La anécdota la contó Pedro Dalton, de Buenos Muchachos, en el programa radial Isla de encanta, y dice así. Hace ya un tiempo, Dalton realizó un viaje por la costa de Brasil con unos amigos que pretendían llegar al Amazonas. Habían pasado unos días en Porto Seguro y su siguiente destino era Trancoso, hasta donde llegaba el viaje de Pedro, un lugar hermoso y –recuerda– por entonces un poquito salvaje. Ahí fue donde se cruzaron de casualidad con Tüssi Dematteis, su colega de las noches rockeras montevideanas. “Venía bajando desde Salvador de Bahía, donde llegó a ver a Olodum, el que toca en la calle, y había quedado impactado. A un nivel que lo vi feliz, y era raro ver feliz al Tüssi en aquella época”, le aseguró Dalton a Nelson Barceló, su interlocutor en el programa que realizan junto con Orlando Fernández, ex Cadáveres Ilustres y actual bajista de Buitres. “Además me resultó extraño verlo tan copado en semejante lugar, porque lo tenía como un tipo súper urbano. Y ahí estaba: el loco era casi un brasilero”.
Es la imagen de un Tüssi sonriente y feliz en un lugar agreste y salvaje, en contraste con las esquinas nocturnas de la ciudad donde solían cruzárselo hasta entonces Dalton y sus amigos, lo que hace al recuerdo inolvidable. Y es donde también empalma con la noticia de la salida de Bruma Cabra Club, un disco nacido prácticamente en la pandemia, que debió atravesar varias idas y vueltas hasta finalmente asomar al mundo, justo cuando su responsable ya no está para disfrutarlo.
El tardío debut como solista de quien fuera líder de La Hermana Menor durante más de dos décadas se ha terminado editando un mes después de la sorpresiva noticia de su muerte. Pero, en medio de esa oscuridad, inesperadamente, sus 11 temas completan una sonrisa similar a la que recibió Dalton en medio de aquel viaje. Porque se trata de un álbum luminoso, lleno de recuerdos y evocaciones, que funciona como despedida perfecta para un músico que no tenía pensado irse a ningún lado. Un viejo amigo al que, en estos días de duelo por su pérdida, es posible reencontrárselo en un puñado de no-tan-nuevas canciones, que debieron recorrer un largo camino para llegar hasta aquí.
Arranque macumbero
Antes que un disco, Bruma Cabra Club empezó siendo un grupo. De hecho, su nombre original llevaba diéresis en Brüma, como un guiño a esa particularidad en el bautismo de su cantante y compositor. Según posteó en las redes el tecladista Sebastián Pina, compartiendo unas hilarantes capturas de sus chats con el Tüssi, todo comenzó con unos mensajes cruzados casi exactamente cuatro años atrás, durante lo más estricto de la pandemia.
“Tengo unas ideas locas que me gustaría conversar en persona distanciada en algún momento”, escribió Dematteis. “Estoy pensando en que si ya es difícil entender lo que decís normalmente, con tapabocas y a un metro de distancia va a ser como hablar con un norcoreano”, fue la respuesta del tecladista de Alucinaciones en Familia, que no era entonces un desconocido para el cantante. No sólo integró la última encarnación de La Hermana Menor, sino que también lo acompañaba a dúo durante algunos recitales en los que llegó a presentar una suerte de protorrepertorio solista. Aquellas listas, además de sus temas más representativos dentro del repertorio del grupo, como “La casa de Margarita” (de Todos estos cables rojos, de 2007) o “El muelle” (de Canarios, de 2010), y versiones de Caetano Veloso (“O Leãozinho”) o Lou Reed (“Waiting for the Man”), ya estaban construidas principalmente alrededor de las canciones que terminaron en el flamante álbum que se estrenó en redes el viernes pasado. Algunas venían incluso de la época de Todas las películas son de terror (2013) –el último disco que La Hermana llegó a grabar previo al ingreso de Pina–, como “El juego de la silla” y “The Buenos Aires Affair”, entonces bautizada “Los huesos de Mafalda”.
Lo cierto es que poco después de aquel primer intercambio de mensajes, Brüma Cabra Club –el grupo– nació oficialmente el 1° de mayo de 2020, el día en que el Tüssi salió a pasear a su perro Santino y tocó el timbre en la casa de Pina para realizar aquella charla distanciada. Rápidamente sumaron al baterista Pablo Torres, ex 3Pecados y compañero del tecladista en Alucinaciones, y al guitarrista Gabriel Ameijenda, del grupo Holocausto Vegetal. Ensayaron como cuarteto un rato, hasta que finalmente la banda se completó con la incorporación de Natalia Alonso en bajo. La imagen que ilustra la portada del disco editado por Little Butterfly testimonia el lugar donde se reunían: es una pintura del frente de la vivienda de Torres sobre Tristán Narvaja, donde también ensaya Alucinaciones, que supo ser conocida como Club Narvaja. “Todo el repertorio que terminó en el álbum se armó ahí, durante 2020 y 2021”, confirma Pablo. “Fue algo que en aquellos años extraños nos salvó bastante la cabeza a todos”.
El proyecto original del Tüssi no tenía la forma como se lo conoce ahora, sino que estaba guiado por una estética que ya había delineado para la última reunión de La Hermana Menor, justo antes de la pandemia. “Por entonces nos juntamos en el Tundra”, recuerda el bajista Iván Krisman. “Ahí planteó que quería tocar la guitarra eléctrica y empezar a trabajar en un repertorio nuevo, stoner-latino macumbero”.
El cantante aseguraba que el futuro disco –que pensaba que iba a tomar forma durante ese año– iba a ser mucho más rocker, noise y heavy, y para nada pop. Entre esas canciones elegidas estaba incluida la cadenciosa “Canas verdes”, que presentó ante sus compañeros como una especie de Lolita. Ya había formado parte –junto con otras de las que terminaron en Bruma...– del repertorio de Torres Abran Fuego, un cuarteto previo en el que Tüssi tocaba la acústica, acompañado por Krisman, Pina y el baterista José Nozar, todos compinches de La Hermana, que por esa época –pos Todas las películas son de terror– se había discontinuado. Las Torres ensayaron algunos meses, pero nunca llegaron a tocar en vivo porque fue entonces cuando al Tüssi el corazón le pasó la primera factura. Después de ese susto, primero comenzó a tocar en formato dúo con Pina, y más tarde La Hermana Menor volvió a entrar en escena, con todos esos nuevos conceptos sonoros alrededor.
Es evidente que el Tüssi seguía teniendo presente esas ideas cuando se puso en contacto con Pina, aun cuando tanto el tecladista como Pablo, que trataban de seguirle la cabeza, en realidad no estuviesen tan convencidos. Es más, el baterista había puesto como condición para formar parte del grupo que incluyesen “Canas verdes”, justamente el tema más alejado de ese concepto inicial. Lo que el cantante propuso fue preparar un repertorio con el que ir editando una serie de EP centrados en ideas rockeras, repetitivas y psicodélicas, entre las que se mezclarían algunas de aquellas otras canciones de lo que consideraba su repertorio solista, incluso pretendiendo adaptar algunas a su nueva estética.
La idea duró un par de ensayos, hasta que Pina desató su rebelión en la granja, como bromearon por entonces. Junto con Torres, le pidieron al Tüssi que, textual, “la cortase con la macumba”. Aquellos temas eran tan buenos que no merecían esconderse, le explicaron. “Le dije que todos juntos tenían destino de disco del año”, explica Pina, que se confiesa creador de una definición que le terminaría encantando al Tüssi. “Se reía porque yo le insistía en que era el mejor haciendo esas canciones como de balneario, tipo yo-le-dije-y-ella-me-dijo”, se ríe el tecladista, y al mismo tiempo habla muy en serio, ya que es una clase de temas que son una constante –y además siempre figuran como lo más destacado– en el repertorio de todos sus discos, de Ex (2003) en adelante.
Pistas paralelas
Con esa corrección de rumbo finalmente consensuada para el proyecto Brüma (“Lo terminó de aceptar cuando vio cómo iban quedando”, explica Torres), el Tüssi buscó otros horizontes donde perseguir aquellas obsesiones dejadas de lado. Por un lado, se incorporó como cantante en Chino, el dúo noise del guitarrista –que aquí toca principalmente el bajo– Juan Sacco, otro histórico de La Hermana, junto con el baterista Martín Recto. Con ellos llegó a publicar en las redes, a mediados del año pasado, el EP Chicos, chicos, chicos: cinco inquietantes temas en los que se suma con su voz y sus letras a un proyecto que le permitió desplegar sus intereses más ruidistas.
Por la misma época también contaba que había empezado a armar una banda de blues y candombe-core con Matías Rodríguez, el guitarrista alrededor del cual gira el grupo Trópico Duclos, que reúne a exintegrantes de Hablan por la Espalda, La Hermana Menor y Buenos Muchachos. Una muestra de lo que ambos podrían haber conseguido juntos se puede encontrar en el disco Mamboretá (2022), de Trópico, donde el Tüssi aparece como cantante invitado en el tema “Cafeinómana”. Así es como presentan su aparición: “A modo de Lou Reed local, relata una historia que parece retomar la visión de bar sobre aquellas de pelo bien largo que siempre andan mal, llevada a su fin por una guitarra de guiños bluseros y un caos sónico denso”.
Semejante diáspora creativa no auguraba lo mejor, y –salvo en el caso de Chino– las cosas se fueron postergando. Con Brüma sucedió que, a pesar de haber grabado el disco y llegado a tocar un par de veces en vivo, los diversos intereses de sus integrantes una vez que se levantó la pandemia conspiraron contra su continuidad. Lo que reordenó la tropa, y especialmente al Tüssi, fueron los shows solistas que presentó en La Cretina, a mediados del año pasado, en los que participaron Pina, Torres y Krisman, así como Sacco, Garo Arakelián y otros invitados, para formar lo que se denominó la Backing Tüssi Band. Al disfrutar de la respuesta, tanto del público como de sus colegas, decidió entonces abandonar la idea de armar una banda de rock y comenzar a pensar en el repertorio de los que serían sus verdaderos discos solistas.
El plural es porque el Tüssi a comienzos de año aseguraba que ya tenía material no para uno, sino para dos discos. “Ya no voy a hacer más bandas, estoy viejo y terco”, bromeó. “Ahora armo grupos de trabajo. Voy a empezar a hacer demos y coarreglar los temas con Pina; después veré con quién los toco. Me pasé al poliamor musical. Según a quién preguntes, te van a decir que estoy latinizado, abrasilerado o entregado a la rumba. Y hay algo de todo eso”.
El rescate
Abandonado después de la separación del grupo, el disco de Brüma Cabra Club y aquel repertorio con el que se habían fascinado Pina y Torres se salvó gracias a la intervención del –a decir del Tüssi– “ingeniero de sonido y productor extraordinaire” Esteban Demelas, eterno colaborador de La Vela Puerca. La culpa la tuvo el líder de esa banda, Sebastián Teysera, primo del Tüssi, que cuando se enteró del limbo en que había entrado el proyecto le dijo a Pina –a las seis de la mañana, después de una larga noche posterior a un toque del grupo en Paysandú– que le pasase todo lo que tenía, que él se iba a ocupar del asunto. “Me lo dijo y me olvidé, porque pensé que era una cosa de trasnoche”, recuerda el tecladista, y cuenta que dos o tres días después Fede Morosini (de Julen y la Gente Sola, que suele trabajar con La Vela y fue un eslabón fundamental para el rescate) lo llamó para recordarle lo que habían hablado aquella noche, en la que había estado presente, y confirmarle que Teysera estaba esperando que le pasase el material. “Cuando todo estuvo pronto, el Seba me dijo: ‘Lo que prometa a las seis de la mañana, tomalo siempre en serio. De lo que tenés que dudar es lo que diga al día siguiente, con resaca’”, se ríe Pina.
Aquella grabación, que había dormido durante casi un año en algún disco duro, en apenas una semana quedó lista y terminada gracias al trabajo de Demelas en la mezcla final, al punto de que el Tüssi terminó considerándolo el sexto integrante intuitivo del grupo. “Lo que hizo fue mucho más que una simple mezcla, sino una relectura y un colorido propio y nuevo”, explicó. “Muy superior a lo que habríamos hecho nosotros en una mezcla más supervisada y participativa”.
La decisión de que el producto terminado saliera firmado como solista fue una recomendación tanto del sello y Teysera como de sus excompañeros de grupo, algo que el principal interesado consideraba al mismo tiempo justo –eran sus canciones, después de todo– pero también un tanto engañoso, porque no era el destino original de la grabación. Pero eso no disminuyó su entusiasmo ante el formato final del trabajo, cuya edición en principio había sido planeada para diciembre, pero que el sello decidió postergar para marzo porque así podían dedicarse mejor a su difusión. La aparición del primer simple, “En flicka, en flicka”, estaba anunciada para el viernes 1° de marzo. Al Tüssi le falló el corazón exactamente una semana antes. Y el resto es historia.
“Nos reíamos porque algunas de esas canciones las llegamos a tocar en cinco formatos diferentes: con Torres, con La Hermana, como dúo, con Brüma Cabra y con la Backing Tüssi Band”, recuerda Pina, que nunca llegó a recibir los demos de esas nuevas composiciones que debía coproducir, aunque asegura tener algunos audios para rescatar. Pero eso vendrá después. Antes es el turno del repertorio de Bruma Cabra Club –el disco–, que funciona como una suerte de continuidad compositiva de los temas más personales de Todas las películas…, como “No soy bueno” (de hecho, sus primeras apariciones coinciden temporalmente). Y que finalmente ha terminado por asomar al mundo cuando más se lo necesita.
Canciones de balneario, canciones de reencuentro de viejos amigos, canciones que parecen contar la historia de una vida. Los recuerdos de una vida, mejor dicho. “Bueno, la excusa era estudiar/ queda divertido si no hago nada”, canta el Tüssi en el primer verso del tema que abre el disco, “El juego de la silla”. Y en la última frase del último track, “Anzuelos”, se lo escucha decir: “Pronto me van a olvidar/ al menos uno de los dos”. Tema y disco terminan justo después de ese verso, casi sorpresivamente, y en la emisión de Isla de encanta de la que hablábamos al empezar a desenredar toda esta historia, Pedro Dalton apenas pudo ocultar la emoción. “Pah, genial, es un hasta pronto”, dijo, resumiendo perfectamente todo con su sorpresa, su congoja y ese saludo final.
Bruma Cabra Club, de Tüssi Dematteis. Little Butterfly Records, 2024. En plataformas.