El lunes el músico, escritor y biólogo Guillermo Lamolle cumplió 60 años. Y en lugar de sentarse paciente a esperar sus regalos, preparó unos para nosotros. Tal y como lo había anunciado hacía algunas semanas “para crear expectativa”, eligió el día de su cumpleaños como fecha de lanzamiento de cuatro libros digitales, muy distintos, pero que comparten la característica de ser gratuitos.

Lágrimas de cebolla (cuentos), Lluvia de gatos (poesía), Sonetos de la madrugada (sonetos) y El universo en una palangana (ciencia ficción) fueron compartidos por Lamolle a través de sus redes sociales, Facebook y Twitter. El enlace permite descargarlos como e-books o como PDF. El primer formato “tiene la ventaja de que si agrandás o achicás la letra, por ejemplo, los saltos de línea se reorganizan solos de modo que el renglón siempre quepa en la ventana”, explicó de manera muy acertada. El PDF, mientras tanto, es “por si alguien los quiere imprimir o no tiene cómo ver los otros formatos”.

Sobre este regalo, sus andanzas editoriales y sus decisiones creativas, el autor conversó con la diaria. En primer lugar explicó las razones de esta iniciativa. “Tengo 60 años, como bien saben todos ahora. Y uno escribe más rápido de lo que las editoriales pueden publicarle las cosas, sobre todo porque no todo lo que uno escribe encuentra a alguien que lo quiera publicar. Pero aunque hubiera, tengo un montón de cosas escritas que digo: ‘Bo, no puedo seguir escribiendo porque me voy a morir y va a quedar todo sin publicar’”.

“Entonces hice como una puesta a punto, de decir: ‘Esto ya lo publico, así me olvido de que existe y puedo seguir escribiendo otras cosas’. Porque si no, me parecía como que estaba haciendo todo a la vez”, explicó. ¿Y la fecha elegida? “Hacerlo en mi cumpleaños es como divertido”.

Foto del artículo 'Guillermo Lamolle cumplió sesenta años y el regalo lo hizo él: cuatro libros digitales'

Estas ediciones de autor están cuidadas al punto de tener portadas diseñadas para la ocasión por Jorge Di Pólito y, según contó el propio Lamolle, haber sido registradas en la Biblioteca Nacional. “El Dipo, Di Pólito, no me acuerdo si yo le pedí o él se ofreció, pero estábamos charlando y salió que él las hacía. A mí me encantan los dibujos que está haciendo y fuimos tirando ideas. Lo de la Biblioteca es por deformación de ser músico y estar acostumbrado a registrar todo en Agadu. Me parece absurdo largar algo si no lo tenés registrado, aunque nadie te lo va a robar, pero no importa. El día que largue algo sin registrar seguramente me lo roben”.

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Con la misma tranquilidad y libertad con la que aprendió el uso de las herramientas y compaginó los textos, Lamolle podría haber decidido compartir un único archivo con todos sus textos, pero no fue el caso. “Son cosas bien distintas, cuatro bloques. Hay unos cuentos de ciencia ficción que se basan en lo que yo saqué en la diaria hace añares, que los tenía por ahí. Algunos estaban buenísimos, otros eran una porquería y simplemente los borré y agregué alguna cosa más nueva. Y sobre todo los reescribí un poco, porque eran cosas que no me acuerdo si salían los jueves, y yo las escribía el miércoles apurado”.

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“Eso de ciencia ficción medio humorística obviamente tenía que estar separado del otro libros de cuentos que no tiene nada que ver. Con los poemas pasa lo mismo; son poemas normales, libres, como quieras llamarlos. De muchos formatos. Y había un montón de sonetos que me pareció que estaba bueno ponerlos juntos, porque el soneto es algo tan rígido y diferente al resto, que está bueno. Además, puedo decir: ‘Saqué cuatro libros’”.

La conversación derivó sobre los medios “tradicionales” de publicación. “No me cae muy bien toda esa cosa de ‘ay, publicar un libro’. Hay como una mística alrededor de eso. Me paspa las pelotas. ‘Ah, ahora tengo un libro’, y hacés una presentación, y van todos, y nadie lee el libro. Entonces, si no lo van a leer, por lo menos que no lo tengan que comprar. Después tenés que estar llamando a la editorial a ver si se vendió algo, porque si no los llamás no te llama nadie y eso es horrible. Eso me molesta. Si fuera a vender millones de libros, obviamente, pero sabiendo que no, no se pierde mucha plata regalándolos”.

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“Tenía ganas de hacerlo yo, a mi manera, y me saqué las ganas de eso. Y el hecho de que sea gratis tiene algo que me gusta. Que no quiere decir que tenga que ser siempre así”. Tampoco descartó la posibilidad de aceptar donaciones. “No lo hice porque no sabía cómo se hacía y no quería complicarme, pero obvio que está bueno”.

Por último, aprovechó para comparar las dos redes sociales en las que más tiempo pasa, y en las que se encuentra el link de descarga. “Es curioso cómo la gente es distinta en Twitter y en Facebook. Totalmente distinta, y de repente muchos somos los mismos que estamos en las dos redes. Twitter está bravo; es todo política, todo serio y odios. Facebook te da más para charlar. Pero con las redes me llevo bien; si no, no estaría ahí”.