Progreso nació en 1914, en el conventillo Balaro, entre vecinos e integrantes del sindicato de picapedreros. Varios anarquistas revoloteaban por ahí, y cayó el negro en la casaca con vivos blancos, sumado al rojo y dorado de la bandera española, por la influencia de los inmigrantes. El 30 de abril de ese año es la fecha en la que se fundó oficialmente el Club Atlético Progreso, bajo la presidencia del maestro Héctor Verdesio, hombre ligado a una de las familias más importantes de Uruguay, “con brillantes maestros y pedagogos”, según cuenta el directivo del gaucho Agustín Montemuiño.
En 1932 se creó el profesionalismo en el marco de una única asociación, la AUF. Progreso invirtió su escaso capital en sus instalaciones y fue dando pasos cortos pero seguros en búsqueda de un crecimiento que lo tuvo aflorando en un barrio que, fiel y murguero, lo fue acompañando. Pasó el campeonato de segunda división de 1945 y llegó el sueño de estar en la divisional de privilegio. Costó, y el club descendió de categoría, donde estuvo hasta 1980. Entre ascensos y descensos a Intermedia, más la adquisición de la actual sede, ubicada en las históricas calles Carlos María Ramírez y Ascasubi, pasaron varios años duros en lo deportivo. 1979 fue clave para un barrio obrero que sufrió duro las consecuencias de la dictadura. Asumió la presidencia Tabaré Vázquez y con él vinieron los cambios. Campeonato en segunda división, ascenso, clasificaciones a la Copa Libertadores y la consagración histórica en 1989 de la mano de Saúl Rivero.
De América
Progreso disputó por primera vez la Copa Libertadores en 1987, tras ser segundo en la Liguilla del año anterior, detrás de Peñarol. Integró el grupo cinco, con Peñarol, que fue el campeón, y con los peruanos Alianza Lima y San Agustín. El debut fue con derrota 3-2 con los mirasoles, mientras que la revancha terminó 1-1. Con San Agustín fue derrota 3-1 en Perú y victoria 3-0 de local, mientras que con Alianza Lima los resultados fueron 0-0 de visitante y de local. El gaucho terminó tercero, con 5 puntos.
La segunda participación fue con la chapa de campeón de 1989, en el torneo de 1990. En esa instancia Progreso integró el grupo cuatro, con Defensor Sporting y los venezolanos Mineros de Guayana y Pepeganga. Con los violetas fue empate 1-1 y 0-0, con Mineros de Guayana victoria 3-1 de visitante y empate 1-1 en Montevideo. Con Pepeganga fue derrota 1-0 en Venezuela y victoria 2-0 en Montevideo. De esta forma, Progreso terminó primero en el grupo, con 7 puntos, igual que los violetas, por lo que se jugó un partido de desempate: fue goleada 4-0 de los de La Teja. En las fases finales Progreso jugó con Barcelona de Guayaquil, tal como pasará en esta edición de 2020. Fue derrota 2-0 en Ecuador y empate 2-2 en Montevideo. Barcelona terminó siendo vicecampeón de América.
Después de 30 años Progreso volverá a la Libertadores, y jugará precisamente con el mismo equipo que lo dejó afuera en 1990. Esta vez la historia es distinta, con realidades muy dispares, y jugando por la primera fase de la Copa, que implica vencer a tres rivales para llegar a la fase de grupos. El primer partido se jugará en Montevideo, el miércoles en el Parque Alfredo Víctor Viera a las 21.30. La revancha será en Guayaquil el miércoles de la otra semana en el estadio Monumental Isidro Romero. Esta vez el gaucho llega después de ser el cuarto mejor en la temporada regular, atrás de los grandes y de Cerro Largo. El equipo de La Teja volverá a ser de América con un equipo al que no le sobra nada, y con un club que la pelea en el día a día para poder cumplir. A pesar de tener uno de los presupuestos más bajos de los cuadros de Primera uruguayos, el equipo, el club y el barrio se plantan firmes ante lo que venga y van a dar batalla en un año en el que quieren estar a la altura.
Desde el 20 de diciembre los dirigidos por Leonel Rocco están entrenando, con el permiso de la Mutual Uruguaya de Futbolistas Profesionales. Primero en su casa y luego en Colonia, con varios partidos amistosos para afinar esquemas. Rocco, que fue golero del club en el año del campeonato del 89, contó a Garra que el arranque prematuro era clave porque los tiempos apretaban. “Comenzamos con bastante anterioridad. Lógicamente que fuimos acoplando jugadores a medida que fueron pasando los días, porque no es fácil salir a contratar en esta época. La mayoría de los muchachos esperan un poco más por la salida al exterior. Estamos intentado acoplar a los que han llegado. Necesitábamos arrancar antes con la base del equipo, porque el partido es el 22. Nos apremia el tiempo también para el Campeonato Uruguayo. Se fueron seis jugadores titulares, entonces necesitás tiempo con los que vienen para acoplarlos al sistema”, sostuvo.
Rocco sabe que Barcelona es un rival muy difícil, grande y pesado en América, pero su equipo tiene mucha identidad y una fortaleza propia que contagia. “Es un rival de mucha categoría, muy grande. Ellos también están en transición, cambiaron de entrenador y han cambiado el plantel. Hay gente amiga en Ecuador que nos va a pasar características de ellos. Ya presentaron el plantel y tenemos un panorama más claro de cómo pueden estar”.
El capitán y símbolo gaucho es Mathías Riquero, un emblema del barrio y del ambiente familiar que el club mantiene y pregona. “Fue muy importante lo que logramos el año pasado. Si bien se armó un equipo nuevo, se formó un muy lindo grupo con profesionales y personas. Enseguida encontramos una forma táctica que nos hizo sacar muchos frutos y conseguimos ser un equipo muy duro para todos. Se han ido compañeros pero han llegado otros; irnos a Colonia nos hizo muy bien para trabajar. Estamos todos muy entusiasmados, lo vemos en los hinchas. Nos llena de orgullo haber conseguido esto 30 años después para el club. Sabemos que es duro, pero vamos a dar pelea para estar a la altura”, comentó el capitán gaucho a Garra.
Rocco tiene la base del año pasado, aunque varios jugadores importantes se fueron: Rafael Melo, Leandro Sosa, Mauro Picerno, Leandro Machado, Federico Millacet, Juan Martín Gonella, Jorge Rodríguez, Gustavo Alles, Emanuel Gularte, Gonzalo Castillo, Emilio Zeballos, Agustín González y Julián Lalinde. También llegaron Fabricio Fernández, Rodrigo Mieres, Alex Silva, Facundo Peraza, Rodrigo Díaz, Nahuel Roldán, Joaquín Gottesman, Federico Laens, Santiago Gaspari y Federico Platero. En esa apuesta cree el entrenador gaucho, en un plantel armado con ingenio y trabajo. “Sabíamos que económicamente no teníamos recursos. Nuestra aspiración era llegar a la Copa Sudamericana y nos salió mejor. Peleamos el Clausura, así que todo fue una frutilla para el trabajo que hicimos. El tiempo te muestra eso. Tuvimos buenos picos de rendimiento en el Intermedio y en el Clausura. Pudimos conseguir un objetivo que no era fácil”.
Hay algo que no se compra en la farmacia, que se construye, y que trasciende a los resultados. Esa armonía de gloria une en un halo de garra y corazón a un equipo que se agarra de sus propias raíces para competir. Rocco es consciente de eso y lo valora, sabiendo que tuvo que ver en la elección de los jugadores que vinieron, apostando a las buenas personas. “Pero yo les dije a los jugadores que el vestuario lo hacían ellos, y fue espectacular. Un grupo totalmente unido; hubo fechas en que teníamos menos jugadores y el equipo nunca bajó rendimientos. No hubo figuras, la figura era el equipo. Hubo entrega, identidad, yo sé lo que es Progreso. Fuimos un equipo que no daba una pelota por perdida y era protagonista. Jugaba, era ofensivo, y cuando había que defender lo hacía. Convencimos a un grupo y ellos siguieron esa línea. A los que se vayan integrando ahora los vamos a ir sumando a esa línea, los que quedaron marcan el camino. Tenemos un desafío muy grande”.