Cuando un artista influyente fallece es fácil caer en exageraciones por querer resaltar su obra. Con Lee Scratch Perry, sin embargo, toda hipérbole parece tímida: una parte importante de la música popular del siglo XXI descansa de alguna manera sobre sus hombros. El hip hop, el concepto de remix, la cultura del DJ y hasta el reguetón y el trap están en parte vinculados a las experimentaciones que este músico jamaiquino hizo durante las décadas de 1960 y 1970 en estudios de grabación pobres y mal equipados.

Rainford Hugh Perry nació el 20 de marzo de 1936 en Kendal, Jamaica. Siendo un adolescente se trasladó a Kingston, donde comenzó a vincularse con la siempre efervescente escena musical de su país. Trabajó componiendo y produciendo música con los legendarios productores Coxsone Dodd y Joe Gibbs. Con ambos se peleó por motivos económicos, lo que lo llevó a fundar Upsetter Records, su propio sello discográfico. El nombre, que podría traducirse como “alterador” o, simplemente, “molesto”, provenía de uno de sus muchos seudónimos.

El sello sería fundamental en el desarrollo del entonces naciente reggae, y Perry jugaría un papel muy importante en el género desde el inicio con su canción “People Funny Boy”, editada en 1968. El tema, que ayudó a cimentar el nuevo estilo y fue un éxito popular en Jamaica, tenía una particularidad: el sonido del llanto de un niño usado como un elemento musical repetitivo a ritmo con la música. Es decir, lo que hoy se conoce como un sample usado en forma de loop; conceptos y técnicas que se harían omnipresentes un par de décadas después con el hip hop.

En 1969 Perry lanzó junto a The Upsetters, la banda que había creado para sus producciones, el reggae instrumental “Return of Django”. El simple con ese tema fue editado en Inglaterra y llegó al número 5 del ranking británico, desatando una primera ola de interés por el género en aquel país, fundamental luego en su popularización mundial. Todo esto hizo que su prestigio aumentara muchísimo en Jamaica, y llevó a que varios músicos quisieran trabajar con él. Entre otros, un trío vocal creado en 1963 e integrado por Bunny Wailer, Peter Tosh y Bob Marley, llamado The Wailers.

El grupo estaba en plena transición musical hacia el reggae; su disco anterior estaba más basado en el soul y en el ska, y buscaban que Perry los ayudara a encontrar su lugar en el nuevo género. El productor no defraudó: el álbum que grabaron en 1970 sentó las bases del sonido por el que serían conocidos globalmente unos años después. Usando una mínima instrumentación (batería, bajo, guitarra eléctrica y órgano), Perry añadió al grupo la base rítmica de The Upsetters, integrada por los hermanos Aston Family Man Barrett (bajo) y Carlton Barrett (batería), quienes a partir de ese álbum serían parte permanente de The Wailers. Además alentó a la banda a tocar temas sociales, políticos y religiosos (sobre la fe rastafari que todos profesaban) en sus letras, apartándose de la temática romántica anterior. Viendo las dotes de frontman de Bob Marley, Perry le cambió el nombre al grupo: Soul Rebels, editado en 1970, es el primer disco de Bob Marley & The Wailers. Para muchos puristas del reggae, ese álbum y el siguiente, de 1971, llamado Soul Revolution –también producido por Perry–, son la mejor obra del grupo. El productor diría años más tarde que él le regaló el reggae a Bob Marley.

Lo que no le regaló a nadie –aunque lo compartió ampliamente– fue el dub.

Futurismo

Las raíces musicales de Lee Perry estaban en los sound system. Estas discotecas móviles montadas en camiones para hacer fiestas bailables son uno de los grandes inventos culturales jamaiquinos y el germen de toda la cultura posterior de las raves. Popularizada en Jamaica a fines de los años 50, la movida del sound system fue fundamental en la difusión local del ska y el rockstaedy y en el nacimiento del reggae.

Pero los DJ no sólo pasaban música: creaban nuevas mezclas de las canciones, improvisaban letras sobre los temas instrumentales, alteraban el sonido y la velocidad de los discos. Estos artistas de las bandejas fueron el antecedente claro del hip hop y se volvieron tan populares como los músicos que reproducían y versionaban.

Perry estuvo en el centro de esa movida y fue, junto a King Tubby, uno de los creadores de la llamada música dub, que nació de esas manipulaciones de la música grabada con efectos de eco y reverberación. Él la llevaría a nuevos niveles en sus producciones de los años 70 desde su mítico estudio Black Ark, construido en el fondo de la casa de su familia.

Desde el pospunk al hip hop, pasando por el house, el techno e infinidad de subgéneros de la música electrónica para llegar hasta el reguetón, no hay casi estilo musical de las últimas dos décadas del siglo XX y las primeras del XXI que no haya sido tocado por el espíritu de Perry.

Fue en ese estudio rudimentario de sólo cuatro canales donde, usando la consola de grabación como un instrumento, el dub terminó de tomar forma, influenciando y dando origen a una cantidad de géneros de la música contemporánea. Desde el pospunk al hip hop, pasando por el house, el techno e infinidad de subgéneros de la música electrónica para llegar hasta el reguetón, no hay casi estilo musical de las últimas dos décadas del siglo XX y las primeras del XXI que no haya sido tocado por el dub.

Blackboard Jungle, de 1973, realizado por Perry con su banda The Upsetters, es considerado el primer disco de dub. Todo el groove, poder melódico y locura sonora del artista puede apreciarse en ese trabajo pionero. Entre 1976 y 1977 Perry llegaría a su cenit creativo con álbumes excelentes como Super Ape, de 1976 (también acreditado a The Upsetters y para muchos su mejor obra), y algunas producciones suyas para otros artistas, que muestran su enorme talento e increíble originalidad. Un buen ejemplo es el disco Heart of The Congos (1976), del dúo The Congos, que mezcla de manera única los sonidos orgánicos del reggae de raíz con sutiles toques electrónicos que suenan aún hoy totalmente modernos.

Las leyendas sobre su comportamiento excéntrico son tan extrañas como de difícil comprobación. La culminación fue el incendio intencional y la destrucción total de su estudio en 1979, algo que hizo, según dijo, para acabar con los malos espíritus que lo perseguían. Otras versiones indican que el músico incendió Black Ark para evitar pagar sobornos a las pandillas de Kingston que merodeaban el lugar.

Black Ark se tornó un lugar mítico; por allí pasaron The Clash y Paul McCartney, entre muchos otros, en busca de algo de esa magia en sus canciones.

Fue también en esa época que la locura de Perry se intensificó. Las leyendas sobre su comportamiento excéntrico son tan extrañas como de difícil comprobación. La culminación fue el incendio intencional y la destrucción total de su estudio en 1979, algo que hizo, según dijo, para acabar con los malos espíritus que lo perseguían. Otras versiones indican que el músico incendió Black Ark para evitar pagar sobornos a las pandillas de Kingston que merodeaban el lugar.

Después de ese acto extremo, Perry se radicó en Europa, donde vivió entre Inglaterra y Suiza. Su carrera en los 80 fue bastante errática, pero a fines de la década comenzó a vincularse con artistas más jóvenes, enormemente influenciados por su obra, como Adrian Sherwood y Neil Fraser, más conocido como Mad Professor. Sus colaboraciones con Sherwood en discos como Time Boom X De Devil Dead (1987) y From the Secret Laboratory (1990), más otras posteriores con Beastie Boys, Moby, The Orb o Animal Collective, entre muchísimos otros, hicieron que su nombre fuera reverenciado por una nueva generación de oyentes.

En las siguientes décadas Perry siguió colaborando con gran cantidad de artistas, ganó premios Grammy, incendió otro estudio (en Suiza, en 2015), tocó por todo el mundo, Uruguay incluido (en 2015 y 2017), y nunca dejó de hacer música.

Falleció el 30 de agosto a los 85 años. Es probable que nunca se haya oído un tema compuesto o producido por Lee Scratch Perry; es imposible no haber escuchado música influenciada por su obra.