Lewis Hamilton ganó por séptima vez como locatario en Silverstone de una manera única: recorrió gran parte de la última vuelta con una goma pinchada. Su compañero en el equipo Mercedes y único rival en el campeonato, Valtteri Bottas, sufrió el mismo problema, pero no pudo sumar puntos.
Hasta la penúltima vuelta, en la que ocurrieron varios pinchazos, la carrera no ofreció mayores emociones, más allá de un breve duelo en los primeros metros entre Max Verstappen, que llegó segundo, y Charles Leclerc, que fue tercero. El auto de seguridad entró un par de veces tras accidentes de autos que iban en posiciones poco significativas, pero esas intervenciones no fueron suficiente para animar la carrera.
Sin embargo, en la vuelta 50 de 52, Bottas, que venía siguiendo burocráticamente a Hamilton, sufrió un pinchazo en su goma delantera izquierda, y debió recorrer casi todo el trazado con el auto casi desfondado para poder ingresar a boxes. Retornó detrás de Sebastian Vettel, quien defendió la décima posición como si se tratara de la primera, y dejó sin puntos al finés, que ve alejarse a su compañero de equipo en la tabla anual.
Tras el inconveniente de Bottas, la gente de Mercedes lanzó una advertencia a Hamilton, que sufría un desgaste de gomas similar. Rápidamente, el equipo Red Bull hizo entrar a boxes a Verstappen, que corría en la tercera posición, para cubrirse ante una falla parecida. Nunca sabremos qué habría pasado si hubieran decidido dejarlo en la pista, ya que segundos después Hamilton efectivamente pinchó, y Verstappen, que venía recuperando terreno a toda marcha, fue incapaz de sobrepasarlo por pocos metros.
La imagen del auto de Hamilton echando chispas mientras cruza la meta será una de las postales de este campeonato extraño, del que aún no se conoce cuántas carreras tendrá ni cuándo terminará.
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