“He buscado enriquecer mis desvanecidos recuerdos”, escribe Idea Vilariño en la introducción al libro Nuevo sol partido, de Humberto Megget, la principal voz poética subterránea de la generación del 45.

Así reconstruye esa deriva vital y literaria, detenida a causa de la tuberculosis cuando Megget tenía 26 años. Este 1º de mayo hubiera cumplido 95, una edad propicia para los homenajes, aunque no es raro, en su caso, que haya primado la distracción.

Unos días antes del aniversario Megget sale a mi paso, literalmente, desde el piso de la plaza Cagancha. Un vendedor callejero tiene, en su mikado de “todo a 100 pesos”, la edición de 1965 de ese libro, publicada por Banda Oriental.

La poeta y arquitecta Laura Alemán me hace ver que la tapa –esa extraña tapa– es una fotografía del célebre urnario municipal, obra de los arquitectos Nelson Bayardo y José Tizze, y del escultor Edwin Studer: 140 metros cuadrados de genialidad plástica y bastantes más de respetuosa funcionalidad para el último olvido, declarados Monumento Histórico Nacional en 2014.

En un diálogo abierto de manera casual en las redes sociales, el poeta Diego Cubelli postula que detrás de la imagen de esa tapa puede haber estado el arquitecto y exintendente Mariano Arana. La hipótesis se sostiene en otro poemario de Banda Oriental de la misma época, El sótano y otros poemas, de Enrique Estrázulas, cuya foto de portada sí es de Arana, vinculado con esa editorial desde que fue creada. El diseñador Rodolfo Fuentes comparte un retrato de Arana contemplando el urnario, y le suma verosimilitud.

La poesía es territorio de cruces entre múltiples disciplinas, así que vale la pena indagar un poco más en esa posibilidad. También poeta, también arquitecta, también Laura, Laura Alonso pone el foco en un estudio que están realizando la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de la República y la Intendencia de Montevideo acerca del urnario. La profesora Mary Méndez es una de las responsables de ese trabajo: un examen integral del edificio, de las patologías y el plan de conservación, que tiene muy pocos antecedentes en el país. Quizá, apenas, el que se hizo en su momento con la parroquia de Cristo Obrero, de Eladio Dieste, en Atlántida. Técnicos que extraen fragmentos y los colocan en probetas para estudiarlos en laboratorio para conocer la salinidad, los minerales que contiene, el proceso de degradación del hormigón. Este libro de Megget de 1965, con sus hojas amarronadas y las muescas de las mandíbulas de los peces de plata, merecería un análisis similar.

La profesora Méndez acerca un dato decisivo. En los archivos de la facultad hay una foto de Julio Navarro y Carmen Moreno. Parece que sí. Sí, es la misma de la tapa de Banda Oriental. No era de Arana, entonces. Era de Navarro. O de Moreno.

“La concatenación formal de los diversos elementos del proyecto expone el correlato entre las partes y la totalidad”. Lo dice la profesora Mary Méndez acerca del urnario. Podría decirlo Idea sobre el libro de Megget. La arquitectura y la poesía no son, en definitiva, dos islas tan distantes.