El año calendario de la Banda Sinfónica de Montevideo (BSM) comenzó con un hecho sin precedentes, cuando tocó por primera vez junto a la Orquesta Filarmónica como parte de los festejos por los 300 años de la ciudad. Este elenco estable del teatro Solís, con 116 años de vida, se encuentra en una era de madurez que le permite afrontar nuevos desafíos, según dijo a la diaria su director, Martín Jorge.

“Un desafío para este año era integrar a los invitados. No solamente solistas, sino también directores. Era un camino que veníamos construyendo con la banda, en lo nacional pero fundamentalmente en lo internacional, para nutrir lo que nosotros hacemos con otras formas de hacer música, otras miradas que nos conecten con el mundo”, expresó Jorge. “Era un camino que veníamos trazando, con la pandemia se cortó, demoramos en remontarlo y este año lo empezamos a hacer”.

Eso incluyó la visita del español Juan Luis Pérez Floristán y el solista argentino Patricio Cosentino, a quienes se sumarán directores como el español Víctor Gil y la griega Zoe Zeniodi. “Tener esas figuras implica que tiene que haber un nivel de ejecución musical que esté acorde a que el trabajo sea lo más positivo posible para todos. Esa construcción también la venimos haciendo, y creo que están dadas las condiciones para que se puedan dar estos intercambios”, agregó.

Jorge definió a Pérez Floristán como “uno de los mejores pianistas de su generación a nivel europeo” y dijo que se fue “súper contento y muy emocionado” después de tocar. “Eso muestra la excepcionalidad entre sus pares que tiene la BSM. Por su conformación, por el lugar que ocupa junto con el resto de los elencos del teatro Solís, por el tipo de repertorio que transita, por su conformación con una base apoyada en la cuerda, que no es lo más común en las bandas y que permite un montón de flexibilidades y de trabajo que hacemos”.

También habló de la ampliación del repertorio. “Para este próximo concierto tomamos una obra que cada tanto volvemos a frecuentar, que es West Side Story, y le agregamos otras de Leonard Bernstein, porque salió la película Maestro y se está hablando mucho de Bernstein. Obras que nunca habíamos tocado, como la Misa o la Suite de Candide, que requieren un nivel técnico de ejecución que no teníamos antes, que fuimos construyendo y que llegamos”.

“En setiembre viene el desafío máximo, que es tocar la Sinfonía N° 3 de [John] Corigliano, compositor estadounidense que compuso la música de El violín rojo. Tiene una sinfonía que está hecha originalmente para orquesta sin cuerdas, para banda, una obra extremadamente compleja, complicada, y viene la directora griega Zoe Zeniodi a hacerla. Es un desafío que teníamos desde hace muchos años y no lográbamos conformarlo entre derechos de autor, tener todos los elementos y que el elenco estuviera completo”.

El director explicó que la BSM tiene un recambio permanente. “Es una característica natural, hay una variedad etaria muy grande que hace que permanentemente se esté retirando gente y estén ingresando nuevos músicos. Y se dio un hecho importante para la profesión musical, que es la presupuestación de la mayoría de los músicos a la intendencia, lo cual da una seguridad laboral y una tranquilidad que hace que en el trabajo haya un mayor rendimiento. Eso es una cosa que se ha notado, sin duda”. A la vez, se cubrieron cargos vacantes que permitieron completar el equipo y no tener que recurrir a contrataciones para llenar esos espacios.

“A este equipo nuevo hay que reentrenarlo para trabajar todos juntos. Pero la base de lo que venía ya era fuerte, potente, y eso permite que hagamos como una terapia de shock para que la gente se contagie lo más rápido posible. Ahí está la clave: entre el grueso que venía con todo esto y la gente que se integra de una nueva generación, con otras formaciones y otras inquietudes. Eso potenció el nivel como para permitirnos estos desafíos”.

Martín Jorge aprovechó para explicar por qué algunas piezas son más desafiantes que otras. “Hay un plano técnico, fácil de ver, y un plano de percepción, más difícil de ver. Si escuchás algo que está mal, te das cuenta aunque no sepas por qué está mal. Nuestra aspiración es no hacerlo mal en nuestro trabajo. Nosotros tocamos mucha música instrumental, en la que no hay una voz que te cuente la historia, que te cante una canción. Donde no hay una danza o un movimiento corporal que cuente la historia. La historia la contamos con la retórica que armamos de la melodía, de la canción. Que tiene que tener sus puntos y sus comas en los lugares correctos, y que si esto está vos lo vas a entender. Y si pusimos mal alguna coma, vas a decir: ‘Acá pasa algo’”.

“Para poder permitirnos eso, tenemos que tener toda la estructura bien armada, que es tocar juntos, tocar a tiempo, tocar las notas que son, hacerlo con buena afinación, con el sonido correcto, la emisión correcta. Todo eso es técnica. Nuestro trabajo cotidiano es, con los desafíos técnicos resueltos, contar el discurso, no poner una nota atrás de la otra; así es donde surge la voz propia de la banda. Y yo creo que hay una madurez y un trabajo en el elenco para que cada vez podamos abordar discursos más complejos. Para nosotros como elenco, y también para el público”.

Maestro. La música de Leonard Bernstein. Gira barrial con entrada libre del miércoles 22 al viernes 24 a las 20.00. Miércoles: sala Lazaroff (8 de Octubre y Belloni). Jueves: Centro Pontevedrés (Francisco Gómez 965). Viernes: Centro Cultural Florencio Sánchez (Grecia 3281). Martes 28 de mayo a las 20.00 en el teatro Solís. Entradas en Tickantel, redes de cobranza y boletería del Solís a $ 390. 2x1 la diaria Beneficios.