Esto puede ser más simple si vamos de adelante para atrás, para los costados, para adentro de la caverna, pasando con los pies de Shakira el que era sepulturero o el que estaba muerto: le habían encontrado un doble tonto que estaba en una colina. Quiere decir que este que vino por vez vencida, Yoko quiera que la última, es nada menos que un doble de riesgo que no supo qué hacer con Linda cuando le dijo que no era el mismo, que algo en su tipo de gentileza había cambiado. Que ya no era lo mismo que cuando recién lo había conocido. Era una buena imitación, pero ella se preguntó, y le puede haber preguntado a ese tonto, que también tenía que ser zurdo, reconocer ese bajo Hofner y tocar esas cuatro cuerdas con cara de acostumbrado, y no olvides nunca de sonreír y cantar, sin hacer el “Twist and Shout”, distinto al que viniste a cubrir, a tomar el papel de riesgo.

El Paul original, tarde o temprano en el pasado remoto, en un tren, tranvía o tube, primero se iba a encontrar con Stu. Hagamos de cuenta siempre que en la historia no triste John Winston Lennon tiene un mejor amigo que para nada es el que es: capaz se puede ocupar de las redes.

Por favor, dear sir, no te dejes filmar en cada una de tus apariciones públicas en conciertos, con tu señora número tres en los papeles, y en las giras quién sabe. No vale entrar con tu hija Stella como si fueras el último grito de la moda que aún sigue vivo en Reino Unido, de esas libras no te sobran, y ese contento de convide que no te deje knock out en el campo de un estadio de no importa cuál concierto. Salvo que te desplomes para buenas.

No contestes esa pregunta de que si es mejor el Dakota zona o el Brooklyn puente, de cómo dormís o pasás por el Central Park, sin imaginar nada, porque tú sos el otro. No tengo idea de si eso el señor Irrupciones no lo convirtió en una novela.

Qué tipo de Ringo aparece diciendo que prefiere más un Bloody Mary antes que un gintonic sin un pepino gigante por el que caminar por la playa después de una noche de hangover Beatles. Yo soy el mejor actor desde que echaron al baterista Best en el apellido, Pete para que se fuera.

No pidas ayuda. Seguís ahí parado como si mi padre tampoco se hubiera dado cuenta la otra vez en la ciudad de las luces, cuando las flores estaban en la mugre. Otro disco candidato a una gira de la galera, de la banda que cambió de nombre más de dos veces, que hubo primero Wings o banda fugitiva, en la corrida con alas, sin levantar vuelo pero habiendo hecho las cosas rodar. Al menos Dustin Hoffman compra la historia esa que con un solo cuento de Picasso podés hacer una canción por la que brindar. No pudimos hacer aún contigo, el segundo Paul, además de tonto, quiso vivir tanto, sonreír más que Ringo. Alguien le va a decir, es tiempo de levantar el pie del acelerador y dejar a James alone, para el beneficio de quien fuera y que tape el agujero como pueda.

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Los discos tuyos y los otros van a girar. No existen noches solitarias para nadie. Las canciones tontas de amor o de más desamor que tristeza ya están hechas. El de la película que sale del coma después del afortunado accidente en bici nunca se despierta, vive hasta los créditos, y se da cuenta de que fue como un sueño. ¿Qué más puedo decir? Ya no queda nadie kids en este mundo que no haya tropezado con el libro de cuatro Ticket to Ride que eran de Liverpool, que no juegan en el cuadro que jugó el Luis, que conocieron el puerto porque estaba cerca, pero siempre lejos, como si hubieran escuchado un tango del Mago en la BBC. Un barco al rock de Backbeat puede haber zarpado, pero no conozco si fue a pie que llegaron, en una travesía larga, el quiet one nunca los hubiera traído de regreso, y Frankfurt y kaputt Stu, que se había quedado enamorado y fuera de la banda que se iba a convertir en más famosa que esos cuadros del altillo donde seco caíste y muerto, sin boda, o funeral, en la que tu mejor amigo pudiera llegar. ¿La noticia en un telegrama, llamada telefónica o carta? Puño y letra de las tijeras del primer corte de pelo famoso que tuvieron y el mundo entró en beatlemanía del corte taza, más simpático que el de tu madre o la tía Julia.

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Para qué dijiste cuando tengas 64, lo único que hiciste fue matar a Linda y vos seguir de largo. Querías que te arregle un té a las cinco, o tape un agujero con una muleta después la otra.

No te trae la silla del baterista de Genesis, tampoco venís con la ayuda de Ringo, venís armado hasta los Jagger huesos que te mantienen parado, no encorvado, con ese Hofner de la simpatía del demonio que su tienda te vendió y te cambió la vida para siempre, la primera, la segunda y la que te trajo.

Gracias por venir, somos muy polite por donde trajeron los trenes. Pero ya no vuelvas. Dejá que Ringo, por favor, apague la luz. Ya se acerca el momento en el que llora como en el documental de su querido George.

Hay una sola manera de terminar con esto.

Paperback writer end.

Desaparece.