En una jornada histórica para Rentistas, un club que desde su fundación en 1933 nunca se había coronado en la A, el equipo del Cerrito de la Victoria derrotó 1-0 a Nacional, con un golazo convertido por Gonzalo Vega en el alargue, y se consagró campeón del Apertura. El título del equipo conducido por Alejandro Cappuccio, muy justo campeón, definirá el Campeonato Uruguayo y ya se aseguró, por lo menos, la clasificación a la próxima edición de la Copa Sudamericana.
Es una final. Para todas y todos los miles que no podemos estar ahí debido a la nueva normalidad es una cosa rara, distinta, un sucedáneo de los sentimientos y sus colaterales sobre el cemento. Pero ¿para los jugadores? Para ellos, a pesar de que no están los tocanucas, los periodistas que preguntan por sensaciones al bajar del bondi, los cuetes y el sonido abrasador de miles de voces que los vivan, es una final como las que soñamos, las que esperamos, sin importar si es un ladrillo más en la historia de la gloria o es el mojón épico y hazañoso del primer triunfo de la historia. Mucha emoción. Mucha magia, y una soñada y postergada vuelta olímpica.
De a poco
Hubo que esperar casi un cuarto de hora para que llegara la primera gran jugada del partido, cuando el Chori Gonzalo Castro puso su vieja quinta velocidad y a pura calidad metió un pase cruzado y curvo justo para la entrada al área de Santiago Rodríguez. Un excepcional cierre de Mathías Abero impidió lo que podría haber sido el primer gol de la final. Fue un hecho aislado, por lo menos en acciones de cierta inminencia de gol. Es que era una final ¿Todos los días se llega a una final? ¿Todos los días estás para ser campeón? Claro que no, entonces, y sobre todo el menos experiente en estos asuntos de vueltas olímpicas, Rentistas, no arriesgó demasiado, se hizo fuerte en neutralizar y poca cosa más.
Otras cosas
El segundo tiempo empezó mucho más eléctrico. Al minuto llegó la primera jugada de casi gol de Rentistas, con un remate de Renato César, pero Nacional contestó con una internada y un remate apenas abierto de Gabriel Neves. Fue más movido y con más emociones, porque el Renta fue más incisivo, se soltó mucho más que en el primer tiempo, y en la estrategia de Cappuccio y sus jugadores vino otra etapa de jugar más tiempo en campo de Nacional.
En media hora de juego los tricolores se quedaron con un jugador menos por una exagerada doble amarilla a Mathías Suárez. Ya 11 contra 10, Rentistas aceleró sus riesgos para tratar de llegar a su sueño de campeonato en los 90 minutos, pero se fueron al alargue.
Escribiendo la historia
Fue una jugada para la historia. Una jugada excepcional por cómo la movieron, y sobre todo por la definición de Gonzalo Vega, el jugador del campeonato, que por la izquierda la cazó de volea de derecha, y con un guascazo cruzado venció a Rochet. A partir de ese instante Rentistas, el Rentistas de todo el torneo, un equipo fuerte sin más estrellas que colectivo, un grupo fortalecido por el éxito de su propuesta solidaria y sin otros límites que el impuesto por la competencia con sus rivales, pareció reafirmarse en su ilusión de quedarse con todo.
Nacional, a pesar de los cambios, estaba exhausto, y aun así, sin ideas pero con ganas, buscó el empate. Ahí se notó la falta de callos en estas instancias de los bichos colorados, y con inocencia para cerrar el partido más importante de su historia, quedó expuesto a un posible empate. La tensión se multiplicó, los corazones se aceleraron más y más, los sueños y las frustraciones quedaron en orillas bien lejanas, y por fin la mayor de las emociones, la de la alegría más inmensa, la de la gloria, se apoderó de las camisetas rojas de aquel club de barrio que nació en 1933 con el irónico y ya histórico nombre de Rentistas.
Salud, campeón.