Cuando le preguntaron al poeta argentino Hugo Mujica cómo se había adaptado a las nuevas tecnologías, mostró un lápiz que llevaba consigo y dijo “perfectamente”. La escritura y las herramientas para escribir son muy posteriores a la capacidad de inventar historias y contarlas a viva voz. Baste pensar en esas dos obras fundacionales que son La Ilíada y La Odisea, producto de una larga tradición rapsódica que hemos simplificado bajo la grifa Homero.

En el siglo pasado, el disco de pasta fue un canal habitual para el registro de la creación de los escritores ‒recuérdese las ediciones de Casa de las Américas, de Cuba, o del sello uruguayo Carumbé‒ y más adelante el casete. No es imposible encontrar en la Feria de Tristán Narvaja la voz monótona de Pablo Neruda recitando su gigantesca “Alturas de Machu Pichu”, o haciendo su protopodcast piloto: Neruda relata: cuándo, dónde y el porqué de sus poemas (Groove, 1972).

Ya en formato CD, las ediciones de Visor son fundamentales. Si de todas las disponibles debe evitarse una y procurarse otra, evítese a toda costa Romancero gitano / Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejía (2008), de Federico García Lorca, leído por Margarita Xirgu (no es herejía, sino piadosa preservación del mito de la Xirgu) y procúrese Antología personal (2004), de José Agustín Goytisolo, ubicable también en Spotify, en especial para escuchar de voz del poeta “Palabras para Julia”, pero también para paladear en el caracol del oído el genial “A Hans Magnus Enzensberger le roban la maleta”.

En estas pampas, se sabe desde hace tiempo, el sello Ayuí Tacuabé tuvo la visión de incorporar a su catálogo una línea literaria. Ahora, varios de esos discos están accesibles en plataformas digitales. Así, es posible escuchar trabajos de largo aliento como los tres tomos de Memoria del fuego (2006), de Eduardo Galeano, o el Inventario (2002-2005) de Mario Benedetti. También una antología poética de Idea Vilariño titulada Poesía 1947-1991 y editada en 2004, de la cual, previsiblemente, “Ya no” es el texto que acumula más escuchas, aunque las tres cartas que incluye el disco digitalizado bien valen la curiosidad.

De todas estas opciones que Ayuí presenta en Spotify, un destaque particular merece la grabación Un viejo trovador (2003), de Washington Benavides. El poeta de Tacuarembó, prolífico y poliédrico, encuentra en este formato un canal privilegiado. Están ahí textos como “Las quemas” o “El instrumento”, luego musicalizados e interpretados por Eduardo Darnauchans, pero también joyas casi desconocidas como “Los trabajos de Kashushika Hokusai” o el falsamente coloquial “Poema de amor con salvedades”. Y si el escucha se anima a bucear también en Youtube, busque la espléndida versión de “Con los agujeros” que hizo el poeta en junio de 1999 en el Festival de Poesía de Medellín (Colombia). Ahí, con rostro de quelonio perspicaz, un Benavides de boina se presentó, sin la caparazón del prestigio de entrecasa, ante un público que se rindió enseguida ante la potencia trovadoresca de esos versos.