Desde este miércoles y hasta el domingo 23 se desarrolla en Montevideo la cuarta edición del Festival Internacional Cinecannábico (FICC), con 30 películas de 15 países. Este evento ha ido creciendo año tras año, no solamente en la dimensión de sus actividades, sino también en la amplitud de temas en un mundo que viene superando algunos tabúes presentes en las primeras ediciones.

“Este año ampliamos un montón la temática”, contó a la diaria Malena Bystrowicz, codirectora del FICC. “Siempre tuvimos un criterio amplio en el tema de que sea cannábico, pero este año ampliamos aún más, porque nos dimos cuenta de que en estos cuatro años que lleva el festival cambió un montón la postura del mundo y de la sociedad frente al cannabis, incluso en leyes y derechos ganados en muchos países del mundo”.

Esto les permitió incluir otras sustancias, poniendo el foco en el prohibicionismo y los estigmas, dentro de la flamante categoría Otros Viajes. “Hay hongos, por ejemplo. El cocuy es una planta prohibida en Venezuela que usaban los pueblos originarios para hacer una bebida espirituosa. Estuvo prohibida desde los años 50 hasta ahora, cuando la ciencia empezó a reivindicar las propiedades que tenía y se está volviendo a usar. Una historia parecida a la del cannabis, pero en otra planta. O películas como Mateína (Peñagaricano y Abdala, 2021) que también hablan del prohibicionismo y no necesariamente del cannabis”, agregó Bystrowicz.

En total son cinco secciones temáticas. Además de la mencionada están Humos (“que es la más cannábica de todas”), Prohibido prohibir, cuyo título la describe bastante, Música (“porque hay mucha tendencia a hacer videoclips con temática cannábica”) y Tierra. “Tiene que ver con el cultivo, pero también con la explotación de la tierra y lo que hay detrás. Porque hay un montón de negocios y de trabajo detrás de esto”.

“Hay un documental en esta sección, un estreno, que se llama Trimmigrants (Gustavo Anselmi y David Kohan, 2022). En California, donde la marihuana es legal, en la época de cosecha van migrantes, sobre todo latinoamericanos, que están la mayoría en situación de vulnerabilidad. Van a hacer la temporada de cosecha porque cobran en dólares y hacen la manicure de la planta. Tiene que ver con el cultivo masivo y desromantiza la idea del sueño americano de ir a hacer la cosecha del cannabis, porque hay trata de personas y un Estados Unidos profundo con armas y racismo”.

Con respecto a temáticas que se repiten en las obras presentadas, Bystrowicz no sorprendió al nombrar a la pandemia como elemento muy presente. “El cine es un reflejo de lo que pasa en la sociedad, y se ve que empieza a elaborarse todo lo que nos pasó durante la pandemia. Hay un montón de pelis que tienen que ver con eso y con el rol fundamental del cannabis en la supervivencia y la salud mental de muchas personas durante el encierro”.

Además de las exhibiciones, algunas con presencia de directores y equipo de filmación, el FICC incluye conversatorios y actividades que profundizan sobre temas en particular, como en este caso la gastronomía, el campo laboral o el acceso universal al cannabis. “Y algo importante. Este año, como a nuestro público le gusta mucho el aire libre porque pueden fumar mientras ven pelis, en vez de una función en el Parque Rodó van a ser tres”. Eso será mañana, el viernes y el sábado.

El domingo será la entrega de premios en la Sala Zitarrosa, con un concierto del Dúo Las Maris del Colectivo Mujeres y Disidencias de la Música Uruguay, además de una función muy especial. “Por primera vez en Uruguay se va a pasar la película Lunáticos (2022), de Martín Salinas, una producción argentina, uruguaya y mexicana con actuación de Daniel Hendler. Es una comedia que habla de la salud mental desde un punto de vista muy gracioso”.

Amplitudes

“Siempre apuntamos a un público amplio, no solamente al gueto que está más en la temática, que igual es nuestro público principal. Pero también ponemos películas para todo público, entretenidas, que son obras de arte o que son experimentales”, explicó la codirectora. “Y lo que sí tuvimos en estos cuatro años fue un crecimiento en público y en equipo. Somos cada vez más los que nos vamos sumando y también nos piden en más lugares”.

El FICC comenzó en Uruguay y luego se sumó Argentina. “Ahora se sumó también Chile, este año lo hicimos por primera vez ahí, y estamos por hacerlo en Brasil. Nos piden para hacer el festival en distintos lugares, y después hacemos muestritas en diferentes ciudades de Argentina, desde Jujuy hasta la Patagonia, donde pasamos dos o tres películas en un fin de semana. Es como que se necesita ese espacio para, a través del cine, discutir y hablar de esto”.

La programación completa y detallada puede encontrarse en el sitio oficial montevideo2022.ficc.ar.