Es relativamente fácil hablar de la fidelidad de una adaptación cinematográfica de una novela. De un lado tenemos una cantidad finita de palabras, inalterada, cerrada, y del otro lado tenemos una cantidad finita de fotogramas, en las mismas condiciones. Salvo que el director sea George Lucas y periódicamente le cambie pequeñas cositas a la película, con A y B definidos, se hace sencillo hablar de una en relación a la otra, y viceversa.
Pero ¿qué pasa cuando A no es tan fácil de definir? Porque A puede ser el resultado de muchas manos, o A puede ser algo muy chiquito que ya había dado lugar a A1, A2, A3, cada uno de ellos con una personalidad propia y pedacitos que de alguna forma podrían encontrarse en B.
Todo esto es una introducción para hablar de la adaptación cinematográfica de una historieta, que puede tener grados de complejidad si no estamos hablando de una novela gráfica (finita, cerrada, etcétera). Y ni siquiera voy a referirme a personajes que vienen publicándose mes a mes desde hace 85 años, sino a unos que tienen menos de cuarenta, aunque para muchos de ustedes sea toda una vida y más.
Kevin Eastman y Peter Laird crearon a las Tortugas Ninja Adolescentes Mutantes en 1984, cuando los ninjas eran moneda corriente, Frank Miller había dejado cierta huella en el cómic Daredevil y, por supuesto, combinar a un animal lento con una actividad veloz y precisa era muy divertido. Tres años más tarde llegarían las figuras de acción y una serie animada que marcó una era para millones de niños ochenteros alrededor del planeta. Las aventuras continuarían en las historietas, la televisión y el cine hasta el día de hoy.
Seguramente la mayoría de los fanáticos de las Tortugas Ninja existen gracias a la mencionada animación, donde las protagonistas tenían antifaces de diferentes colores para que fuera sencillo identificarlas (la historieta era en blanco y negro, y los antifaces eran todos rojos). ¿De dónde salieron los fanáticos de los últimos veinte años? Me hago esa pregunta porque a la hora de criticar una adaptación, se habla mucho de fidelidad. En el caso de Tortugas Ninja: Caos Mutante, que se exhibe en cines, habría que preguntarse ¿fidelidad a qué?
En mi caso, intentaré hablar de qué tan fiel es la película a las cuatro palabras que definen a Leonardo, Miguel Ángel, Rafael y Donatello. 1) La película claramente los presenta como tortugas, con cuerpos que tienen sus originalidades (a diferencia de las cuatro fotocopias de la primera animación). 2) Se pasan buena parte de los 100 minutos practicando movimientos de artes marciales, entre ellos o contra los enemigos. 3) Se comportan como cuatro adolescentes de la actualidad, sin lugar a dudas. 4) La mutación es un elemento fundamental de la historia.
No soy fanático, así que no les pedía más que eso. Bueno, sí, les pedía que me entretuvieran durante un rato, y la película lo logra. Con elementos más fuertes que otros. Es necesario destacar la animación, resultado directo de la patada al tablero que dio Spider-Man: un nuevo universo, pero ya me he referido a su legado en películas como Gato con Botas: el último deseo, Elementos o la propia Spider-Man: a través del Spider-Verso. Diría que de esta nueva camada es la película con una animación más impresionista, que no intenta ocultar las pinceladas que dan origen a los objetos y las personas, y que se asemeja más que nunca al concept art que vemos después del estreno de una película y nos hace pensar: “¡Ojalá la película hubiera sido así!”. Caos mutante es así.
La historia es entretenida, como mencionaba, y presenta arquitos narrativos para buena parte del elenco. La acción es trepidante y muy bien coreografiada, y tiene momentos musicales y de humor muy destacables. El elemento más flojo está en el guion, que parece demasiado cargado de personajes y demasiado llano, quizás como consecuencia de lo anterior. No hay tiempo para detenerse porque la ciudad de Nueva York está asolada por una ola delictiva, y las tortugas quieren ser parte de la sociedad, pero su maestro les advierte que los humanos son malos, y (obviamente) habrá instancias en las que le darán la razón y otras en las que nos redimirán como especie, al mejor estilo de Los Cazafantasmas 2 (Ivan Reitman, 1989) o El Hombre Araña (Sam Raimi, 2002).
Esa enorme cantidad de antagonistas está muy bien diseñada, se basa en personajes “clásicos” y cuenta con un reparto de voces interesante, si consiguen asistir a una función en su idioma original. Pero queda la sensación de episodio televisivo estirado más que de gran evento, más allá de lo que piense sobre lo bien adaptada o no de la propiedad intelectual (re bien, si no había quedado claro). Más Tortugas Ninja Adolescentes Mutantes Impresionistas Trepidantes, por favor.
Tortugas Ninja: Caos mutante, dirigida por Jeff Rowe, con las voces originales de Ayo Edebiri, Ice Cube y Jackie Chan. 99 minutos. En salas de cine.