Suele pasar: el equipo que se defiende sumando hombres cerca de su arco lo primero que genera es oportunidades para el rival. Y casi siempre llega el gol de los contrarios, y después siempre parece tarde para remedar lo que se pudo haber hecho. Liverpool quedó eliminado ante Caracas en Venezuela, y dejó esa angustiante sensación de que pudo haber dado otro tipo de competencia.
En los primeros 10 minutos de juego Liverpool se acomodó. Pero cuando empezó el juego venezolano fueron minutos de no dar pie y de sostenerse en su campo como podía, momentos de mucha incomodidad con diez futbolistas en campo propio.
Delante de Bava había cinco defensores, pero los cuatro del medio se sumaban de continuo y hasta Juan Ignacio Ramírez, el único delantero, pasaba la línea de la pelota. Las situaciones de gol en cascada a favor del Caracas y una veintena de minutos ya postulaban a Jorge Bava como el mejor jugador del partido.
En el inicio de la segunda parte se vio un ligero cambio de imagen de Liverpool, que por lo menos pudo salir con más asiduidad después del ingreso de Agustín Ocampo por el lesionado Pablo Caballero.
Sin embargo, la situación se complicó cuando a los 65 minutos Caracas abrió el marcador: una jugada por bien abierta por la izquierda, un centro peligroso y pasado para el cabezazo limpio del colombiano Jesús Arrieta y el 1-0 que empataba la serie.
Obligado, Liverpool cambió la propuesta. Con el ingreso de Diego Guastavino pudo jugar algunos momentos en campo de Caracas.
A falta de 10 minutos, otra vez a través del juego aéreo, Caracas consiguió la diferencia después de una pelota quieta al segundo palo bajada por Bernardo Añor para que Ricardo Andreutti convirtiera el 2-0.
Después Liverpool cargó, atacó, y se quedó con la rabia de advertir que atacando así tal vez hubiese sido otro el partido. Pero ya era tarde.