La clasificación a cuartos de final de la Copa del Mundo fue trascendente, emotiva, conmovedora, y abre senderos para seguir avanzando, aunque los rivales de aquí en más serán cada vez más difíciles.
Hay mucho de admirable, de soñado, de deseado en lo que transmite este equipo celeste. Obliga a una confianza total. Ahora la esperanza cobra dimensión. Ya se intuye que no hay límites y que se puede llegar muy arriba, aunque el poderoso fútbol francés sea el rival que espera. El estado de ánimo del uruguayo medio se puede calificar de optimismo inconsciente y atisbamos que todo es posible.
Hablar del 2-1 a favor de la selección uruguaya ante la de Portugal se hace fácil, pero son muchos los testimonios del nerviosismo con que se presenció el partido. El rival y la escasa ventaja que se tuvo en la mayor parte del partido llevaron a producir un estado de intranquilidad total en los que estábamos fuera de la cancha alentando el triunfo. Ese estado fue producto del deseo irrefrenable de mantener la ventaja después del golazo que abrió el tanteador apenas a los siete minutos, o de empujar hacia el segundo gol después de que los portugueses igualaron el tanteador a los 54, y aunque el segundo golazo, plasmado con eximia calidad por Edinson Cavani, llegó muy rápido, apenas siete minutos después, de ahí al final la tensión subió –aun en el triunfo– hasta límites increíbles. Pero eso –repito– pasó afuera. Adentro de la cancha el ritmo de las pulsaciones debía ser altísimo pero había aplomo, prodigalidad, desenvolvimiento defensivo efectivo, muy efectivo, muy solvente, y también, ya más espaciado, amenazas atacantes ante un rival desesperado. En la cancha, adentro, había 11 leones dispuestos a dar todo hasta el minuto final para mantener la victoria.
El equipo del Washington –como lo conocían en el barrio– es una formación muy decidida, muy convencida de lo que está haciendo y logrando, y es un haz colectivo bien preparado y excelentemente alentado. Siempre hay disposición a dar algo más en este equipo celeste y en sus precedentes.
Portugal planteaba desafíos varios. El principal era bloquear su ataque, que es comandado por un grande del fútbol mundial como es Cristiano Ronaldo, y encontrar caminos para horadar una defensa que se conocía como compacta, dura, tácticamente muy cerrada. Haber abierto esa muralla muy rápido fue mérito pleno de la dupla salteña. Cavani la cruzó –impensadamente, ese pase de más de 50 metros no es tan común– desde el lateral derecho hacia el otro lado de la cancha. Luis Suárez la recibió con marcación cercana, la esquivó y le dio de derecha hacia el segundo palo y con fuerza. Su socio le leyó la intención antes de que le pegara y enderezó hacia el lugar donde caería la pelota. Y fue gol. Y fue una jugada impresionante.
Al comenzar el segundo tiempo no demoró la anotación del veterano zaguero Pepe, producto de una omisión de marca en un córner. Godín lo dejó libre yendo en ayuda de Giménez para bloquear a Ronaldo, y el zaguero portugués quedó solo y cabeceó muy fuerte y de cerca. Tabárez mencionaría, luego en la conferencia de prensa, que “tuvimos algunos errores” y ese está, muy seguramente, en primer lugar. Tranquilidad. Esas cosas pasan incluso en los grandes jugadores, como es el capitán uruguayo.
La respuesta uruguaya fue rápida y fulminante. Nació en Rodrigo Bentancur y siguió en la deliberada omisión de accionar de Suárez y en una ejecución de catálogo de Cavani.
Y luego sufrimos. ¡Cómo no! Adelante teníamos a un equipo desesperado y con recursos al que se le escapaba su estadía en Rusia.
Fue un gran triunfo, que abre el camino hacia un choque de trenes con Francia, un muy buen colectivo con individualidades muy importantes. Si antes Ronaldo se destacaba, ahora estarán en la delantera rival el aspirante a uruguayo Antoine Griezmann y la emergente figura de Kylian Mbappé, el formidable compañero de Cavani en el PSG. El peligro atacante multiplicado por dos.
Ahora somos uno entre ocho. 24 selecciones ya emprendieron el regreso o lo estarán haciendo entre hoy y mañana. El gran triunfo logrado el sábado abre posibilidades ciertas de seguir hacia los siete partidos, logro al que llegan sólo cuatro equipos. El viernes próximo nos espera otro desafío. El Maestro y los suyos ya dieron pruebas de estar encaminados. Sin caer en triunfalismos fáciles, se puede afirmar que otro paso adelante es posible y, rotundamente, que se irá por el triunfo, pero si toca perder no será sin lucha.