Hace ya diez días, cuando en los medios sociales –y, por añadidura, en los medios de comunicación– parecía inminente el retorno de la actividad, las autoridades ejecutivas de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) se telerreunieron con los clubes y plantearon los ejes principales para que se efectivice el retorno a la actividad. Se trata de cuatro puntos que el presidente de la AUF, Ignacio Alonso, define como “los cuatro pilares”: lo sanitario, donde está el génesis de esta situación; lo jurídico, donde se sostiene la responsabilidad de los clubes; lo económico, porque todo cambió tras la pandemia; y por último el calendario y la agenda de partidos. Alonso dejó claro que esas cuatro variables deben ser atendidas para restablecer la práctica activa, y además sugirió que la actividad no empezará antes de agosto.
El estamento del fútbol ha reaccionado de la mejor manera posible, por lo menos en lo que hace a la programación y la actividad: se buscan soluciones, no se somete a las presiones, y ante la incertidumbre se atienden las verdaderas urgencias y no los negocios.
Jorge Casales, integrante del Ejecutivo de la AUF –y el más idóneo en cuanto a la programación de los campeonatos y calendarios–, reafirmó que el día que se vuelva será debidamente respaldado por científicos y médicos, y no será una decisión ni política ni comercial. Casales ha manifestado que se va proyectando de acuerdo con el monitoreo de lo que pasa en Europa, cuya crisis empezó 45 antes que aquí. Eso hace pensar que en Uruguay se podría volver a los entrenamientos en julio, para retomar la actividad en agosto.
Imposible, es imposible
De ser así, quedarían 24 semanas para culminar una temporada ya comenzada de la Primera División a la que le quedan por jugarse 12 etapas del Apertura, las siete jornadas del Intermedio y las 15 fechas del Clausura más las posibles definiciones, que pueden llegar a ser seis jornadas más.
Se precisarían no menos de 34 semanas ininterrumpidas para terminar la temporada 2020, pero al año desde el 1° de agosto le quedan 24 semanas, y además se sabe que en setiembre, cuando se realicen las elecciones municipales, no se podrá jugar, y que seguramente tampoco se jugaría en medio de las fiestas de fin de año.
Plantearse jugar dos veces por semana es imposible, por la pandemia, por la salud y por la economía, y aun así sería imposible jugar y terminar la temporada este año si la Confederación Sudamericana de Fútbol y la FIFA resuelven continuar con su calendario internacional. Hay seis clubes que por lo menos deberían jugar entre dos y tres partidos más para culminar la fase en la que están participando (y serían más si siguieran adelante), mientras que la selección uruguaya debería jugar dos jornadas de la clasificatoria mundialista para Catar 2022. Entonces, tampoco tendríamos 17 semanas para la inverosímil e inaceptable posibilidad de obligar a los futbolistas a que cumplan con el calendario.
El Uruguayo del año y medio
Así las cosas ya es seguro que, se juegue como se juegue, la temporada 2020 terminará en 2021. Y como esta temporada ya comenzó con la planificación actual, es impensado e inconveniente pensar en modificar torneos o sacar uno de ellos (el Intermedio).
De acuerdo con lo que ha esbozado la AUF a través de Casales, una de las posibilidades –y la que se proyecta como más viable– es que se pueda culminar el Apertura, y tal vez avanzar en el Intermedio, dejando para el primer semestre de 2021 el Clausura y lo que quede del Intermedio, o ambos torneos. En 2020 tendríamos sólo campeón del Apertura, y tal vez algunas fechas del Intermedio. En el segundo semestre de 2021 se jugaría un Uruguayo Especial 2021, y para 2022 se retomaría la actividad coincidente con el año calendario.
Otra cosa importante es la necesidad de encastrar la actividad de la A con la de la B, que precisa 26 fechas, y también de la C, a los efectos de hacer coincidir los ascensos y los descensos. El otro escenario –el que nadie quiere– es que no se pueda retomar en este año y que la temporada quede casi íntegra para 2021. También el fútbol femenino, las divisiones juveniles masculinas y femeninas y las decenas de ligas que componen la Organización del Fútbol del Interior deberán modificar sus calendarios.