Una pareja desayuna tranquilamente en una cafetería mientras tiene una de esas conversaciones que parecen no tener dirección alguna. De pronto, él empieza a argumentar por qué los bancos son más fáciles de robar. “No digo que quiera robar bancos. Solamente estoy diciendo que si lo hiciéramos, sería más fácil que lo que estamos haciendo”. Parece que robar licorerías es una complicación, entre empleados que no hablan inglés y dueños que defienden el comercio con sus vidas. Después de descartar la opción de conseguir trabajos honestos, deciden robar la cafetería en la que se encuentran. Entonces, se suben a la mesa y gritan:

–Everybody be cool, this is a robbery!

–Any of you fucking pricks move, and I’ll execute every motherfucking last one of ya!

En ese momento empieza a sonar “Misirlou”, en versión de Dick Dale, y algo cambia en la historia del cine.

Corría 1994 y Quentin Tarantino rápidamente se convertiría en un nombre conocido. Tiempos violentos (no era sencillo traducir Pulp Fiction) ganó la Palma de Oro en Cannes y fue nominada a siete premios de la Academia el año en que arrasó Forrest Gump. Tarantino, junto a Roger Avary, se llevó el Oscar a Mejor guion original, y para muchos debió llevarse también el galardón más importante.

Tarantino había desarrollado su amor por el cine, y por una clase de cine en particular, gracias a que su madre y su pareja lo sumaban a las salidas a ver películas que definitivamente no estaban pensadas para un niño tan pequeño. Era el momento del llamado Nuevo Hollywood, con directores que desafiaban los grandes estudios y hacían películas autorales.

Su primera película fue Perros de la calle (Reservoir Dogs) en 1992, donde ya estaban presentes algunos de los elementos característicos de su obra, como la violencia gráfica, el lenguaje obsceno y esas conversaciones que parecen no tener dirección, hasta que sí. Sumen la banda de sonido nostálgica (para él) y las escenas en desorden, y el resultado son unos “tiempitos violentos” que hicieron suficiente ruido entre los críticos, aunque todavía no entre el gran público. La mayoría vio esta película después de Pulp Fiction, como cuando una banda la pega con un disco y todos salimos a buscar el inmediatamente anterior.

Vaya banda de sonido

Además de revivir a varios actores, Tarantino ayudó al resurgimiento de varias carreras musicales con su selección de canciones. “Misirlou” significó no sólo un segundo auge para Dick Dale, sino también para el surf rock instrumental en general (también estaban en la banda sonora “Bustin Surfboards”, de The Tornadoes, y “Surf Rider”, de The Lively Ones). “Son of a Preacher”, en versión de Dusty Springfield, pasó a la categoría de clásico soul luego de su inclusión, y “Girl, You’ll Be a Woman Soon” le devolvió la atención a su compositor, Neil Diamond. “You Never Can Tell”, de Chuck Berry, para muchos la figura central del rock & roll fundacional, es la canción de la escena más icónica de la película, esa en la que Travolta y Thurman dan una clase de elegancia bailable. Music from the Motion Picture Pulp Fiction es, en sí misma, una antología de rock y pop retro.

La pulpa de Pulp

El guion de Tarantino, basado en las historias coescritas junto con Avary, fue rechazado por la mayoría de los estudios, hasta que llegó a manos del monstruoso Harvey Weinstein, antigua figura intocable de Hollywood cuya conducta era el secreto peor guardado mucho antes de que finalmente fuera condenado por abuso sexual y violación. Acababa de vender Miramax Films, el estudio fundado junto con su hermano Bob, a Disney, pero seguía siendo su mandamás, y al recibir el guion, que consideró “uno de los mejores que había leído”, dio luz verde al proyecto.

Entre las demandas de Tarantino estaban definir el final cut (la versión de la película que se vería en el cine), respetar la duración de dos horas y media y elegir a los actores. La única negativa de Weinstein fue a darle el protagónico a John Travolta, cuya carrera se encontraba en el más hondo de los abismos. Fue lo último que se negoció antes de cerrar el contrato, y el director tuvo razón: tanto Travolta como Samuel L Jackson y Uma Thurman fueron nominados al Oscar. Bruce Willis, que ya era conocido pero venía de un par de fracasos, también recuperó la senda del triunfo.

Así se creó esta historia, compuesta por diferentes relatos que seguían a los matones Vincent Vega (Travolta) y Jules Winnfield (Jackson), y al boxeador Butch Coolidge (Willis). Vincent era obligado a sacar a cenar a Mia Wallace (Thurman), la esposa de su jefe, en una salida bastante accidentada debido a la confusión entre cocaína y heroína. Jules experimentaba un renacimiento espiritual después de que un matoncito fallara varios tiros a corta distancia, algo que tomó como intervención divina. Y Butch se atrevía a ir contra Marsellus Wallace, el mafioso que le ordenó tirarse en el quinto round, empleador de los matones y esposo de Mia.

Con todo eso –más el violento robo a la cafetería, un calabozo con las peores perversiones y la limpieza a contrarreloj de un auto repleto de pedacitos de cráneo y cerebro–, Tarantino y Avary quisieron homenajear los folletines (los pulps) del título original. Claramente, disfrutaban de escribir esta clase de ficción.

Una cumbre

Pulp Fiction se convirtió en la película “independiente” (comillas) más taquillera de la historia y consolidó una carrera de un director que continuaría jugando con los mismos ingredientes. La película será lo mejor de Tarantino para muchos, aunque luego llegarían joyas como Bastardos sin gloria (Inglourious Basterds) y Había una vez en Hollywood (Once Upon a Time in Hollywood), cuya novelización también escribió. De ellas hablaremos cuando cumplan 30 años, en 2039 y 2049, respectivamente.

Pulp Fiction está disponible en Netflix.