A veces está bueno ganar para que pase el temblor. Es cierto: Nacional viene de perder una final ante Rentistas. Pero por eso mismo: llegó a una final. La campaña no puede ser mala, ni mucho menos. Ya sin Gustavo Munúa, el bolso recibió a Fénix en el Parque Central y le ganó 1-0. El gol del equipo de Jorge Giordano –gerente deportivo devenido en entrenador, aunque bien sabe lo que es tener el buzo de director técnico– lo marcó Mathías Laborda, con un cabezazo inapelable. Ganar también es sentirse bien con uno mismo y ponerle la rúbrica a un trabajo pensado. Con los tres puntos, Nacional es el único líder de la tabla anual y pica en punta en su serie del Intermedio.
Momentos claves
Guillermo de Amores fue fundamental en el primer tiempo para mantener el arco de su equipo, Fénix, sin goles en contra. Esa fue una de las fotos de la primera parte, la gran atajada de De Amores ante el remate del argentino Gonzalo Bergessio, inapelable casi siempre pero esta vez sin poder mandarla adentro. Ese 0-0, fundamentalmente se mantuvo gracias a De Amores y los momentos defensivos de Fénix. Nacional mereció ponerse en ventaja ya en los primeros momentos del partido, sobre todo en un avance ofensivo del floridense Alfonso Trezza, quien definió cruzado y apenas ancha pasó esa pelota con respecto al palo derecho del golero capurrense.
En Fénix estaba uno de los mejores mediocampistas del nuestro fútbol, Manuel Ugarte; en Nacional había de todo, pero es bueno destacar la palmirense Sergio Rochet, que cada vez que tiene que meterse en el arco (en este caso porque el panameño Luis Mejía estuvo con su selección) cumple y muy bien. Fue el fraybentino Mathías Laborda quien le dio la ventaja a Nacional, cuando apenas iban once minutos del segundo tiempo. Muy bueno fue el cabezazo del defensor tricolor, bastante mala la defensa de Fénix. Si no tomamos en cuenta cómo marcó el equipo de Juan Ramón, el salto, el cabezazo y el gesto técnico fueron especiales.
Perdonar, pero ganar
Nacional ejercía presión sobre la defensa de Fénix, sobre todo en los minutos finales del partido. La diferencia de un gol era corta, pero se transformaba en oro puro para el equipo de Jorge Giordano. “Bien, Vinicius”, se escuchó el grito desde las tribunas del Parque Central. Es que el brasileño tuvo de las buenas, sobre todo en el final, cuando de manera providencial le ganó en la carrera al hondureño Carlos Fernández, rapidísimo delantero de Fénix. Después fue atacar, aguantar y mantener la diferencia de un gol. Y el resultado será importante, cuando pase el temblor.