Hay distintos caminos para llegar a la obra de un artista. En la de Caetano Veloso esos caminos se bifurcan casi infinitamente. Hay muchos Caetanos posibles y el público que irá el miércoles al Antel Arena tal vez conozca sólo alguno de ellos. Habrá quien se haya quedado con la imagen del músico que con espíritu retro interpretó muy originalmente clásicos de la canción latinoamericana; otros tendrán presente al creador de un pop sofisticado, hedonista y multicultural. Habrá quien conozca al continuador de la tradición bossanovística en plan acústico y despojado o al transgresor vanguardista y eléctrico. Todos tendrán razón: Veloso es todo eso y mucho más.

Caetano Veloso nació en 1942 en Santo Amaro, Bahía. Sus inquietudes artísticas se despertaron muy temprano sin enfocarse exclusivamente en la música: estaban más bien orientadas a las artes visuales y el cine. Su vocación también apuntaba a la filosofía, que estudió en la universidad. Pero apareció la bossa nova y Caetano, como muchas personas de su generación, quedó cautivado por esa música, especialmente por la propuesta de João Gilberto.

Es difícil calibrar hoy lo que significó la irrupción de la bossa, abriendo un abanico entonces impensado de posibilidades para apreciar lo propio con una mirada cosmopolita y global, que era a la vez popular y vanguardista y que, aunque significaba un quiebre radical con todo lo anterior, continuaba las tradiciones culturales brasileñas.

Caetano empezó a componer canciones y a ser el gestor de espectáculos de un núcleo de artistas bahianos entre los que estaban su hermana Maria Bethânia y sus grandes amigos Gilberto Gil y Gal Costa. Aunque la idea de convertirse en intérprete de sus propias canciones no le terminaba de convencer, en 1967 llegó Domingo, su primer álbum compartido con Gal Costa, donde era evidente la gran influencia de la bossa nova.

Los cambios vertiginosos que ocurrieron durante la década de 1960 significaron que cuando el disco se editó Caetano ya estaba en otra cosa. Durante ese mismo 1967 el músico se presentó en el Tercer Festival de Música Popular Brasileña organizado por el canal TV Record, estrenando su canción “Alegría, alegría”, acompañado por una banda de rock. En ese mismo festival Gilberto Gil cantó su canción “Domingo no parque” junto a la banda Os Mutantes. Era la primera vez que las guitarras eléctricas sonaban en un festival de música popular brasileña. Hasta ese entonces el rock y la música pop se veían como algo comercial que no estaba al mismo nivel de las canciones con “mensaje” de la MPB, en un momento de gran ebullición política y social.

Que los dos músicos optaran por presentarse en ese formato no fue casualidad. Esas actuaciones fueron el preámbulo de un movimiento cultural aún sin nombre que los dos artistas estaban impulsando.

Vanguardia y dictadura

Caetano y Gil se inspiraron en parte en los preceptos del Manifiesto antropofágico que el poeta modernista brasileño Oswald de Andrade había escrito en 1928. Allí estaba expresada en forma metafórica la idea de devorar al “invasor”, digerirlo y con eso crear algo nuevo, concepto que fue usado por ambos artistas para incorporar el rock, la psicodelia y el arte pop a la cultura popular brasileña, pero, también, para continuar los enormes aportes de la generación anterior. No fueron parricidas, adoptaron como puntos de inspiración y partida la bossa nova de João Gilberto y Tom Jobim, el cinema novo de Glauber Rocha o la poesía concreta de Augusto y Haroldo dos Campos.

Este movimiento terminó conociéndose como tropicalismo, a partir de la canción “Tropicalia”, que Caetano incluyó en su disco de 1968. El título de esa canción estaba inspirado a su vez en una instalación del artista visual Hélio Oiticica.

Con la participación fundamental de Os Mutantes, Gal Costa, Tom Zé, Rogério Duprat, Torquato Neto y Capinam, la colaboración de músicos como Jorge Ben Jor y Nara Leão, y poetas, artistas visuales y directores de cine de otras generaciones, el tropicalismo revolucionó la cultura brasileña, con una interesantísima suma de opuestos. El movimiento buscó las raíces brasileñas siendo antinacionalista, fue posmoderno antes de que ese término se usara, mezcló tradiciones con arte y música pop, fue contracultural pero a la vez masivo, buscó romper esquemas usando los grandes medios de comunicación.

El manifiesto artístico del tropicalismo es el álbum colectivo Tropicalia ou Panis et Circensis editado en 1968. Durante ese mismo año salieron discos fundamentales de Caetano, Gil y Os Mutantes; hubo muchísima polémica en los medios de comunicación, espectáculos masivos y hasta un programa de televisión tropicalista. No está de más recordar que todo esto sucedía en un Brasil que estaba bajo una dictadura militar desde 1964, que por esa época habían comenzado a recrudecer las medidas de censura y represión.

Los tropicalistas no sólo fueron vistos con suspicacia por las fuerzas represivas; parte de la izquierda más tradicional consideraba a los jóvenes bahianos unos alienados que no valoraban la lucha contra la dictadura y el imperialismo ni las tradiciones culturales brasileñas.

En 1968 Caetano se presentó acompañado por Os Mutantes en el Festival Internacional de la Canción organizado por TV Globo. Su vestimenta entre hippie y futurista y sus movimientos en escena no fueron bien recibidos por una platea compuesta mayormente por estudiantes universitarios de izquierda, que abucheó a la banda y comenzó a tirar objetos al escenario. Caetano se enfrentó al público con un acalorado y hoy histórico discurso que culminó diciendo: “¿Ustedes son la juventud que quiere tomar el poder? Si se comportan en política como lo hacen en estética estamos acabados”.

La dictadura brasileña pareció entender mejor el carácter “subversivo” del movimiento. En diciembre de 1968 Caetano Veloso y Gilberto Gil fueron detenidos. Ambos sufrieron dos meses de prisión sin ningún tipo de juicio, luego fueron confinados en Bahía y finalmente expulsados del país. Los dos estuvieron exiliados en Londres de 1969 a 1972. Caetano grabó allí dos discos, Caetano Veloso en 1971 y Transa en 1972 mayormente en inglés, considerados hoy entre lo mejor de su obra (ver recuadro).

El movimiento tropicalista como tal desapareció en 1969, pero su influencia en la música brasileña y sudamericana continuó y continúa siendo enorme. Los conceptos tropicalistas de que no hay influencias buenas o malas en el momento de hacer arte, que es tan “cool” el paisaje sonoro que te rodea como el que llega de afuera, y que es posible apropiarse de todo -incluyendo la cultura de masas- para construir una propuesta artística personal, marcaron a gran parte de la música latinoamericana. También a ciertos artistas anglosajones, que descubrieron tardíamente los aportes del movimiento brasileño. Músicos como David Byrne, Beck, M.I.A, Devendra Banhart y hasta Kurt Cobain (quien en 1993 escribió una conmovedora carta a Arnaldo Baptista de Os Mutantes) fueron influenciados por la música y los conceptos del tropicalismo.

Caetano ya lo hizo

En un capítulo de la serie animada South Park los personajes buscan dominar el mundo pero terminan rindiéndose al comprobar que todas sus ideas ya habían aparecido en capítulos de Los Simpson. El capítulo se llama “Los Simpson ya lo hicieron”. Bien podría decirse lo mismo acerca de Caetano Veloso, quien desde fines de los 60 hasta entrado el siglo XXl abarcó todos los espectros musicales posibles.

Si uno busca el disco más raro y radicalmente experimental de la música brasileña no puede dejar de lado Araça Azul (1973), el álbum que Veloso grabó recién vuelto del exilio. Es una obra que transita la cornisa de ser fascinante en su originalidad y un capricho difícil de escuchar, con sus experimentos vocales, el uso del cuerpo como percusión y la yuxtaposición de sonidos aleatorios.

Si se busca el antecedente de la explosión masiva que tuvo la mezcla de samba, frevo y música pop en los años 90, es ineludible escuchar el LP Muitos carnavais (1977), que recopila temas carnavaleros de Caetano. El pop sofisticado con toques de soul y música disco que curtieron muchos músicos de Brasil en los 80 tiene su antecedente en la serie de discos que Veloso hizo con A Outra Banda da Terra en la segunda mitad de los 70 e inicios de los 80. ¿Mezcla de ritmos africanos y brasileños?: ahí está el álbum Bicho (1977); ¿new wave ochentosa?, el disco Velô de 1984; ¿artpop?, los trabajos que Caetano grabó con producción de Arto Lindsay a fines de los 80 e inicios de los 90.

Y así podríamos seguir, hablando de la música latina retro que Caetano exploró en Fina estampa en 1994, los toques orquestales de sus discos con Jacques Morelenbaum y hasta sus coqueteos pioneros con el hip hop en canciones como “Língua” (1984) o “Haití” (1993).

Convertido en un referente artístico e intelectual internacional desde inicios de la década del 90, Caetano nunca dejó de hacer música. Experimentó con un sonido despojado y roquero en el nuevo milenio con una trilogía de álbumes editados entre 2009 y 2012, celebró en vivo sus 50 años de actividad junto a su amigo Gilberto Gil en 2015; hizo una gira con sus hijos entre 2018 y 2019, y en 2021 publicó un nuevo disco de estudio compuesto exclusivamente por canciones propias.

Es con este disco titulado Meu Coco que Caetano vuelve a Montevideo, ciudad a la que por suerte incluye en sus giras desde inicios de los 90.

Caetano en cinco discos

» Caetano Veloso (1968) El álbum inaugural de Caetano tropicalista es una fascinante mezcla de psicodelia y eclecticismo radical. La canción que abre el álbum, “Tropicalia”, terminaría nombrando al movimiento que cambiaría la cara de la música brasileña.

» Transa (1972) Caetano grabó este disco en Londres poco antes de retornar de su exilio. Menos melancólico que su anterior disco inglés pero igualmente introspectivo, el álbum tiene un sonido atemporal y enormes canciones. Con el tiempo se volvió un clásico de su discografía y gran influencia para músicos anglosajones.

» Cinema trascendental (1979) El inicio de un Caetano luminoso y pop junto a su grupo A Outra Banda da Terra. El disco abre un nuevo período en su música que continuaría en los 80 con una serie de trabajos memorables . Algunas de sus mejores canciones, como “Oração ao Tempo”, “Trilhos Urbanos”, “Cajuina” y “Menino do Rio”, están en ese álbum.

» Estrangeiro (1989) Junto a músicos de la vanguardia pop neoyorquina Caetano logra uno de los mejores trabajos de toda su carrera de la mano de un sonido único, profundas reflexiones políticas, cantidad de referencias intelectuales y grandes temas, como “O Estrangeiro” y “Os Outros Románticos”.

» Meu Coco (2021) Luego de casi una década sin editar nuevas canciones, Caetano vuelve a los 80 años con un álbum desafiante, variadísimo y muy moderno, acompañado por músicos muy jóvenes y algunos de sus compañeros de ruta de todas las épocas. Canciones como “Anjos tronchos” o “ Não Vou Deixar” pueden agregarse a la lista de sus grandes composiciones.

Tourne Meu Coco, de Caetano Veloso. Miércoles 14 en el Antel Arena. Entradas desde $ 1.900 a $ 4.500.