“¡Alzira y Nury podrían ser íntimas amigas! A mí me encantaría”, confesaba Nenan Pelenur en noviembre de 2020, cuando las funciones de teatro intentaban abrirse paso entre los tapabocas por la covid-19.
Su personaje La Nury comenzó a destacarse en el circuito under. Es una criatura compleja: tras su potente y verborrágica personalidad se oculta un ser que parece ser consciente de la soledad y el vacío con que transita la vida. Parecería que es desde esa intuición del vacío existencial que surgen exabruptos y excesos, y eso la vuelve tierna. O quizá ocurre que no podemos dejar de sentirnos identificados.
Alzira tiene otras características. La seguridad con que se pronuncia desacertadamente sobre cualquier acontecimiento la vuelve graciosa y molesta a la vez. Pero el espacio entre Agösto Latino (Agustín Silveira) y el personaje que construye deja abierto un paréntesis lúdico que vuelve más disfrutable aún el despiste de Alzira.
Amigos en común de Pelenur y Silveira insistieron con que reunieran sus universos, y fue en ese mismo 2020 de pandemia cuando Agösto empezó a trabajar en un texto con la intención de, según narra Pelenur, “bucear en las profundidades del miedo”. Los años de encierro a causa de la pandemia exacerbaron algunas patologías sociales que los creadores de Miedo desarrollaron en conjunto a partir de un primer borrador de Silveira.
El espectáculo finalmente quedó dividido en tres bloques que dejan para el final el posible encuentro entre Nury y Alzira. El bloque inicial propone un número clásico de magia con un presentador (Silveira) que reúne algunas características que bien podrían adjudicarse a Alzira. Sin profundizar en sus características, podemos decir que existe una importante distancia entre la autopercepción del mago y sus habilidades reales. Como es claro en estos casos, nada impide que el patético personaje intente demostrar su superioridad respecto del resto del universo, incluyendo platea y asistentes. Pelenur, por su parte, propone un personaje que intenta cumplir con todas lo que un espectáculo de estas características permiten a una mujer. La torpeza nuevamente tiene protagonismo, pero el devenir del show cambiará las polaridades para exponer más aún a los personajes. La violencia, la cosificación, y el embaucamiento se envuelven de forma tal que el público los descubre de a bandazos, aunque siempre ha sospechado el fraude al que estuvo expuesto.
El bloque más oscuro de Miedo es el central. Quizá todavía inspirados en el universo pandémico, Pelenur y Silveira ofrecen un “espectáculo” de aislamiento social que trasciende la covid. En un contexto de amancebamiento del lenguaje, que encorseta las posibilidades artísticas en pos de no lacerar sensibilidades, este segundo momento de Miedo es un hallazgo. Porque por más que se edulcore el lenguaje, la discriminación actúa socialmente, quizá con más fuerza que nunca, merced a las interacciones por medio de las redes sociales, y lo que muestran aquí Silveira y Pelenur es el autoaislamiento al que se someten ciertas personas debido a esa discriminación estructural que opera no sólo mediante el lenguaje, sino a través del orden simbólico social.
El pozo en el que vive uno de los personajes bien podría ser una metáfora de otros pozos en los que ubicamos civilizadamente a algunas personas para que no nos molesten, aunque después prohibamos llamarlos de determinada forma porque los estaríamos “discriminando”. Sin caer en formas tan pueriles de corrección política, el personaje que se autoexcluye hace contacto con otras almas desesperadas gracias a la tecnología. Esas otras almas necesitan someter, imponerse, verse a sí mismos perfectamente amoldados, y se vacían en ese esfuerzo. El miedo aparece de forma extraña aquí, y nuevamente no sabemos quién será su mayor depositario.
En un marco más cercano a lo fantástico llegará el momento de la última escena, cuando Alzira y La Nury entren en un loop de intimidad que las hará conocerse desde las entrañas. El humor negro, la violencia y el patetismo se trenzan en un espectáculo que pulveriza cualquier parámetro de corrección política para hablarnos de algunos de los aspectos más miserables de las sociedades contemporáneas. Y nos morimos de la risa mientras tanto. Vaya paradoja.
Miedo, el show de humor que se autopercibe de terror. Textos y actuación de Nenan Pelenur y Agösto Latino. Dirección: Sebastián Silvera Perdomo. Este sábado a las 21.30 en el teatro Stella. Entradas en Redtickets a $ 600 y 2x1 para Comunidad la diaria.