El actor francés Jean-Paul Belmondo falleció este lunes a los 88 años, según confirmó su abogado, Michel Godest, a la agencia AFP. “Estaba muy cansado desde hacía tiempo. Se ha apagado tranquilamente”, agregó Godest.
Bébel, como era conocido entre los franceses, saltó a la fama en 1960 y se convirtió en símbolo de la Nouvelle Vague por su participación en la película Sin aliento, (À bout de souffle) dirigida por Jean-Luc Godard. Con los años su carrera daría un giro hacia el cine comercial, convirtiéndose en una de las estrellas más taquilleras de Francia, y volviéndose blanco de críticas de quienes pensaban que había desperdiciado su talento.
“Cuando un actor tiene éxito, la gente le da la espalda y le dice que ha tomado el camino más fácil, que no quiere esforzarse ni correr ningún riesgo”, respondió en su momento, según recuerda La Vanguardia. “Pero si fuera tan fácil llenar los cines, entonces el mundo del cine sería mucho mejor de lo que es. No creo que me hubiera mantenido en el centro de atención durante tanto tiempo si estuviera haciendo cualquier basura. La gente no es tan estúpida”.
En su medio siglo de carrera trabajó con grandes directores de su país y el resto de Europa, como Jean-Pierre Melville, François Truffaut, Vittorio de Sica y Agnès Varda. Sufrió un accidente cerebrovascular en 2001 y su última aparición cinematográfica fue en 2008 con Un hombre y su perro, de Francis Huster. Los reconocimientos recién llegarían luego de su retiro, como la Palma de Honor a la trayectoria en el Festival de Cannes (2011), el León de Oro a toda una vida en el Festival de Venecia (2016) y el homenaje de la Academia de los César en la entrega de premios del cine francés (2017).
“Trabajé mucho. Parecía que no me lo tomaba en serio, pero yo quería triunfar”, dijo en 2015 a la emisora RTL. “Ahora descanso. No regresaré al cine o al teatro. Estoy disfrutando de la vida”.