La legendaria Susana Baca regresa por tercera vez a Montevideo: este miércoles estará en la sala Héctor Tosar del Auditorio Nelly Goitiño del Sodre. A sus 80 años es una de las principales referentes del folclore latinoamericano en general y de la música afroperuana en particular. Su relación con Uruguay y sus experiencias con Mercedes Sosa, Chabuca Granda y Calle 13 son algunos de los temas sobre los que habla en esta entrevista que dio desde Lima.
¿Qué nos puede adelantar del repertorio que podremos escuchar el 4 de junio en Montevideo?
Yo tengo un programa que llamo Estar viva. Empiezo con “Como la cigarra”, de María Elena Walsh, y sigo con poemas, canciones criollas, un espacio pequeño para Bola de Nieve, un genio de la música que me dice tanto, otro para la poeta Blanca Varela, para Luis Hernández Camarero. También tengo un homenaje a [Astor] Piazzolla, algo de Fito Páez, entre otros. Y de Uruguay me gustaría cantar, aunque sea a capella, una canción de Daniel Viglietti, “Negrita Martina”, esa canción de cuna hermosa, muy hermosa.
¿Cómo es elegir el repertorio de un concierto para una artista como usted, que ha interpretado cientos de canciones?
Es tan difícil... Tengo a veces que ceder y dejar algunas en el camino, porque si no, estaríamos unas cuantas horas en el escenario. Es difícil poder concebir un repertorio que reúna todo lo que quieres dejar en la gente. Yo me comunico de una manera muy especial con la gente y no puedo explicarlo, sólo lo siento, entonces me es terriblemente difícil elegir qué canto y qué dejo en el camino, me muero de pena porque dejé esa canción y ese poema... Es muy difícil realmente elegir qué cantar, qué llevar, y emocionarte siempre con lo que cantas.
Debe ser uno de los temas más complejos para una artista: emocionarse con lo que canta, pero a su vez controlar esa emoción para no quebrarse y poder interpretar la obra de arte.
Claro. Un maestro me dijo un día: “Susana, tienes que emocionarte hasta un punto, no puedes llorar, tú tienes que hacer llorar al público”. A veces es muy difícil eso, porque ¿cómo controlas lo que tienes, lo que te produce? Cantar “Hasta la raíz” [de Natalia Lafourcade], por ejemplo, que es una canción que habla tanto de la América, de las cosas que hemos sufrido y pasado, porque ha habido desapariciones de personas, de gente amada… Entonces cantas y eso te conmueve hasta los huesos.
Cuénteme, por favor, de su vínculo con Montevideo y con el arte uruguayo en general.
Yo tengo al Uruguay como un lugar que me llena de emoción. Sabía que había un país llamado Uruguay, pero creo que lo conozco cuando conozco a Zitarrosa y a la China Zorrilla; tuvimos la suerte de que vino al Perú, hizo una temporada en un teatro, fuimos amigas y vi su obra [Emily] en la que habla de la poeta Emily Dickinson. Después vivió entre nosotros Walter Tournier, un creativo hombre de cine que nos dejó a todos enamorados. Yo quería ir al Uruguay para conocer sus calles, para ver sus parques, y lo hice en las pocas veces que hemos ido. También tengo una conexión hermosísima con un grupo de mujeres que se llama La Melaza. Te cuento, una vez estoy llegando a Montevideo en el Buquebus porque tenía concierto y escucho unos tambores y digo ¿qué es esto? Me recibieron con tambores y cantos estas hermosas mujeres, después con ellas caminé por las calles del Uruguay en comparsa. Ese teatro Solís tan bello… En su sótano me hizo Daniel Viglietti una entrevista hermosa y es dirigido por esa gran artista que es Malena Muyala. Entonces, tengo conexión con el Uruguay permanentemente.
Sé que es difícil sintetizarlo, pero ¿cómo definiría la música afroperuana, tan rica y, a mi entender al menos, tan poco conocida fuera de Perú?
La música afroperuana es de festejar y a veces los cantos están hablando de cosas tristes, pero el ritmo no lo es, te llena de emoción y de fuerza. Pero estás cantando sobre la esclavitud, sobre los momentos tan difíciles que ha vivido el pueblo africano traído en circunstancias muy terribles. Las letras son más actuales, pero la polirritmia que tenemos es una herencia africana, está ahí en nuestra música. Se ha extendido tanto el sentimiento por esta música que ahora hay niños jóvenes que son de otras partes del Perú, como en la sierra, que tocan los cajones y bailan festejos, zamacuecas, todo eso, aunque son de otro origen completamente. Tienes niños o niñas blancas que sienten esa música como que viene por las venas, con la sangre. Es increíble. Poco a poco se ha dado a conocer en el Perú y después se ha ido extendiendo de tal manera que aquí vienen músicos de Argentina y de Chile a aprender a tocar el cajón como se debe tocar. Es fantástico. He cantado en Chile y al salir de mi concierto había jóvenes afuera tocando sus cajones y cantando. Fue una fiesta hermosa, está trascendiendo esa música. Ahora, claro, se cantan temas muy antiguos que ya las letras no son la expresión actual. Hace falta que los jóvenes compongan canciones nuevas, con las historias nuevas, lo que estamos viviendo.
¿Cuál es la situación de esa población afroperuana en el presente?
La población afroperuana está en la misma situación que la población andina. Tenemos muchísimos problemas, desde infraestructura para la educación hasta la atención de la salud. Y los políticos que están a cargo del país, que fueron elegidos, no están haciendo nada. Esa es la situación, y tenemos una presidenta que está más preocupada en su aspecto físico, en las cirugías, en una cosa frívola. Se dan leyes en el Congreso de no libertad para protestar, no tienes derecho a la protesta y los jóvenes son maltratados, encerrados y encarcelados porque ellos salen a las calles a protestar. Estamos viviendo en una dictadura y también en una situación extrema de pobreza. La gente está harta de estar postergada, postergada y postergada.
En su caso la música siempre estuvo vinculada a un compromiso con la justicia social. ¿Cómo fue su experiencia como ministra de Cultura, de ejercer un cargo de esa jerarquía?
Fue una situación muy hermosa y agradezco que me hayan permitido entrar al fondo de lo que es tener un cargo alto en la política. En nuestro país hay otro mal, que es una enfermedad: el racismo. Entonces, cuando fui ministra trabajé sobre eso y había un lugar de denuncia sobre el racismo porque era necesario. Aquí hay políticos que han convocado al racismo para eliminar al contrincante. Es una cosa terrible lo que he vivido. Más adelante, cuando ya tuve que renunciar, estuve en una comisión para establecer un orden ético en las elecciones. Allí vi cómo se despreciaba a la gente por el color de la piel, por la manera de hablar, por la opción sexual, y a las mujeres, sobre todo a las mujeres que se presentaban como candidatas a los cargos políticos. Como ministra he sufrido que un viceministro no me quisiera, porque él quería ser ministro y no soportaba que yo fuera su jefa.
Tuve un equipo de gente maravillosa, jóvenes que trabajaron, por ejemplo, en la ley de consulta previa que hace que las empresas, como las de hidrocarburos o las mineras, consulten a la comunidad en una mesa de relaciones, frente a frente, de igual a igual. Eso fue muy mal visto por alguna gente de la derecha, que no lo quería, y por eso quizás me sacaron, porque al Ministerio de Cultura le tocaba hacer la reglamentación de la ley, que igual hicimos con un equipo de jóvenes que trabajaban hasta el día domingo y hasta las once de la noche. Pero no le dieron todo el peso debido a esa ley, aunque está vigente.
¿Cómo fue para usted la experiencia de grabar “Latinoamérica” con Calle 13, Toto la Momposina y María Rita y que esa canción hiciera que mucho público joven empezara a conocer su obra?
Eso fue muy bello. Me he encontrado con gente en Bolivia, por ejemplo, jóvenes que venían con lágrimas en los ojos a traerme un ramito de flores y abrazarnos, porque quedaron muy emocionados con la canción “Latinoamérica”. Fui a Cuba a hacer un concierto compartido con una gran cantante de allá, y entonces la gente por las calles me decía “Latinoamérica”, “Calle 13”.
¿Y cómo fue haber compartido escenario y charlas con otras dos figuras tan importantes en el folclore latinoamericano como Chabuca Granda y Mercedes Sosa?
Eso fue muy hermoso. Yo vi a Mercedes en España, en Madrid, fui a su concierto hace muchísimos años, cuando ella no podía regresar a la Argentina, estaba exiliada, entonces allí la vi. Recuerdo que bajé al camerino y cuando me vio se le salieron las lágrimas y dijo: “Cómo se extraña la tierra”. Eso es lo que me acuerdo de ella esa vez. Después nos hemos visto muchas veces, he ido a la Argentina y he cantado con ella una canción de cuna en un concierto que dimos Lila Downs, Mercedes y yo.
De Chabuca te cuento que viví en su casa, aprendí de ella mucho, fue una mujer muy generosa conmigo. Yo era una jovencita que recién empezaba, cantaba sus canciones, y ella me dijo: “Canta otras cosas, porque no te van a hacer caso, si ni a mí, que soy la compositora, me hacen caso”. Pero yo seguí cantando y le dediqué un disco completamente a ella, que salió el año pasado, que se llama Cántenme, porque ella nos dedicó un disco a mí y a mi compañero Ricardo y dice: “Susanita y Ricardo, no me olviden, cántenme”. Está firmado por ella.
Y vaya que se ha encargado de honrar ese compromiso.
En esta gira voy a pasar por la Argentina y he visto en las noticias a gente mayor, gente como yo, que tengo 80 años, salir y pelear por sus derechos a una jubilación que les permita vivir honestamente. Entonces tú ves esto que está ocurriendo y ves el mundo, lo que está pasando también. No sé, creo que esto me da muchas fuerzas para seguir caminando y para hacer, ver que la gente tenga una conciencia en su alma de lo que es necesario hacer. No podemos perder todo. La belleza es necesaria, el arte es necesario. Creo que en esta militancia del arte muchos artistas están convencidos de eso y trabajan y entregan su arte.
Susana Baca. Miércoles 4 de junio a las 20.30 en la sala Héctor Tosar del Auditorio Nelly Goitiño del Sodre (18 de Julio 930). Entradas a $ 2.100 en Tickantel.