Este 2023 la banda argentina Las Pelotas celebra 35 años de su fundación y dos décadas de Esperando el milagro, el disco que los llevó a ser una banda de estadios. Nacida del riñón de la mítica Sumo luego de la muerte de Luca Prodan, Las Pelotas transitó el camino de la independencia desde el refugio de las sierras cordobesas.

Hoy llevan 11 discos de estudio publicados, cuatro de registros en vivo y un reciente trabajo de versiones acústicas grabadas a distancia (Versiones desde casa, 2021). Lo nuevo, sin embargo, es un simple con el que emergen de la pandemia: “Es clara”, una canción luminosa, que irradia calma en medio de tanta convulsión. “Hoy que está lleno todo de luz / Hoy que podemos verlo/ La cosa es así”.

“Cuando estás en el medio de la montaña te das cuenta de que la vida es mucho más simple, mucho más clara”, confiesa Germán Daffunchio desde el otro lado del Zoom, y agrega: “Viste que hoy no existen más los discos... Antes tenías un material que se podía tocar, oler, ver. Ahora es un numerito en una aplicación. A mí me da muy mala impresión el monopolio que tiene esta gente sobre la música de todo el mundo, pero es así”.

Sin buscarlo ni pretenderlo, Daffunchio, aquel marino mercante que a principios de los 80 decidió bajar del buque tras la promesa de Prodan de viajar a Londres por equipos con los que tocar, quedó frente al proyecto. “Imaginate lo poco creíble que era todo, viniendo de alguien como Luca”, advierte. “Pero lo loco fue cuando recibí la carta diciendo que había llegado con los instrumentos. Fue muy zarpado. Pedí inmediatamente bajar del barco”.

Pasaron 36 años de la muerte de Luca y quince del fallecimiento de Alejandro Bocha Sokol, pero Daffunchio continúa capitaneando el barco que una vez más recala en las costas montevideanas. A sus 62 años recién cumplidos, el guitarrista, cantante y compositor celebra la calma y la furia, la esperanza y el escepticismo, y sobre todo el recorrido hecho canción. “A los 17-18 años tuve que ir a la Patagonia a hacer el servicio militar, donde conocí a muchos altos mandos del proceso argentino. Fui chofer de Galtieri una noche. Siempre me dicen que podría haber cambiado la historia de Argentina; solamente me tenía que dar contra algo. Pero no sucedió, no estaba escrito eso. Salí con un asco muy importante de ahí. Fue por eso que había decidido no ser parte de más nada y vivir en el mar. Hasta que apareció Sumo y mi vida cambió para siempre”. Tras la muerte de Luca, Daffunchio se refugió en Traslasierra, Córdoba, hasta volver a sentir la necesidad de tocar. “El momento de muerte de un amigo es muy duro”, confiesa. “Tenía esa cosa épica de seguir hasta el final, pero una vez que te quedaste solo es infernal. Tardé un año en decidir si valía la pena o no. Ese año ayudé a mi cuñado a desarrollar un proyecto de economía regional. Era un proyecto de cría de conejos de angora; estaba bueno porque no los sacrificabas, solamente los esquilabas. En ese ínterin fui muy de a poco a buscar si había ganas y si estaba la música. Fijate que de la nada con Sumo habíamos llegado a lo opuesto, a una locura total. Teníamos una masividad muy grande para esa época. Hoy puede verse pequeña, pero en los 80 un grupo que triunfaba tocaba en Obras Sanitarias, donde entraban casi 5.000 personas. Me llevó un tiempo pero tomé la decisión de seguir”.

Recientemente, Las Pelotas celebró su 35 aniversario con un Movistar Arena repleto, mientras se cumplían cuatro décadas de Corpiños en la madrugada, el debut discográfico de Sumo. Para el concierto invitaron, entre otros, a Roberto Pettinato. “Con los que más relación tengo es con Roberto y Alberto Troglio”, dice sobre el saxofonista y el baterista de la vieja banda. En cambio, hace tiempo que no se cruza con los exintegrantes de Sumo que se abrieron para formar Divididos, Ricardo Mollo y Diego Arnedo: “Nos separaron distintas cosas”. De todos modos, aclara que con Pettinato y Troglio se mantienen en contacto: “Quizá algún día hagamos algo juntos. Igual, ahora nos dimos el gusto de tocar en el Movistar. Los años te van poniendo más sabio, y te permiten aprovechar las oportunidades”.

Cada disco de Las Pelotas es no sólo un registro emocional de la banda y sus distintas individualidades, sino una especie de crónica político-social de Argentina. Canciones como “Esperando el milagro”, “La clave del éxito”, “Corderos en la noche” o “Basta” son algunos claros que reflejan distintos momentos del país. “‘Esperando el milagro’ habla de lo mismo que está pasando ahora. El país sigue esperando un milagro”, advierte Daffunchio y agrega: “La verdad que es una necesidad espiritual decir las cosas que uno ve y siente. Nunca hicimos música para conquistar chicas sino para despertar, despertar los espíritus, las almas. Uno no es ningún mesías pero siempre tuvimos la necesidad de volcar lo que sentíamos en la música. La inspiración siempre está, el asunto es la búsqueda de uno”.

Las Pelotas hoy es una gran familia, y en guitarras se acaba de sumar Gaspar, uno de los hijos de Germán. “Es muy placentero”, confiesa. “El loco en realidad está tocando para darme más libertad; no estar tan pendiente de la guitarra y poder cantar. Me siento muy dichoso de poder vivir esto con mis hijos porque también el que hace las visuales es hijo mío, y otro es encargado de escenario. Era inevitable que formaran parte del proyecto. Nuestro ingeniero de sonido es un hijo de Timmy McKern, Uriel, que es un monstruo. Está todo en familia”.

Sobre su relación con Montevideo, Daffunchio marca el punto de partida en 1986, cuando tocaron en el Montevideo Rock en la Rural. “Fuimos en el buque que tardaba cinco mil horas en llegar y viajabas al aire libre. Fue increíble, porque a la ida nos miraban como si fuéramos marcianos y a la vuelta todos se querían sacar fotos con nosotros. Lo recuerdo como uno de los mejores shows de Sumo. A partir de ese momento se siente la hermandad con Uruguay. Nació una historia de amor para mí”.

Las Pelotas en Sala del Museo (Rambla 25 de Agosto y Maciel). Viernes 15 a las 21.00. Entradas en Redtickets a $1.300.