El martes 7 de junio murió en España el camarógrafo y documentalista Alexis Hintz, cuyas imágenes sobre el final de la democracia antes de la última dictadura cívico-militar se hicieron muy conocidas, la mayoría de las ocasiones sin que se reconociera su autoría. Había nacido en 1940 y sufría de cáncer.
El periodista y gestor cultural Henry Segura contó en Facebook que Hintz pidió la eutanasia: “Se quiso ir y lo hizo en paz, a plena conciencia de que no estaba dispuesto a pagar con más dolores el cáncer de páncreas que lo afectaba”.
“Toda su vida estuvo detrás de una cámara de televisión o de cine”, agregó. Hintz se inició como operador de cine en el Instituto Cinematográfico de la Universidad de la República, luego fue operador de cámara en el Departamento de Cine del diario El País, e integró el equipo de realización de los informativos de Canal 12. Fue durante su época en la televisión que registró imágenes fundamentales para entender el Uruguay previo al golpe de Estado.
En 1973 debió exiliarse, primero en Francia y luego en España, donde fue corresponsal de la agencia inglesa United Press International (UPI). Con el material de las nuevas coberturas, más el que se había llevado y nuevas filmaciones que sus amigos le enviaban desde nuestro país, “se propuso saltar al largometraje documental”.
El resultado fue Crónica desde el exilio, película estrenada en 1987 en la que, según la sinopsis, “el director y su mujer hacen una crónica de sus vivencias como exiliados. Huyen de Uruguay tras el golpe militar de 1973 y viajan a París, Londres, Madrid, al Sahara, Portugal, quedando finalmente más tiempo en Madrid”.
En conversación con la diaria, Segura amplió lo escrito en las redes y se refirió al archivo con el que contaba el director para la realización del documental. “Alexis tenía una cantidad de material impresionante y tuvo la lucidez de llevarse a Madrid todo el trabajo de cámara que hizo para Teledoce y para UPI. Él estuvo cubriendo in situ la Revolución de los Claveles en Portugal, las acciones del Frente Polisario en la República Saharaui. Todo ese material está en la película”.
“El único punto de unión que tenía ese material era el propio Alexis, su periplo; nosotros lo habíamos alimentado un poco más, porque salimos a filmar cosas en Uruguay, a recoger material que podría aportar sobre la situación en las cárceles, o sobre gente como [Héctor] Gutiérrez Ruiz”, dijo Segura.
Crónica desde el exilio, con una duración total de 180 minutos, fue exhibido en 1987 en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana y también en el Cine Princess cuando era sala de Cinemateca. “Su estreno cayó en tiempos durísimos: los días en que el voto verde había sido derrotado, en una sala lateral del circuito y con una publicidad tan magra que sólo pudo apoyarse en las pegatinas y las notas de prensa”. Después de eso, su difusión fue mínima, al menos por los canales oficiales.
“Se convirtió en uno de los documentales más pirateados y menos vistos” del cine uruguayo. Para Segura, que fue coordinador general de Cinemateca, el estreno coincidió con un momento de “crisis interna” de la institución y fue víctima del “enfrentamiento” que el propio coordinador tenía con Manuel Martínez Carril. “Eso fue derivando en que aquella única copia que llegó al país quedara depositada en los archivos de la institución, sin ninguna exhibición posterior”. Desde Cinemateca confirmaron a la diaria que el título sigue formando parte del archivo, aunque por el momento no hay novedades de una posible exhibición.
Algunos fragmentos fueron utilizados sin que se citara su origen. “Gente reconocida en el cine uruguayo lo ha hecho. Una de las veces que Alexis vino a Uruguay fue al Museo de la Memoria y vio que estaban exhibiendo un documental. Se acercó y empezó a ver pedazos de su película. Él se cabreaba mucho en esas situaciones”. Había dado por perdida la posibilidad de recuperar el dinero, pero de todos modos quería que su obra se difundiera.
La Asociación de Corresponsales de Prensa Extranjera, de la que formaba parte, lo describió como parte “de la hermandad de empujones y codazos de la liga de periodistas y fotógrafos que luchaban para situarse mejor, hacer una buena toma, descubrir mejor desde dónde soplaba el viento. Un reto para conseguir lo mejor de cada ocasión”.
Hintz, quien también era un apasionado de la pintura con un fuerte influjo de la obra de Joaquín Torres García, murió pobre. “Tanto, que sus amigos se hacían cargo de muchos de sus gastos. Esa es la paradoja”, reveló Segura. “Fue un tipo muy querible, muy golpeado, con un sentido del humor muy particular y con unos valores y una honestidad que deberían permanecer, pero no hay memoria de Alexis Hintz. Es un tipo al que las esferas cinematográficas uruguayas no mencionan. Y él no se merecía absolutamente nada de esto”.