“El Lucho se va de viaje ahora y vamos a hacer un asado acá”, dice Francisco Ravecca, guitarrista, sobre El Nido, el refugio de su banda. “Nos deja la llave y me vengo yo a dormir acá de sereno”, lanza en broma Augusto, también guitarrista, para ver si puede convencer al frontman Juan Luis Villar de quedarse en el fondo de su casa de Carrasco Norte, donde armó una sala de ensayo, durante su ausencia.
Una batería al fondo, parlantes, cables que atraviesan la sala, un cuadro de Led Zeppelin y un jazz que ambienta la entrevista. Benteveo, la banda formada en 2019, recibe a la diaria en El Nido, a unos días de su cuarto show en el bar Inmigrantes. El grupo, que se mueve entre el rock, el blues, el jazz y la música popular uruguaya, prepara un show de una hora y media en el que tocarán todo su repertorio: Sulfurado, el álbum debut aparecido en noviembre, y el EP de 2020 Todo tiene que pasar.
Su último recital fue en el bar La Cretina. Antes de eso, en febrero, viajaron a San Cayetano al sur de la provincia de Buenos Aires al festival Isoca, invitados personalmente por la banda El Plan de la Mariposa, con quienes mantienen un vínculo especial. Juan Luis cuenta que conoció a la banda en 2017 cuando tocaron en Solís, Maldonado.
Lo natural y lo sulfurado
La banda está compuesta por nueve integrantes: Juan Luis como cantante, guitarrista y compositor, Augusto Narancio, Francisco Ravecca, Agustín Caputi en guitarras, Iñaki Aramendía en bajo, Diego Durán en saxo, Agustina Lombardi en coros, y Joao Arcanjo en bajo y percusión. Para esta ocasión, se suma un amigo de la banda en teclados, Pepe Sardina, porque el tecladista de la formación original, Nicolás Armand Ugón, no está en el país. En todo caso, “es toda una orquesta”, como dice el cantante.
Dicen que grabar Sulfurado fue un momento de consolidación como grupo a distintos niveles. “Metimos una especie de retiro”, dice Augusto. Durante seis días se encerraron en el Estudio del Burro, de Sebastián Teysera (La Vela Puerca), mientras que la grabación, mezcla y máster la hizo Esteban Demelas, que trabaja con La Vela. La producción estuvo a cargo de la banda.
En las diez canciones de Sulfurado “hay una búsqueda de las raíces del rock y del blues”, dice Juan Luis, y agrega que hay algo natural en su música. “La canciones del Bente tienen cierta inspiración en el pájaro”, explica. Los pájaros son una de las pasiones del compositor de la banda: “Me surge la inspiración en eso, pienso en eso, me encanta observarlos y estudiarlos”. Dice que hay algo con la naturaleza y los animales que va bien con el tipo de música que hacen, y eso genera un sonido “crudo, natural y orgánico”. Esta inspiración se le presentó en el balneario Solís, donde se compuso “por lo menos las raíces” de todas las canciones.
La base de batería, bajo, guitarras y teclados la grabaron en vivo, “para mantener esa esencia que se escucha en los toques y en los ensayos en El Nido”, dice Juan Luis. Augusto comenta que a partir de esto se dieron la libertad de experimentar. Usaron un banjo y una guitarra de 12 cuerdas que había en el estudio y que eligieron en el momento.
No sólo experimentaron con instrumentos, sino también con sonidos del ambiente y conversaciones. Hay un gallo que suena en “Interludio”, que grabaron con el celular; al parecer, el ave pertenece a Emiliano Brancciari, de No Te Va Gustar. También a lo largo del álbum se sienten fragmentos de conversaciones. Francisco explica que en el primer tema, “Exilio”, aparece un grito suyo: “Sé perfecto cuándo entra, cada vez que lo escucho me cago de risa”. Cree que todo queda como un “chiste interno” que unifica el álbum y tiene magia. “Es más humano”, dice.
Augusto considera que la identidad de la banda “va más por lo orgánico y lo clásico”, y también “va un poco en contra del formato actual de música, que es más producido electrónicamente”. No cree que sea algo buscado, sino que se da naturalmente. En “Blues del nosequé” cantan “No hay más canciones de amor/ ya nadie canta en 12 compases/ sólo escucho voces que no dicen/ las paredes sólo hablan de vos”.
Juan Luis recuerda que en el Isoca de este año “la gente se gozó” y “fue una fiesta”, y que sin buscarlo les gustaría llegar al escenario grande de ese festival. Otro de los sueños es tocar en un Cosquín Rock. “Estamos esperando que se abra esa puerta y estamos para darle”.
La banda tiene varios planes: el 29 de junio telonean a El Plan de la Mariposa en Sala del Museo; tienen varias canciones “en la vuelta” como para un material nuevo, pero todavía no han podido hacer nada con ellas; también hay muchos registros de la grabación de Sulfurado y el material como para un documental, dice Agustina. “Hay algo en el horizonte”, remata Juan Luis.
Benteveo, sábado a las 22.00 en Inmigrantes (Paullier y Guaná). Entradas por Redtickets a $ 400.