Se iba la noche con gusto a poco. El partido fue más luchado que otra cosa. Todo lo que había tirado al arco había sido trabajo para los arqueros y pelotas afuera. Hasta la última: un de los infinitos centros que Peñarol tiró al área violeta le dio rédito. Gastón Rodríguez, que había entrado hacía pocos minutos, ganó arriba ante una floja salida de su tocayo, el arquero de Defensor, y puso el definitivo 1-0 para los carboneros. El premio de insistir.
La tarea defensiva de Defensor -valga la redundancia- fue casi impecable. La línea de cinco que pensó y puso Jorge da Silva había sacado todo lo que Peñarol le propuso cerca. Como si fuera poco, desde la cueva proyectó algunos contragolpes interesantes. A los 10, pese a casi no tener la pelota, Martín Rabuñal pegó un bombazo en el travesaño. Fue una señal de que por ahí tenía las vías de escape.
Porque la pelota la tuvo Peñarol, pero no jugó bien. La tentación de tener en el área a Gabriel Fernández y Lucas Viatri provocó que se abusara del centro aéreo. Eso le facilitó la tarea a Defensor, que hizo lo que pudo con un equipo con muchos suplentes. La viola puso una oncena alterna porque juega por la Libertadores entre semana.
Así y todo, Defensor le dio trabajo a Kevin Dawson. Hubo una doble atajada del arquero aurinegro que fue fundamental para mantener el cero. Dawson sacó hacia el costado un buen tiro libre de Mauricio Gómez y, luego del centro siguiente, le paró en la línea un cabezazo a Robert Ergas.
De lo poco fluido del juego mirasol se destacó Walter Gargano, quien jugó poco más de media hora. Con su trajinar en la mitad de la cancha, más los desbordes de Fabián Estoyanoff -otro que ingresó desde el banco- logró algo de profundidad, poco, pero mucho más de la que había tenido.
Y así fue que encontró lo que buscaba. Desborde por derecha, centro aéreo, tal vez un poco pasado, pero que Gastón Rodríguez, el golero, calculó mal y llegó tarde, unas décimas después de que el delantero aurinegro cabeceara. Un detalle que definió el partido.