Ángel Romano es el futbolista con más títulos de campeón de América. Fueron seis las veces en las que Romano se consagró y, por ende, es el futbolista que más veces ganó un torneo continental en el mundo.
Lloré mucho con la película de animación Coco, una película que habla de la celebración tradicional mexicana del día de los muertos, que traslada como idea central aquello de que sólo muere lo que se olvida. Les propongo que no olvidemos al Loco Romano, que debutó con la celeste a los 18 años, que fue campeón de América por primera vez a los 21 años, y que consiguió su sexto y último título continental en campos de Ñuñoa, en 1926, cuando ya era un veterano de 31 años.
De a media docena
La Copa América de 1920 podrá ser recordada como la primera organizada en Chile, fue en el puerto de Valparaíso (el fútbol sudamericano nace en los puertos y se traslada en el ferrocarril), o como la de la goleada más inmensa que recibió Brasil hasta el 2014: Uruguay le ganó 6-0, la máxima goleada en contra hasta el 7-1 de Alemania en el Mundial. Pero para los uruguayos resultó ser el tercer título en cuatro campeonatos disputados, y será además el primer tricampeonato continental para algunos jugadores que entrarían en la historia, aunque después el olvido busque esconderlos.
Ahí festejó su tercer título el Loco Ángel Romano, que ganó los seis primeros campeonatos sudamericanos que obtuvo Uruguay entre 1916, y 1926, además de ser parte de la primera vuelta olímpica en Colombes 1924.
Nadie ganó tanto, ni nadie ha jugado tantos campeonatos con Uruguay: nueve Sudamericanos, de los cuales en siete de ellos terminó en el primer puesto (porque en 1919 hubo una finalísima en Laranjeiras, la del partido más largo del mundo que Brasil le ganó a la celeste, la del 1x0 de Pixinguinha), y encima un olímpico-mundial, el de 1924.
Hubo otros tempranos tricampeones como el joven José Pérez, goleador además junto a Romano del campeonato. Pérez, que jugaba en Peñarol, murió apenas dos meses después con complicaciones respiratorias por haber jugado en estado febril bajo un diluvio. Otros tricampeones fueron Alfredo Foglino, (que además había sido el entrenador en 1916), Pascual Somma y Antonio Urdinarán.
Uruguay empató con Argentina, goleo a Brasil y en el cierre derrotó a Chile y fue campeón con 5 puntos, Argentina que empató con Chile hizo 4, Brasil 2 y los organizadores 1.
Uruguay 1-1 Argentina (Gol: José Piendibene)
Uruguay 6-0 Brasil (Goles: Ángel Romano 2, Santos Urdinarán, José Pérez 2, Ángel Cámpolo)
Uruguay 2-1 Chile (Goles: Romano, Pérez)
1923 hipotecar la chance, hipotecar la casa
Imposible no encontrar en el Sudamericano de 1923 la génesis de nuestras conquistas mundiales. Ya estábamos en el cisma entre la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) y los clubes que se habían escindido y creado la Federación siguiendo a Peñarol y Central.
Con la mitad de los futbolistas elegibles hay una obligada renovación y luego darán la nota para siempre dos jovencitos que cambian sus puestos: Pedro Perucho Petrone, hasta unos meses arquero del Charley, quien se transforma en potente e inolvidable goleador, y José Nasazzi, el Terrible, que era un jovencito delantero que un año antes le habían ubicado como back, y se anotó en la historia y la gloria de ser el futbolista con más títulos en torneos continentales olímpicos y mundiales, arrancando en una tarde de noviembre de 1923 en el Parque Central con 22 años. Nasazzi ganó cuatro sudamericanos, dos torneos olímpicos-mundiales y una Copa del Mundo.
Para aquel torneo de 1923, Atilio Narancio, presidente de la AUF y activo gestor del deporte, prometió que si ganaba Uruguay aquel campeonato llevaría a los celestes a los Juegos Olímpicos de París. Como sabemos, Uruguay fue campeón en el Parque Central, Atilio Narancio debió hipotecar su casa para comprar los pasajes en el Desirade, y Uruguay fue campeón olímpico en Colombes, el 9 de junio de 1924, el día que se inventó la vuelta olímpica.
El equipo celeste, base del que se coronaría en Colombes unos meses después, ganó sus tres partidos y, con puntaje perfecto, se alzó con su cuarto título, el mismo que también sumaron el Loco Ángel Romano y Pascual Somma.
Uruguay 2-0 Paraguay (Goles: Pedro Petrone y Héctor Scarone)
Uruguay 2-1 Brasil (Goles: Pedro Petrone y Pedro Cea)
Uruguay 2-0 Argentina (Goles: Pedro Petrone y Pascual Somma)
La primera vuelta olímpica de la Copa América
A la vuelta de Colombes se jugó el octavo Sudamericano, organizado por Paraguay, pero jugado en Montevideo. Los paraguayos entendieron que no podían organizarlo en Asunción por la precariedad de sus escenarios y Uruguay ofreció ser el anfitrión. Con lo recaudado en aquellos partidos llevados a cabo en el Parque Central, Paraguay hizo su estadio en Asunción, el que hoy es el Defensores del Chaco, cuyo primer nombre fue estadio Uruguay.
Fue un extraordinario campeonato con la mayoría de los olímpicos – no jugó José Leandro Andrade- y el empate inicial de Argentina-Paraguay ante 12.000 personas fue determinante para que Uruguay fuese campeón ante Argentina empatando 0-0 más de 20 días después, cuando los uruguayos sacaron en andas al arquero de Boca Jrs, Américo Tesoriere, que ese día atajó hasta el viento. El Loco Ángel Romano, que esa tarde estaba obteniendo su quinto título de campeón de América, y Alfredo Zibechi fueron los que pasearon al arquero argentino en andas para que lo aplaudiesen los aficionados en el Parque Central.
Uruguay 5-0 Chile (Goles: Pedro Petrone 3, Pedro Zignone, Ángel Romano)
Uruguay 3-1 Paraguay (Goles: Pedro Petrone, Ángel Romano, Pedro Cea)
Uruguay 0-0 Argentina
Dianas de Ñuñoa
Después de la primera ausencia, por razones de orden interno, en el inédito Sudamericano de 1925 jugado a dos ruedas entre sólo tres participantes (Argentina, Brasil, y Paraguay), Uruguay vuelve al ruedo en 1926, ya otra vez con la AUF completa, y se impone brillantemente en Santiago de Chile ganando el campeonato con puntaje perfecto, 17 goles a favor y dos en contra. Otra vez está en la cancha el Loco Ángel Romano, sumando su sexto título de campeón Sudamericano, aparece el Manco Castro, autor de seis goles de los 17 con que termina la celeste, el Mago Héctor Scarone suma su cuarto título y hace cinco goles en un mismo partido, marca que ningún uruguayo ha podido igualar aún con su selección. Además, José Vanzino, que había sido uno de los defensas titulares de 1916, vuelve a consagrarse diez años después.
Pero pasan cosa más maravillosas aún, como las que nos cuenta Mateo Magnone en su excelente trabajo de investigación compilado en su libro _Uruguayos Cantores: nació la canción “Uruguayos campeones”.
Dice Magnone: “El lunes 1 de noviembre de 1926, Uruguay juega su último partido en la Copa América organizada por Chile en los, ya desaparecidos, Campos de Sports de Ñuñoa, Enfrenta a Paraguay y lo golea, 6 a 1. De esta forma, luego de haber ganado los cuatro partidos que disputó, se corona, por sexta vez, campeón de América. Por esos días, Omar Odriozola estaba en Montevideo estudiando Notariado. Con otros jóvenes tacuaremboenses habían alquilado una casa, a la cual denominaron “República de Tacuarembó”, donde, además de compartir orígenes y soledades, les inquietaba la escritura periodística: convivían plumas de El Plata, El Imparcial, Mundo Uruguayo, La Mañana, entre otros. Odriozola trasladaba ese ambiente al boliche y al café, donde hacía culto de la bohemia (“Bohemia, sana y noble, es la que se viva con el alma cuando se sabe atesorar en ella los dones excelsos del amor y del bien”, escribió alguna vez), principalmente en el Sorocabana y el Tupí Nambá. En América de Chile. Como manda la historia, encorvado, comenzó a garabatear en una servilleta pero, por la incomodidad y el mareo de algunas copas, buscó enderezarse y terminar la poesía apoyando el papel en una puerta. (—) Dedicada, en el repertorio oficial de los Patos Cabreros, “a los footballers uruguayos y a los canillas”, esta canción fue presentada en los tablados con el título “Los campeones”.
En el mismo libro, Magnone rescata palabras del Vasco Cea dedicadas a la memoria de Omar Odriozzola, el creador de Dianas de Ñuñoa después transformado para siempre en Uruguayos campeones. El empatador olímpico sentenciaba: “Cuando nuestro pueblo quiere expresar su júbilo en el coro formado por las multitudes, siempre se repiten las palabras que ya tienen sentido de eternidad: Uruguayos campeones de América y del Mundo… Es el himno que sale del alma, el que salta de la sangre, del corazón a los labios. Odriozola ha logrado casi un milagro; no hay oriental que no haya dicho alguna vez sus versos. Todos nos hemos unido fuertemente para cantarlos en las horas de los triunfos deportivos que tanto nos han honrado.”
Pero hay más gloria por contar , y cantar.