocha Sokol, durante 20 años, ya que falleció en 2008. “La gente pensaba que no teníamos mucho futuro sin Alejandro. Tuvimos que volver a conseguir plata para grabar y ponernos al hombro armar Despierta, que fue el primer disco sin Ale. Fue volver a empezar, con Germán cantando todos los temas. Alejandro era un gran amigo para mí y un frontman con un carisma impresionante. Pero le pusimos el pecho y acompañamos a Germán cantando, haciendo más coros para no dejarlo solo. A Ale lo extraño un montón, obviamente, pero tenía sus demonios con los que ya nadie podía luchar. Ya habíamos intentado de todo para ayudarlo”, dice la bajista.
Gabriela entró a Las Pelotas en 1993, cuando la escena del rock argentino seguía tan efervescente como en la década anterior. En ese momento tocaban, como mucho, en lugares para 1.500 personas, pero en el verano de 1995 fueron teloneros nada menos que de The Rolling Stones, en el Estadio Monumental de River, cuando los británicos pisaron por primera vez suelo argentino y los recitales internacionales masivos no abundaban. “Antes del primer show de los Stones no dormí por una semana, tenía unos nervios y una ansiedad... Después, llegar y ver ese monstruo de 100 personas trabajando, y ese escenario con esa lengua, me asombró y marcó muchísimo. Fue una experiencia muy fuerte. Yo había entrado hacía un par de años al grupo y no tocábamos en shows de esa magnitud ni de cerca”, recuerda.
La bajista dice que en el rock argentino actual le cuesta encontrar cosas que la asombren, y subraya que en las últimas dos décadas del siglo pasado “la escena era mucho más variada”, aunque aclara que el rock cambió no sólo en su país sino también en el mundo: “El rock se metió demasiado en un circuito más comercial y para eso tuvo que amalgamarse. Nosotros siempre fuimos una banda bastante al margen de lo que sucedía alrededor. En todos lados el rock pasó a ser un poco menos combativo y a buscar la canción que pegue. Pero se pierde enseguida, porque a veces el proyecto se hace conocido y desaparece”, remarca.
Pero Las Pelotas está lejos de desaparecer: luego de más de 30 años, sigue en el ruedo, como podrán comprobarlo todos los que vayan al Teatro de Verano este sábado a las 21.00. Las entradas para ver a la banda argentina se venden por Tickantel a 1.040 y 1.340 pesos.