En el arranque del grupo C de la Libertadores, Peñarol perdió con Paranaense en el Arena da Baixada, en Curitiba. El resultado final fue 1–0, y la única anotación, que fue un golazo, llegó a falta de 15 minutos para el final. Fue un gol tardío pero no inesperado, en un juego en que Peñarol sólo intentó defenderse y tuvo en Kevin Dawson una figura excepcional. Ahora el equipo de Diego Forlán volverá a jugar por la Libertadores la semana que viene en el Campeón del Siglo frente a Jorge Wilsterman.
¿No se acomodó Peñarol en el primer tiempo, o fue simplemente que quiso jugar a eso? Paranaense tuvo todo el tiempo la posesión, la pelota, el juego en el campo aurinegro, mientras que el equipo de Forlán contenía, sin sufrir el partido, pero incómodo, muy incómodo.
Las dos líneas de cuatro que paró Diego Forlán delante de Dawson tuvieron a Giovanni González, Gary Kagelmacher, Rodrigo Abascal y Rodrigo Rojas, y por delante de ellos, Jesús Trindade, Krisztian Vadócz, Matías de los Santos, que a los 40, lesionado, fue sustituido por Christian Bravo, y Joaquín Piquerez. Adelante, lejos, David Terans y Xisco Jiménez.
Peñarol fue un equipo corto en 70 metros, tratando de anular todo intento local, pero no pudo generar ni una sola posibilidad en el área contraria.
Apenas pudimos ver el buzo del golero Jandrei cuando Xisco fue fauleado tres o cuatro veces cerca del círculo central y Peñarol intentó poner la pelota en el área contraria.
Hubo un cabezazo de Thiago Heleno que dio en el caño y bordeó la línea, y tal vez un par más de jugadas riesgosas, pero Peñarol soportó esa primera parte. Casi nunca la tuvo, y eso lo desgastó en acción de recuperación, empeorado por la falta de adaptación al césped sintético.
Claro que si el primer tiempo había sido incómodo, y ligeramente complicado, el ajuste en los vestuarios y la pericia técnica de los paranaenses hicieron un infierno para Peñarol y para Dawson, en particular en el complemento del partido.
Sólo se jugó en campo de Peñarol. Dawson metió tres atajadas impresionantes, y otras tantas importantes para mantener el cero.
Pero, por lo general, no hay quien aguante partidos planteados así.
Iba media hora de asedio de la segunda parte. Como están contadas, eran sólo atajadas magistrales del coloniense Dawson. Pero llegó el minuto 31. Desde atrás le llegó la pelota por la banda derecha a Nikao, pedaleó un par de veces sobre la marca de Rojas, a quien superó, desbordó en largo, levantó la cabeza y la puso atrás. En el área chica estaba Bissoli, que con categoría y justeza hizo pasar la pelota entre sus piernas y de taco venció irremediablemente a Dawson. Es, por lo general, el resultado de un asedio tan pronunciado, y de una posición tan timorata del rival.
Después de eso, y con el ingreso de Facundo Pellistri, Peñarol arrimó algo con pelotas aéreas y hasta quedó la sensación de que le quedaría una, que hasta capaz fue aquella que le cruzaron a Pellistri, o en la que por la derecha apretaron a Luis Acevedo.
Pero nada. Es difícil sugerir si un equipo queda plantado cerca de su arquero por propuesta o porque sus rivales lo llevan a eso. Lo cierto es que fue lo que sucedió, y eso generó que fuese inapelable el triunfo de Paranaense.