Lo que podrá presenciarse el sábado en el teatro Solís es una apuesta escénica y musical ambiciosa. Primero fue un concierto pequeño y emotivo en el cruce de Walker y Cortlandt Alley, en Nueva York, el día en que pasó a llamarse oficialmente Charly García Corner, o Esquina Charly García. Esa tarde, la del 6 de noviembre de 2023, Hilda Lizarazu cantó “De mí” para un puñado de argentinos y otros admiradores locales detrás del muro que aparece en la tapa del álbum Clics modernos y se le ocurrió que la magnitud de lo sucedido no podía quedar encerrada en el instante de un acto protocolar.
Allí también habían llegado un puñado de amigos y compañeros de estudio, porque Lizarazu vivió su adolescencia en Nueva York, donde se hizo fotógrafa profesional, antes de regresar a su país de origen para protagonizar una etapa dorada del rock argentino.
Entonces, comenzó por imaginar otras canciones: “La idea inicial fue recorrer los períodos musicales y artísticos que tuvo Charly como compositor y, luego de eso, pasarlos por mi filtro interpretativo, para ver cómo le quedaban a mi tono de voz y a mi esencia poética. Las canciones con las que más me siento identificada son las que terminaron en el disco que grabé. En algún caso, le cambiamos el género, siempre con la intención de que sea veraz y genuina mi forma de interpretarlo a él, a Charly”, cuenta Lizarazu, al otro lado del teléfono, desde Buenos Aires, en diálogo con la diaria.
Hilda canta Charly (Espantapájaros-Discola, 2024) es un álbum de 11 canciones con momentos para Serú Girán (“La grasa de las capitales”), Sui Generis (“Rasguña las piedras”), La Máquina de Hacer Pájaros (“Cómo mata el viento norte”) y piezas de la carrera solista de García, entre ellas, “Nos siguen pegando abajo”, “Chipi Chipi” y “La máquina de ser feliz”. A la vez, es un espectáculo que ya tuvo su estreno en junio de este año en el teatro Coliseo de Buenos Aires.
Para Lizarazu, que arrancó su carrera musical con Suéter y Los Twist en la mitad de los 80, consiguió sus propios clásicos con el grupo Manray en los 90 y postergó su carrera plenamente solista hasta comienzos del siglo XXI, este es el enésimo encuentro con la música de García. Llegó al mundo de Charly como corista, en reemplazo de Fabiana Cantilo, y se quedó para integrar Los Enfermeros, la más sólida de las formaciones que acompañaron al ídolo argentino y con la que grabó los discos Cómo conseguir chicas (1989) y Filosofía barata y zapatos de goma (1990).
Las intensidades, las giras y las aventuras de aquellos años quedaron retratadas en el minidocumental García y Los Enfermeros (2013). Sobreviven otros registros más crudos de los mismos días, como las dos horas y cuarto de un concierto en el estadio del club Ferro Carril Oeste: “Era tal como se ve en el video del concierto: puro furor. Imagínate estar arriba del escenario, qué sé yo qué cantidad de gente había en ese momento”, rememora la cantante.
“Ser pendeja, tener veintipico de años y estar cantando la música que te gusta con una banda de amigos. Lo que yo sentía era nada más que gratitud. Después está todo el ‘envoltorio rockero’ de esa vehemencia, o de ese furor y fulgor de la experiencia musical. Realmente te hace morder los dientes, es como si escucharas a AC/DC, es la energía del rock. Claro que Charly no es sólo esa energía, aquello era la energía de ‘Demoliendo hoteles’. En ese momento él estaba como encendido. Antes de empezar los conciertos nos decía: ‘¡Fuckers, a enamorar!’”, recuerda.
Hay cientos de otros instantes en los que la sociedad García-Lizarazu parece la más perfecta de todas. Los dos se entienden de maravilla en actuaciones con altos grados de riesgo e improvisación. En la última etapa del cantante, la de recuperaciones y homenajes en vida, Lizarazu juega un papel primordial y es una de las figuras más destacada de El concierto subacuático (2009), realizado en el estadio José Amalfitani de Vélez Sarsfield, y de las ceremonias por el 70º aniversario de García en el teatro Colón, en octubre de 2021.
“Siempre me respetó mucho”, dice sobre la relación con García. “Él me trataba como artista. Eso me lo dijo. O sea, también desde lo que yo hacía como fotógrafa, y le gustaba lo que yo hacía. Nunca tuve un conflicto con él”, cuenta.
Hilda canta Charly es también su séptimo disco de estudio como solista, entre los que se destacan el inaugural Gabinete de curiosidades (2004), Las vueltas de la vida (2015) y Antigua (2022).
“Actuaciones como la que vamos a hacer en el teatro Solís me llenan de orgullo y también de responsabilidad”, confiesa. “La de Charly es una música que aquí en Argentina y en otros países, como Uruguay, se respeta y se quiere, porque muchos como yo crecimos con esas canciones que generan tanta emoción, así que hay como una sintonía de un amor por la música de Charly García, que se aparece en cada show que hacemos”.
La banda de Lizarazu tiene al pianista, arreglador y compositor Lito Vitale como director musical y socio artístico, y se completa con China Roldán (teclados y coros), Fede Melioli (bajo), Luciano Vitale (guitarra), Mía Folino Lizarazu (coros), Roki Fernández (batería), Víctor Carrión (saxo y flauta), Irene Cadario (violín), Paula Pomeraniec (chelo) y Emiliano Álvarez (clarinete). El repertorio se extiende mucho más allá de las canciones del disco y la cantante asegura que el público ya le demanda una segunda parte de este proyecto.
“Yo disfruto de las canciones más bailarinas, como ‘Funky’, por ejemplo, que me encanta, porque me gusta bailar y me gusta que una canción me haga mover el cuerpo”, dice, a la hora de elegir sus preferidas para cantar en vivo. “También disfruto de otras, como ‘Desarma y sangra’, ‘Los dinosaurios’ o ‘Cinema verité’, que no está en el disco, pero bueno, no quiero spoilear”, avisa.
Hilda canta Charly. Sábado 7 de setiembre a las 20.00 en el teatro Solís. Entradas desde $ 1.800 a $ 2.800 en Tickantel.