En 2003, cuando estaba floreciendo una nueva camada de rock uruguayo, The Supersónicos publicó el álbum Telekinesis (y otros fenómenos), en donde terminaron de redondear su empresa de surf rock instrumental. De allí salieron cosas como la abrasilerada “Rampal, O Paranormal”, la garajera “Fenómeno” (con su riff con pizcas de The Sonics), personajes bizarros como “Dr. Strangesurf” (paráfrasis de la legendaria película de Stanley Kubrick, por supuesto) y “Chupacabras”, y también temas con otras atmósferas, como “Melodión” (con su bajada tristona a paso de piano) o la lenta, onírica y casi romanticona “Señorita sueño”, entre tantas otras –tiene 19 tracks–.

Para festejar las dos décadas de Telekinesis, el sello Bizarro lo acaba de editar por primera vez en vinilo, y The Supersónicos aprovechará para festejarlo a toda pompa, con un toque este viernes a las 20.00 en Plaza Mateo. Recordando el zeitgeist musical de cuando grabaron el disco, el guitarrista líder del grupo, Tito Lagos, dice, sobre la ebullición del rock uruguayo que hubo en los albores de este siglo, “de festivales cerveceros y en esos departamentos con nombres de frutas”, que pese a ser una banda que hacía música surf, fue una ola que les “pasó por el costado” o agarraron “para el otro lado”.

Agrega que bandas que también por estos momentos también andan festejando regresos o aniversarios redondos, como Hereford o Astroboy, “sí supieron capitalizar más ese auge”. “Siempre mantuvimos cierta popularidad pero en círculos mucho más pequeños, de culto o más chabacanos; no sé cómo decirlo, porque somos una banda a la que es difícil encontrarle la vuelta, no es solemne pero tampoco en joda”, dice Lagos.

Los Supersónicos.

Los Supersónicos.

Foto: Gerardo Carrasco

De cualquier manera, el músico explica que en ese disco la banda llegó a pulir un sonido y dar forma a una propuesta que en los álbumes anteriores –cuatro– venían manejando pero “medio a golpe y porrazo”. Entonces, a la hora de grabar Telekinesis, se pusieron las pilas para trabajar con un técnico de sonido con experiencia, como César Lamschtein –que venía de mover las perillas para bandas como La Trampa, por ejemplo–, y en un estudio serio. Es así que el disco los encontró al final de una curva evolutiva, no sólo a nivel de sonido y producción sino también de proceso creativo, composición y desarrollo de un género, porque Lagos recuerda que venían del punk; no fue que crecieron escuchando música surf. Incluso, Telekinesis fue un salto hacia adelante en el arte del disco, que por algo ganó el Premio Graffiti, en 2004, como Mejor diseño de portada.

Repasando la genealogía de la música del grupo, Lagos dice que Irrupción en el Cosmos (1999), el segundo disco de The Supersónicos, viró hacia lo surf instrumental mientras se estaba produciendo, y el primer álbum, Mundo pistola (1994), “tiene un tufo gigante a Ramones y a Siniestro Total”, aunque acota que la legendaria banda punk neoyorquina tenía algo de surf, por ejemplo, en la canción “Rockaway Beach”. “O sea que el pasaje del punk al surf no es raro, y se ha dado en otras bandas de otros lados”, subraya.

Pero el músico recalca que “capaz que por incapacidad o por pensarlo” nunca hicieron “estrictamente” el género surf en sí, que significa “jugar con dos o tres guitarras, hacer estructuras más cerradas y sonar exactamente como había que sonar”, es decir, nunca fueron “puristas”. Además, hace 25 años toda la información no estaba a un clic de distancia como ahora. Pone como ejemplo que hoy cualquiera busca en Youtube “cómo hacer el sonido de Dick Dale” (pionero de la música surf) y seguro aparecerá toda la receta, con tal pedal, tal guitarra, tales cuerdas, etcétera.

Tubos secretos

Uno de los ingredientes imprescindibles de la guitarra del estilo surf es el efecto de reverberación (que, estrictamente, es el resultado de las múltiples reflexiones de un sonido determinado en un ambiente cerrado, dando una inequívoca sensación de espacialidad) y para la evolución sonora de la banda fue fundamental conseguir equipo de guitarra que lo tuviera. Lagos era dueño de un amplificador Marshall, que lo había anhelado durante toda su adolescencia, pero cuando ya tenía la banda se dio cuenta de que su sonido iba para otro lado, y se pasó para un equipo Fender, que traía “un tanque de reverb”, y así entendió que la reverberación no se consigue con un pedal “de porquería, digital, que es una cosa falsa, más próximo a The Edge”, el guitarrista de U2, que al de Dick Dale.

También hizo su aporte al sonido comprar una buena guitarra, y Telekinesis lo grabó con una Gretsch Nashville, que compró porque era la que usaban Eddie Cochran y Duane Eddy (el pope del sonido twangy, con temas instrumentales legendarios como “Rebel Rouser”).

El vinilo es uno de los pocos formatos en los que todavía no había editado material The Supersónicos –porque hasta sacaron canciones por código QR–, que implica una propuesta y tener algo que mostrar, dice Lagos.

“Me parece que está bueno para la banda, porque hay que darle cierto cariño y cuidado como proyecto musical, y es lo que estamos haciendo. Nos parecía mucho más honesto sacar un vinilo entero, de un disco que fue importante, un mojón de la banda, que editar uno de ‘las mejores canciones’, que no hubiera agregado mucho en vinilo; se transforma en un objeto menos preciado. No es fácil sacar un disco instrumental, y sabemos que no va a ser masivo, pero sí que es un buen disco, que se defiende solo”, finaliza.

The Supersónicos festeja los 20 años del disco Telekinesis el viernes a las 20.00 en Plaza Mateo (rambla Wilson y Sarmiento). Entradas por Redtickets a $ 500 (o $ 1.400 con vinilo incluido).